OPINIóN
Actualizado 03/07/2016
Redacción

Es un problema que tenemos ahí, como sociedad, latente y al que volvemos la espalda, como si nos diera igual. De vez en cuando, determinadas instituciones internacionales, como ocurre estos últimos días, o nacionales también, nos llaman la atención sobre tal problema: un tercio de los niños y niñas españoles están en riesgo de pobreza y de exclusión social, como pregonan estos días los medios de comunicación.

Esto es, de cada tres niños con los que nos cruzamos a diario en la calle está marcado por la pobreza, la exclusión, los problemas familiares, el fracaso escolar (que también castiga a este tipo de niños) y otros problemas por el estilo; pese a que no queramos ni aparentemente darnos cuenta, ni abordar el problema como sociedad.

Y esto es más grave de lo que parece. Porque todos los problemas que de tal realidad se deriven (fracasos, desequilibrios, violencias, exclusiones, marginaciones...), los vamos a heredar como sociedad dentro de dos o tres lustros, o antes. Lo que va a conducir a una sociedad del malestar.

¿No se puede hacer nada por nuestros niños? ¿Es más importante rescatar instituciones financieras, que rescatar a nuestros sectores de población en riesgo de exclusiones y de pobreza? Determinadas instituciones ponen, de cuando en cuando, periódicamente, el dedo en esta llaga española, lo mismo que en otra, como es la del altísimo paro de la población, especialmente la de los jóvenes.

Pero, por ejemplo, en la última campaña electoral, apenas se escuchó alusión alguna a estos problemas reales de nuestras gentes, de nuestras pobres gentes (si utilizamos un sintagma procedente del gran narrador Dostoievski). ¿Qué más nos da el 'sorpaso' u otros problemas artificiales por el estilo, si un tercio de nuestros niños no alcanzan la altura de la dignidad?

Y es curioso que, ante tal problema, ante tales problemas, tienen una actitud más comprometida con la sociedad las organizaciones no gubernamentales que los partidos políticos.

Es muy importante rescatar a nuestros niños y niñas, que este verano no se queden sin comer (las autoridades de nuestra comunidad autónoma, desgraciadamente, escudándose en diversas argumentaciones ficticias, se niegan a abrir los comedores escolares durante la temporada estival), sin realizar una comida digna al día, sin tener actividades organizadas por ayuntamientos y otras instituciones, para que puedan convivir con otros niños.

Quieren ser estas palabras ?posiblemente sean voz que clama en el desierto de la indiferencia de muchos? una llamada de atención para que no nos desentendamos de este problema social que tenemos como país y para que le pongamos remedios posibles, que están a nuestro alcance: un tercio de los niños y niñas españoles están en riesgo de pobreza y de exclusión social.

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