OPINIóN
Actualizado 28/02/2016
Fernando Saldaña

Emilio, el camarero, está descolocado. Ciudadanos, el partido al que votó como renovación de la derecha, pacta con el PSOE en lugar de hacerlo con el PP, su aliado natural. "¡Menos mal ?dice Emilio- que Rivera trata de alcanzar algún tipo de consenso con el PP!"

Yo no  estoy desconcertado para nada, porque me esperaba algo parecido. Me espera que el PSOE firmara un pacto mirando a la diestra: no había más que escuchar a los popes como González, o a sus delfines, como Susana. Lo que no dejará nunca de sorprenderme es el cinismo de sus líderes, capaces de decir que es un pacto que atiende a la izquierda, mientras su socio afirma que es un acuerdo que satisface las demandas del PP.

La política sigue siendo el arte de mentir, el arte de mentirnos con descaro y con desgarro, aunque esto último lo dejo para otros: ni Sánchez ni Rajoy logran ya que yo me rasgue las vestiduras.

Emilio, el camarero, no se da cuenta de que este pacto es perfecto para la derecha, para que todo siga igual, para que nada cambie. Así, masculla entre dientes mientras nos sirve una ronda.

Le tranquilizo: por mucho que quieran algunos militantes socialistas, "lo progresista" tardará en llegar a España. Para eso están sus dirigentes.

Alberto, que no ha abierto la oca en toda la mañana, cierra la tertulia: "¡Y Rajoy, frotándose las manos!"

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