OPINIóN
Actualizado 27/03/2019
Santiago Bayón Vera

Es legitimo referirse a una "arquitectura pastoril", de primitivo diseño circular, lo que la emparenta con las culturas castreñas. La tendencia autárquica, en parte, de su sistema productivo les llevó a confeccionarse en otros tiempos sus propias ropas de pie a les, su impedita (zahones, colodras, morrales, abarcas, etc.).

Su cultura objetual ha originado toda una industria pastoril de carácter funcional y diseño utilitario. Tres son los materiales más empleados: madera, asta y hueso. Cucharas, cuencos, cayadas, flautas, castañuelas y un sin fin de objetos más han salido de los árboles cercanos a las majadas. Las astas del vacuno les han servido para confeccionar recipientes diversos, como liaros, polveras, cuernas y otras varias clases de colodras. Con los huesos de los animales preparan los punzones y las largas agujas para prender las mantas de agua.

En las colodras han exhibido su habilidad artística algunos pastores, adornándolas con incisiones a punta de lezna o navaja. Realizan sobre el asta o madera figuras y objetos de ingenuo esquematismo que tiene como referente, por lo general, la flora y fauna del entorno adehesado. Una expresión más de las hondas relaciones ecológicas que mantiene la cultura pastoril con el medio natural en el que se desarrolla.

En el ciclo festivo de invierno han quedado sedimentadas influencias de la cultura pasto­ril, protagonista indiscutible de muchos rituales que han prevalecido en distintas regiones, en los que el elemento animalizado está presente: botargas, zamarrones, máscaras precarnavales­cas, disfraces con pieles de cabra y ovejas, etc., esparcidos por este país que, dicen, tiene for­ma de piel de toro. Un utensilio ganadero el campanillo o cencerro, ha servido para diversos ritos festivos y de fecundidad. Pero también para sancionar el comportamiento moral de los miembros de las comunidades ganaderas a través de las "cencerradas", que aun se practican en diversas poblaciones con aquellos viudos o viudas que contraen segundas nupcias.

Pero a esto hay que añadir que muchas vías pecuarias contienen bajo sus entrañas impor­tantes yacimientos arqueo - paleontológicos, y otras tantas, importantes tramos de Calzadas Romanas que han llegado a duras penas hasta nuestros días (como por ejemplo la existente la Cañada Real Leonesa Occidental en su subida al puerto del Pico), y por último, en los alrededores de muchas de ellas se agolpan elementos histórico - artísticos de interés (ermitas, casti­llos, monasterios, palacios, canales históricos, etc.).

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