OPINIóN
Actualizado 27/02/2017
Redacción

Los dioses de La Raya están festivos,

danzan, al son, por un valle encantado;

absorto yo, me siento aquí, cautivo,

preso de él, gozoso, ensimismado.

Un año más llama la primavera

a engalanar terrazas y collados;

mudo testigo es La Fregeneda

de ver dos ríos, por siempre, enamorados.

El Águeda y el Duero aquí se besan

y es La Raya cuna de sus amores;

en pos de sí, muy silenciosos dejan

un bello edén pletórico de flores.

De los almendros brotan mariposas

aleteando, al viento, con sus alas;

tan frágiles y hermosas, tan mimosas,

tan dúctiles y etéreas, delicadas.

Centenares de miles, surgen, vuelan,

revolotean con rostros sonrosados;

caricias cálidas del Sol anhelan,

futuros sueños, duendes almendrados.

¡Exhala ya tu aliento, primavera!

¡Despierte el sueño convertido en magia!

Pendan, raudas, crisálidas postreras,

de los almendros, tras la flor, su gracia.

Burbujeante está La Fregeneda,

de júbilo pletórica, encantada;

prudente, año tras año, siempre espera,

retornen primorosas, mil, aladas.

¡Qué hermoso amanecer en Las Arribes!...

Lluvia de mariposas aleteando.

¡Qué aroma!... ¡Qué quietud!? Ve al mundo y dile

que aquí hallará un lugar que está hechizado.

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