OPINIóN
Actualizado 02/12/2016
Eutimio Cuesta

Se encontraba mi amigo Gene, rellenando las casillas de un crucigrama en su mesa camilla por tierras catalanas, y, entre las cuestiones, que le planteaba el rompecabezas, figuraba la siguiente: "¿Cuál es el pueblo más levítico de España? Gene no tenía ni idea, y siguió con el juego, rellenando casillas con respuestas acertadas. Sólo le quedaba la casilla de marras, y, cuando remató los penúltimos flecos, se quedó boquiabierto, ¿pero es posible? El acierto correcto era "Macotera". Un macoterano, que había vestido sotana de aspirante en el "Maestro Ávila" de Salamanca, que había ayudado a misa a mil curas en su pueblo, no había caído en la cuenta de que Macotera era, (y quizás sigue siendo), el pueblo más levítico de España.

Hoy, no sé por qué, quizás porque me lo sugirió mi amigo Fernando, me voy a detener en lo de "Macotera, pueblo de curas y monjas". El capítulo de las monjas es muy complicado, porque son muchas, y se encuentran englobadas en varias órdenes religiosas, y esta tarea requiere un trabajo de campo, de puerta en puerta, que no me lo permiten las circunstancias en estos momentos; en cambio, el mundo de los curas es más accesible, porque lo viví más de cerca y se dejaron ver más por la sacristía de mi pueblo.

Esta fama de pueblo levítico viene de largo, de muy largo, lo he venido comprobando en cuantos papeles he removido en el Archivo Diocesano; desde que, en 1586, me tropecé con la figura incansable del bachiller Caballo, que se hartó de casar y velar parejas y de bautizar muchachos, hasta hoy mismo, Macotera ha marchado a la cabeza de los pueblos de España en vocaciones sacerdotales. No existe orden monacal ni instituto secular en el que no haya profesado un macoterano. En la relación, que hemos elaborada del siglo pasado, de los cuarenta y un integrantes, nos topamos con diocesanos, salesianos, paúles, dominicos, carmelitas, cistercienses, legionarios de Cristo, Josefinos, Jesuitas, franciscanos y agustinos. Y, en este instante, contamos con doce ordenados: tres diocesanos, un dominico, dos paúles, un josefino, un salesiano, un misionero, un cisterciense, un legionario de Cristo y un agustino.

Puede resultar paradójico por la tradición, pero, hoy, Macotera no tiene un seminarista ni un aspirante; en cambio, hace tan sólo setenta años, noventa y cinco adolescentes y jóvenes del pueblo estudiaban en un seminario o colegio de frailes. Los curas y los frailes fueron la gran panacea para muchos jóvenes; muchos muchachos no pueden, por menos, que agradecer, y no olvidar, a aquellas visitas primaverales de curas y frailes, que llegaban a nuestras escuelas en busca de vocaciones; los curas fueron casi la única oportunidad, que existíó, para poder estudiar, circunstancia que ha cambiado y mucho, como también han cambiado tantas otras cosas en la vida; hoy no estudia el que no quiere, porque dispone de un sinfín de oportunidades; son tiempos nuevos, en los que las nuevas oportunidades hacen que los adolescentes elijan otros caminos y otros sueños más placenteros y confortables; sin embargo, tenemos que reconocer que si Macotera cuenta con un buen número de doctores y licenciados en todos los campos del saber, es debido a aquellos golpecitos a la puerta del aula de la escuela.

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