A simple vista algo sin importancia, unas obras junto a la Casa de las Conchas; pero la razón de esta fotografía es otra. Resulta que un comerciante se afana en habilitar un pequeño local para una tienda de regalos, lo deja "guapo", como no podría ser de otra manera en esta zona y, siguiendo el proyecto presentado en el Ayuntamiento, a la puerta no existe escalón -lo más lógico- para facilitar la entrada a su establecimiento a señoras o señores con carritos de bebé, personas con movilidad reducida, sillas de ruedas... como manda la ley, oiga.
Pero ¡hete aquí!, incomprensible, que se presenta un técnico de Patrimonio o de algún ente por el estilo y le obliga a construir este pedazo de peldaño, que al colocar la placa de granito aumenta considerablemente. Una forma muy extraña de suprimir barreras arquitectónicas o de facilitar la accesibilidad, confundiendo churras con merinas en aras a conservar el estado del portal de acceso, tal y como se veía hace un siglo, como si una pequeña rampa en este lugar supusiera un atentado a nuestra monumentalidad. El ordenante, técnico o lo que sea no ha debido de ver la horrenda pasarela junto al Palacio del Obispo, otra un poco más decente a un lado de la gran escalinata del Palacio de Anaya, la supresión de las escaleras de la calle Tentenecio... Sin duda alguien ha perdido los papeles o los lee al revés.