OPINIóN
Actualizado 12/10/2016
Redacción

Por los avatares de nuestra historia, los españoles estamos variando constantemente el nombre ?en épocas, también la fecha- de nuestra Fiesta Nacional. Por fin, después de tanto cambio, la Ley 18/87 establece el 12 de octubre como Día de la Fiesta Nacional de España.

Antes de nada, quiero que estas líneas sirvan de sincero homenaje al Benemérito Instituto de la Guardia Civil, que también celebra este día la festividad de su excelsa Patrona la Virgen del Pilar. Estos hombres, y mujeres, que de forma tan callada pero eficaz vemos día y noche -incluido el 12 de octubre-, cuidando de nuestra seguridad por tierra, mar y aire, se ven obligados a celebrar el acto institucional de su festividad en fecha distinta, para que su presencia pueda reforzar hoy la seguridad de otros actos oficiales. Como debajo de ese uniforme hay personas con sentimientos, yo animo a cuantos españoles de bien se encuentren hoy con un guardia civil a que le saluden con un sencillo: ¡Felicidades, agente! No sé si podrán responder, pero estoy seguro de que se lo agradecerán. Aunque su vigor, firmeza y constancia permanecen inalterables desde la fundación, y el honor sigue siendo su divisa, como en tantos otros campos de la sociedad, su profesionalidad, los recursos empleados, y su excelente preparación, han logrado que, en la actualidad, estemos hablando de una de las instituciones mejor valoradas por los españoles. De ahí nuestro sincero reconocimiento y gratitud por su entrega; entrega que, de vez en cuando, les hace perder a más de un compañero. A ellos también les recordamos hoy.

Por último, ante las "deserciones" de algunos políticos a quienes les viene grande ese apelativo ?porque ser político es algo mucho más serio-, y no quieren asistir a los actos oficiales programados para este día, cabría preguntarse por qué lo hacen. Sin presumir de adivino, creo que hoy no les parece mal que sea Fiesta. Lo que sorpecho que no digieren bien es que sea Nacional y de España. Si, además, deben soportar el homenaje a esa Bandera que, aunque disimulen, les produce un cierto sarpullido interno, uno se explica cómo se apresuran a buscar excusas para que sus huestes no puedan afearles su presencia junto a la "casta". Afortunadamente quedan otros españoles que, como sucede en países civilizados, se emocionan hasta saltárseles las lágrimas cuando la ven elevarse en el mástil, y cuando se recuerda a quienes dieron su vida porque todos los demás ?incluidos los que miran para otro lado- tengamos una vida mejor. Así pues, los que huyen de estas celebraciones, que no sufran; ya nos bastamos los demás para agradecer la exclusiva dedicación de quienes sólo buscan su satisfacción en el cumplimiento del deber. En el Día de nuestra Fiesta Nacional, muchas felicidades para todos, y el deseo de lo mejor para esta España que, a pesar de los pesares, es capaz de sobreponerse a los que han escogido el camino de los rencores, el enfrentamiento y la ineptitud.

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