Estoy considerando, muy lectores míos, la posibilidad de hacerme bloguera a tiempo completo porque lo que pasa en el patio de mi casa daría para mucho, pero claro, se impone el hecho de llenar la nevera y pagar el PIBI al Excelentísimo Ayuntamiento de Salamanca que tanto me saca por las clases de música de la niña bonita, la circulación del coche y la posesión de esta mi casa. Y todo sin contar con pagar la luz, el internet, la canguro los días que trabajo pronto y hasta la futura ortodoncia. Como ven, mi sueldo de funcionaria es de una brevedad quevedesca y eso que no he incluido el pago de la comunidad. La insólita disminución de mi nómina ya el día cinco de cada mes es un fenómeno paranormal al que ya estoy acostumbrada. Se preguntarán ustedes que ha pasado en mi casa para que esté en plan reflexivo, y es que el fin de curso saca lo peor que hay en mí? mis alumnos han olvidado hasta cómo escribir su propio nombre, la niña bonita ha roto su cuarto estuche en lo que va de año escolar y amaga con boicotear los libros de repaso del verano? se impone el cloro y el agua fría piscinera y no encuentro mis sandalias. El cambio de estación es así de complejo y les aseguro que ante la que está cayendo me quedaría en casa escribiendo un blog sobre los desastres de la Armada Española, el republicanismo tan de moda en los looks del verano con coleta baja y tinte sonriente de Susana Díaz bien retirada a la cuadra andaluza como la potranca lista que es? sí, dilectos lectores míos, entre la histeria infantil por las cercanas vacaciones, la proclamación de Felipe VI, la debacle futbolera ahora que he sacado la bandera a paseo y las cuentas del Gran Capitán no es que yo tenga mucho que aspirar a mi futura vida de bloguera sino al deseo desesperado de estar solita con mi sombra? es decir, solita con mi tecla. Y a todo esto la niña bonita gritándome que si he acabado la columna? lo dicho.