OPINIóN
Actualizado 12/09/2016
Redacción
Un año y dos meses después de asumir la vicepresidencia única y la consejería de Empleo de la Junta, la número dos del actual gobierno de Juan Vicente Herrera, Rosa Valdeón, se veía obligada a dimitir de dichos cargos este fin de semana. Sorprendida por la Guardia Civilconduciendo su coche particular con una tasa de alcoholemia tres veces por encima de la permitida, ello minutos después de ser denunciada por un camionero objeto de un adelantamiento temerario que produjo desperfectos en su vehículo, la política zamorana no tenía otra opción que presentar la dimisión.
Herrera y Valdeón en la toma de posesión de la segunda
Independientemente de las circunstancias que contribuyeran a disparar su tasa de alcoholemia, resulta obvio que Valdeón no estaba en condiciones de conducir en la tarde del viernes. Y ello, al margen del procedimiento penal por presunta infracción de la Ley de Seguridad Vial, colisionaba directamente con el comportamiento cívico y la ejemplaridad que exige a los altos cargos el cacareado Código Ético aprobado porla Junta. Con mayor motivo, si cabe, tratándose de una figura que se ha venido distinguiendo -y el caso Soria ha sido la última ocasión- por demandar ejemplaridad en el ejercicio de la política y en el desempeño de los cargos públicos.
La dimisión era de libro y no se entiende el motivo por el que no la anunció directamente en la rueda de prensa celebrada en la tarde del sábado, supeditándola a un posterior encuentro personal con el presidente de la Junta. Como no se entendería que Valdeón intente aferrarse a su escaño de procuradora en las Cortes Regionales, puesto que las mismas razones que han provocado su salida de la Junta deben conducir, si cabe con mayor motivo, a su renuncia a dicho escaño, máxime cuando no hacerlo supondría beneficiarse del privilegio de su aforamiento judicial para defenderse de una denuncia originada por su conducta en el ámbito estrictamente privado. Es algo de pura coherencia.
Al inicio de un curso político que había arrancado con un perfil extraordinariamente bajo, con una oposición resignada a la mayoría de facto de que sigue disfrutando el PP, Juan Vicente Herrera se ha encontrado con este serio contratiempo, que le obliga a remodelar su gobierno en plena legislatura, algo a lo que ha sido siempre alérgico. Lo más lógico es que dé por amortizada la vicepresidencia y se limite a nombrar una nueva consejera o consejero de Empleo, ya que la desaparición de la consejería no estaría bien vista por sus amigos y aliados del Dialogo Social.
De Santiago y Valdeón el sábado en la Junta
Queda por ver qué ocurre con otras competencias asignadas a la hasta ahora vicepresidenta, tales como la coordinación de las delegaciones territoriales y la agenda de la des-población, y, sobre todo, quién se hace cargo de la portavocía de la Junta. Cabemaliciarse que en el reajuste volverá a salir beneficiado el consejero de la Presidencia, el inmarcesible José Antonio de Santiago-Juárez, la mano que mece la cuna-diván presidencial en el colegio de la Asunción. Siya supondría todo un regreso al pasado que el apodado "Pica" volviera a ser el Portavoz, resultaría de aurora boreal que Herrera perdiera definitivamente el oremus nombrándolo vicepresidente, pero nada puede descartarse en el fin de ciclo de un presidente que lleva más de 15 años apalancado en el cargo.
Visto el resultado deparado por las distintas vicepresidencias conocidas durante estos tres quinquenios de herrerato, lo más prudente sería no proveer de nuevo el puesto. Como el rosario de la aurora acabó el mandato de la que fuera vicepresidenta María Jesús Ruíz, hoy retirada de la política activa no sin antes haber visto recompensada su nefasta gestión con cuatro años de plácida descompresión ocupando un escaño autonómico en el Senado. También infelizmente retirado está el que fuera vicepresidente segundo, amén de consejero de Economía, Tomás Villanueva, muy a su pesar en el ojo del huracán a causa de los sucesivos escándalos -trama eólica y Perla Negra-Polígono de Portillo- que han ido aflorando y que de hecho precipitaron su retirada total de la escena pública. Y para confirmar el "malditismo" de las vicepresidencias de Herrera salta ahora por los aires la de Rosa Valdeón?
Antonio Silván y Fernando Martínez Maillo
Queda por último la lectura en torno a las consecuencias del lance sobre el cansino asunto de la sucesión de Herrera. A mi juicio las posibilidades de la ya ex vicepresidenta eran ínfimas en cualquiera de los dos escenarios posibles. Completamente nulas si Mariano Rajoy renueva su mandato en La Moncloa y mantiene la presidencia del partido en el próximo congreso nacional del PP, en cuyo caso el zamorano Fernando Martínez Maillo seguiría con mando en plaza en Génova, si es que no hereda la secretaría general de Cospedal. No hace falta que me extienda sobre la tormentosa relación existente entre Valdeón y Maillo, este último a la sazón presidente provincial del PP zamorano.
Y en el hipotético caso de que Rajoy fuera desalojado de La Moncloa y dejara paso en el partido a Alberto Núñez Feijóo, opción por la que suspira Herrera, la alternativa de Valdeón habría tenido asimismo muy limitadas opciones. Por tres razones. La primera, por su falta de apoyo territorial en el partido, la segunda porque su rompedora posición mantenida en asuntos como el caso Soria y la ley del aborto le habían granjeado no pocas enemistades en el seno del partido, y la tercera, y definitiva, porque tengo para mí que la verdadera apuesta sucesoria del todavía inquilino del colegio de la Asunción no es otra que la del ex consejero de Fomento, actual alcalde de León -y no por casualidad procurador en las Cortes- el risueñoAntonio Silván.
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