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FERIA DE SALAMANCA
Actualizado 14/09/2016
María Fuentes

Juan del Álamo e 'Higuero' del hierro de Domingo Hernández hacen historia en la Glorieta

MARÍA FUENTES

No sé qué valdría la vida si la pasión no pasa por las almas. Esa pasión intangible, tan pura, tan irrepetible con cierto toque de locura, con ese pellizco que rompe los corazones cuando todos se ponen de acuerdo y estallan en delirio, en pasión justificada. Ese delirio da sentido a la vida, como lo da esa embestida de 'Higuero' que hoy prendió motor a los corazones que se rompieron en la Glorieta cuando el reloj marcaba las ocho en punto y las carnes de Juan del Álamo se entregaban al destino.

Así, empezó Salamanca a estallar cuando espetó el salmantino ocho verónicas y media de mimo, compás y cadencia. Desde inicios encajado, abandonado por momentos, más vertical unas veces y más expuesto otras. Rotundidad en los trazos por la diestra ante la embestida soñada del negro de Domingo Hernández que pasaba como un tren, y siguió el delirio, y aquello fue a más cuando también respondía a los toques al natural que tardaron en aparecer, cuando Juan se rompió y le dio distancias, y arrastró la muleta y las gritos ensordecedores de los charros retumbaban en los alrededores. Sonreía Juan porque sabía que la gloria estaba cerca, y salió el pañuelo naranja para culminar eso que el torero ya había logrado, que es trasladar su alma a una realidad superior.

Sonreía la afición como también lo hacía Justo, el ganadero. Sonreían desde el callejón Julián y José Antonio, ¡ay Morante! Antes el de La Puebla ya se había roto. Y es que dos pinceladas de Morante pintan un cuadro. Pinta la exquisitez y el trazo limpio y ante 'Belloto' le dio candela a su leyenda meciendo a la verónica como él sabe hacerlo. Apretó en el peto el animal que tuvo calidad. Prosiguió Morante con la diestra con la muñeca endulzada, mentón hundido, cintura rota para enamorarnos a base de series por la diestra, a ralentí. Y es que cuando torea lo hace con el alma, y pocos se entierran en la arena con esa empaque. Se juega en la línea de los mandones por algo, como lo hace José Antonio y como lo hizo el Juli, que es una fuente de maestría.

Se topó Julián con los más descastados del buen encierro de Garcigrande y Domingo Hernández y aun así, no se arrugó, porque empleó en los toques la cabeza, esa que tienen los que son privilegiados en esto, y él lo es. Tiró de firmeza para arrancar series por ambos pitones a 'Clavel' y 'Tripulante' y no pudo romperse en el toreo grande porque el destino hoy apuntaba en otra dirección, la de la gloria, la de 'Higuero' y la de Juan del Álamo.

Y es que la gloria va ligada a la pasión, esa pasión que hoy supo construir el torero que esperó las arrancadas y dio los tiempos precisos, que fue capaz de ejecutar lo que viene soñando desde niño, que fue capaz de embriagarse de una plaza rota que sentía al son que éste movía el trapo porque 'Higuero' le permitió todo. Hoy Salamanca fue la capital de la gloria que renació en las muñecas de uno de los suyos, y esa pasión te deja el alma descompuesta, esa pasión es delirio. Comunión entre toro y torero que ya forman parte de la historia.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de La Glorieta, Salamanca. Cuarta de Feria. Corrida de toros de Garcigrande y Domingo Hernández. Justa en presentación, de buen juego. Mejores

José Antonio "Morante de la Puebla", bronca y oreja.

Julián López "El Juli", ovación y oreja.

Juan del Álamo, oreja y dos orejas y rabo simbólicos.

FOTOS: ADRIÁN MARTÍN

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