OPINIóN
Actualizado 12/02/2017
Redacción

Las diferentes formas de manifestar la alegría se distinguen por el origen que provoca esta, mereciendo especial atención las actitudes tan opuestas manifestadas por los agraciados, algo que les impide ser complementarias por ser contrapuestas en la causa del regocijo que generan, aunque todas ellas llenen de satisfacción a quienes las disfrutan.

La primera se refiere a la forma que tienen de expresar públicamente su regodeo las personas agraciadas en los sorteos de lotería, sin recato, prudencia, ni pudor, actuando de la forman que todos sabemos: dando gritos, cantando bulliciosos, mostrando enloquecidos el décimo afortunado, saltando, besando maniquíes y libando vino espumoso hasta enrojecer para celebrar ese guiño de la fortuna.

También expresa su alegría con emoción contenida el recién titulado universitario, con la distintiva banda colegial plegada sobre el pecho y los extremos colgando a la espalda. O el catedrático poniéndose orgulloso birrete y toga para abrazar a su familia y amigos, satisfecho de haber conseguido la presea académica perseguida durante años.

Pero ninguna felicidad es comparable al profundo sentimiento íntimo de los enamorados que se acarician en silencio con la mirada, pasean las manos por la piel del otro, se humedecen mutuamente los labios, pierden los pasos caminando solitarios y abrazados por la nube feliz que los envuelve, hasta culminar su andadura en la dicha de la madre primeriza que contempla emocionada el primer gesto de su hijo recién nacido, expresando una felicidad desbordante, sin castañuelas, títeres, alharacas, ni aspavientos.

El rostro de la madre expresa una dicha serena, responsable, comprometida, inquietante y esperanzada, pensando en su hijo, consciente que a partir de ese irrepetible momento la criatura que abraza será el principal argumento de su vida, exponente de su callado sacrificio, permanente renuncia, constante dedicación, incondicional entrega, inagotable trabajo y generoso esfuerzo, para sacar felizmente adelante el retoño que duerme en ese momento a su lado sin importarle nada lo que ocurre alrededor.

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