OPINIóN
Actualizado 15/02/2014
Paco Blanco Prieto

En muchos combates cuerpo a cuerpo y pugnas dialécticas entre adversarios, se utilizan frases de estímulo, justificación y ayuda, como la pronunciada por los miembros del Tercio gritando "¡A mí la legión!" cuando peligra la vida de alguno de ellos, o los cristianos medievales invocando al apóstol en su lucha con los infieles vociferando "¡Santiago y cierra España!". Igualmente, los jefes militares enviaban los soldados al matadero de las trincheras gritando "¡Al ataque!", los manifestante violentos piden ir "¡a las barricadas!" y los aficionados al fútbol cantan  "¡A por elloooos, oeee!".

En cambio, los políticos y adictos de uno y otro colorín son cínicos, torpes y ultrajantes en los debates parlamentarios y televisivos, porque los contendientes se enroscan como serpientes sin argumentos, gritándose "hunos" a "hotros" en la cara la misma consigna, intentando con ello eludir responsabilidades inevitables, solicitar perdones populares y dar explicaciones necesarias, diciéndose mutuamente: "¡Y tú, más!", buscando con ello el indulto ciudadano a sus comunes fechorías.

Evitando a los incondicionales de cada facción, la inmensa mayoría de personas contempla con estupor, malestar e indignación, tan deprimente y ofensivo espectáculo, porque evidencia un desprecio a la inteligencia ciudadana digna de figurar en el libro Guinness de los agravios, por la falta de verdad que exhiben, la escasa imaginación que muestran y la ausencia de respeto que evidencian, actitudes impropias de representantes populares, inmerecidas por los representados.

Pero no queda ahí el vituperio al pueblo, porque los tertulianos sabelotodo de las ondas y las pantallas, son destacados alumnos de líderes que los sustentan en sus puestos, y siguen con la misma jerga en las discusiones con sus oponentes, de tal forma que si uno censura errores del opositor, éste le responde amenazándole con los desaciertos del rival.

Detestable práctica diaria, propia de una pseudocracia política y periocística a la que nos hemos acostumbrados los españoles como un paciente al dolor crónico, sin solución posible ni fármaco electoral que alivie el sufrimiento, porque en las próximas elecciones volveremos a las urnas con la amnesia en el carnet de identidad.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >¡Y tú más!