OPINIóN
Actualizado 07/05/2015
Rosa García

Picaresca: Habilidad para el engaño en beneficio propio, aplaudida desde la cuna y socialmente aceptada.

            El engaño, la manipulación, la apropiación indebida de derechos o bienes se consiente, en gran medida, si se lleva a cabo con habilidad, a través de una trama conveniente elaborada, con gracia.

Pícaro es:       

el trabajador especializado en escaquearse,

el jefe quejica experto en aumentar su margen de beneficios,

el político de buenas palabras, vacías, pero buenas palabras,

el acostumbrado en echarle la culpa a los demás,

el que sistemáticamente llega tarde, eso sí, con una disculpa preparada,

el que hace ingeniería fiscal para puentear la ley,

el que hace leyes para que algunos puedan puentearlas,

el que cobra en negro y luego exige servicios públicos,

el que paga en negro orgulloso de lo que se ha ahorrado.

el que varía de opinión según soplan los vientos con tal de mantenerse en el sillón,

el que va avasallando, confiando en que la gente es pacífica, miedosa por naturaleza,

el que va lloriqueando, confiando en que la gente es compasiva, crédula por naturaleza,

el que manipula la realidad para mostrar solo la parte que le interesa,

el que no lo comunica cuando le cobran de menos,

el que redondea para cobrar de más,

el que se cuela en las colas,

el que se encuentra una cartera y no la devuelve,

el que hace un favor para cobrárselo más adelante,

el que se aprovecha de las desgracias ajenas,

el que se rige por la ley del embudo,

el que roba las toallas por vicio, no por necesidad?

 

Pícaros somos todos en algún momento, por eso no nos atrevemos a tirar ninguna piedra.

"El cambista y su mujer" M. van Reymerswaele. 1539. Museo del Prado

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