LA SIERRA
Actualizado 14/05/2018
Redacción

NAVARREDONDA DE LA RINCONADA | El grupo 'Lazarillo de Tormes' realizó ayer domingo la 188 representación de la obra 'Teresa, la jardinera de la luz'

El gentilicio con el que se conoce a los habitantes de Navarredonda de la Rinconada es el de 'caleros'. Su término municipal se encuentra en la subcomarca llamada La Calería, ubicada en el maravilloso paisaje que ofrece el Parque Natural de Quilamas. Había en esta zona, desde hace muchos años hornos en los que se fabricaba la cal que luego serviría en múltiples construcciones de nuestra provincia salmantina, incluidos algunos de sus monumentos. Pero la belleza monumental de la ciudad con sus enhiestas torres perfilando el cielo, no tiene nada que envidiar a los incomparables parajes que rodean a este pueblo. El río Quilamas, se despeña entre breñas por los riscos de las alturas con las que comparte nombre, y el pico Cervero, señor de las cimas, contempla a sus pies a gentes, ganados y cultivos, mientras en primavera se sacude las 'canas' y frío invernales para aliviar la agostura del verano.

Prestos a recibir sus fiestas del Corpus, los caleros lo hicieron primero con Teresa, la jardinera de la luz. Su iglesia parroquial tuvo que ser reconstruida después de su hundimiento hace treinta años, y la pelea por la recuperación de su Sagrario conservado y olvidado en el pueblo vecino de la Rinconada, supuso un orgullo para todos, y esto fue así gracias a la memoria que de él conservaban algunos de sus mayores.

En este Sagrario hay una inscripción que acredita cuál es su origen y propietario, y es que algunas huellas dejan constancia de lo nuestro, de lo que somos y lo que es esencial y verdadero en nuestras vidas. Ante este sagrado objeto del altar se situaron una vez más los actores de 'Lazarillo de Tormes' para dar a conocer la historia de una Teresa de Jesús, que aunque también parece formar parte de nuestra tradición, acervo cultural y memoria religiosa, se mira desde otra perspectiva, que no por diferente es menos auténtica, gracias a su obra de teatro Teresa, la jardinera de la luz. Dada su calidad escénica no exenta de una particular originalidad que deriva del hecho de utilizar como escenario los altares de las parroquias de cualquier localidad, la Diputación no ha dudado en darla a conocer por toda la provincia, a pesar de su amplia singladura en estos tres últimos años. Sin embargo un texto tan bien contado, la enseñanza que de él se deriva y poner de relieve la eficacia del teatro como instrumento cultural y pedagógico, han sido alguna de las claves para que este montaje siga suscitando curiosidad y admiración.

Conocer a la mística del XVI, que tan alejada había estado de nuestras cotidianas vidas, a través de las vidas y coraje de otras mujeres que con ella convivieron, da idea de la sensación de protagonismo que cada espectador del público puede tener al sentirse cómplice del juicio sumarísimo que de la carmelita se hace en escena, donde un padre dominico desde el púlpito donde se aleccionaba a las almas, condena inmisericorde a una mujer, tan dotada de carismas y convicciones que no parecía serlo. Y menos en una época en que las mujeres ni siquiera eran consideradas personas de primer orden como sus congéneres varones. La oscuridad de la ignorancia sobrevuela la escena, como un buitre negro tan frecuente en estos parajes, mientras la luz crítica y la indignación se adueña de los presentes. Las monjas de Teresa son su inagotable 'abogado defensor' de lo indefendible por obvio e injusto.

Como los Molinos situados al pie de la sierra a la que dan nombre en Navarredonda de la Rinconada, y que de tanta harina aprovisionarían a la comarca, unas mujeres en sus hábitos carmelitas, se mueven por escena con la prestancia de un molino, mientras trituran los argumentos inquisitoriales con sus palabras, poesías, canciones y cartas entremezcladas en un guión que gira con la fluidez del agua que moviera la vida de Teresa de Jesús: Su amor a Dios, su espíritu de libertad y razón, junto a una humildad que quebraba los ánimos. Cuando la música renacentista que forma parte del montaje suena, parece entrar más luz por las nuevas vidrieras de la iglesia. Fueron donadas hace pocos años por una feligresa que comparte con la madre el nombre de Teresa. Y al ver salir a las hermanas del templo nadie duda tampoco de que cederían el carro en el que han llegado para que forme parte de la improvisada 'plaza de vaquillas' que los mozos crean con algunos de éstos para sus fiestas.

Próximas actuaciones: www.lajardineradelaluz.com/calendario

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