OPINIóN
Actualizado 10/05/2016
Redacción

Se aprecia la renovación de buena parte del follaje de las encinas, ya con su candelilla ?flor masculina? casi seca. A menudo a sus pies florece una de las orquídeas más grandes y coloristas: la serapia.

La escalada del trigo queda rematada por su primer objetivo, la espiga ya es visible. A mayor altura se entrecruzan los olores y los colores con los que la arboleda entona también su canto amoroso. Y es que florecen ya los castaños, enebros, arces, robles, olivos, nuestros originalísimos loros, árboles que serían más propios de los trópicos que de estas latitudes, los pinos silvestres o albares, abedules, mostajos, serbales, majuelos, rosales silvestres, agracejos y, por supuesto, el árbol más sagrado de otros tiempos: el roble y todas sus estirpes, como el rebollo o el roble melojo.

Pero no están solos los caballitos del diablo y las libélulas. Tan sólo un listado de las especies de mariposas presentes en nuestras campiñas rebasaría los límites de este capítulo. Y más aún la de escarabajos, que, recordemos, son todos ellos voladores a tiempo parcial. Y los dípteros, ya enjambres. Y los himenópteros. Recordemos que algo más del sesenta por ciento de los animales terrestres son insectos voladores.

La mariposa más espectacular, la bajá de dos colas, emerge tras un letargo de meses. Ha puesto sus huevos el alacrán cebollero que es uno de los pocos insectos que cuida de su descendencia.

Las primeras oleadas de escarabajos forestales, como los sanjuaneros, ya están estrellándose contra las ventanas iluminadas. En las aguas desovan varias especies de barbos. Ponen también masivamente las ranas comu­nes. Y mientras muchos de nuestros pájaros sedentarios se aprestan a la segunda nidada del año, los primeros cigoñinos llegan a este mundo.

"Invasión de escarabajos sanjuaneros"

E1 festival efervescente compete también a todas las clases zoológicas. Los invertebrados, con los abundantísimos insectos a la cabeza, impregnan los aires más bajos. A la cabeza de los espectaculares circulan esos helicópteros llamados libélulas que cazan mosquitos de forma incansable. Qué buenos ratos pueden pasarse contemplando las evoluciones de los seres vivos con mayor capacidad de maniobra en el aire.

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