OPINIóN
Actualizado 26/03/2017
Redacción

Imagínese un día cualquiera en el que al levantarse y mirarse al espejo, se advierten diferentes; con la extraña sensación de haber asistido en sueños a un taller de creación. Luego en el desayuno abren el periódico y encuentran, junto a los anuncios cl

Letra sobre letra, latido sobre latido, labios sobre labios, cuerpo sobre cuerpo, duda sobre duda, lágrima sobre lágrima, suspiro sobre suspiro o, como escribió Ángel González, palabra sobre palabra. Así se construyen la poesía, la vida, el amor, el deseo, el miedo, la tristeza, los deseos, la comunicación.

Todo a nuestro alrededor ha sido creado con precisión de mecano. Nuestro reflejo en el espejo, la sombra que nos sigue a todas partes los días de sol, el tímido esqueleto que revelamos en las radiografías y, al final de la vida, todo atiende a una estructura física y molecular. Somos fusión y fisión. Unimos y dividimos. Hacemos y deshacemos. Creamos y destruimos. Ese es nuestro oficio diario.

Imagínese un día cualquiera en el que al levantarse y mirarse al espejo, se advierten diferentes; con la extraña sensación de haber asistido en sueños a un taller de creación. Luego en el desayuno abren el periódico y encuentran, junto a los anuncios clasificados, una veintena de historias sin escribir. Al llegar a la facultad o al trabajo el profesor o su jefe le regala un libro. Y usted suspira.

Todos, ese día, se sienten igual de sensibles que usted.

Al volver a casa descubre el ritmo y la armonía del vuelo de las cigüeñas y piensa en un poema. Ya en la comida se da cuenta de que todo cuanto ha llenado su estómago tenía el aderezo y el aliño justo y vuelve, en el postre, a pensar en su poema y lo escribe y lo guarda en la nevera junto a las sobras del segundo plato.

Hoy quiero soltar el lastre en los recuerdos y hacer inventario de letras, de palabras, de momentos, de miradas, de encuentros y de búsquedas e inaugurar el deseo, más o menos explícito en cada uno de nosotros, de ser escritores y de aventuraros en este laberinto sin treinta que es la literatura.

Dice Rafael Amor, un gran cantautor y poeta, que "desde Ovidio todos los poetas siguen con la misma odisea". Ojalá que vuestra odisea tenga final feliz.

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