"Soy un padre separado que quiere a su hija y que tengo que ver como mi criterio es menospreciado y se me impide ejecutar mis obligaciones"
Recientemente leíamos en este medio de comunicación una opinión formulada por Montse Vicente sobre la custodia compartida. Les ruego que antes de leer esta réplica lean con detenimiento dichas líneas, solo así comprenderán el porqué de mis palabras.
Decía el escritor William Paul Young "juzgar requiere que te creas superior a quien juzgas", y ante tal reflexión solo puedo arrodillarme ante Montse y pedirle disculpas por estar separado, querer a mi hija y luchar por lo que considero mejor para ella. Solo un ser superior (como Montse) se atrevería a juzgarnos a todos los padres separados y afirmar simplezas como "cuando una madre no quiere custodia compartida, no suele ser precisamente porque el padre sea modelo de responsabilidad" o "aquellas (madres) que saben que su pareja no era compatible con ella, pero sí era un buen padre, no le disputan la custodia".
Y es curioso que la omnisapiente Montse, la mujer que ha sacado la espada de Damocles para castigarnos a todos los padres por pedir corresponsabilidad a la hora de ocuparnos de nuestros hijos e hijas tras una separación, olvide durante todo su alegato lo verdaderamente importante ante esta situación: El menor. Pero claro, eso suele suceder cuando el odio te ciega, cuando los niños se quieren utilizar como arma arrojadiza tras una separación, cuando convertimos a los menores en bandera de causas poco nobles.
Las afirmaciones de Montse son peligrosas no solo por su arbitrariedad, sino que nos marcan las pautas que ciertos sectores mal llamados feministas utilizan para atacar a los hombres, y no voy a afirmar que eso sea maltrato psicológico (con ganas me quedo), pero al menos es un claro desprecio al sexo masculino, a nuestra capacidad como padres, a nuestra responsabilidad y el papel que desempeñamos en la sociedad moderna y plural en la que vivimos.
Estimada Montse, yo pertenezco a una asociación de padres separados y nunca jamás he oído a ninguno de mis compañeros vomitar con tanto odio visceral como nos has dejado leer tú. Tu opinión debería avergonzar, y me consta que así sucede, a hombres y mujeres que luchamos por la igualdad y que creemos en que quienes se separan son los progenitores, no los niños.
Soy un padre separado que quiere a su hija y que tengo que ver como mi criterio es menospreciado, que se me impide ejecutar mis obligaciones como padre y que lloro impotente cuando se vulneran los derechos de mi hija: Espero tus disculpas, y como yo millones de padres que por ser hombres no somos maltratadores, ni machistas, ni huimos de nuestras obligaciones. Tener algo colgando entre las piernas no es un condicionante para tener principios.
Pero como sé que el debate no quedará aquí, que mi petición de disculpas se tornará en más reproches, desprecios y faltas de respeto, ofrezco públicamente a este medio que organice un coloquio sobre custodia compartida donde tú puedas vomitar alegremente mientras los demás argumentamos y buscamos el beneficio de nuestros hijos e hijas. Tal vez entre todos y todas saquemos algo en claro o por lo menos comprendamos tu actitud.
Saludos de un padre que mientras con una mano teclea el ordenador con la otra cuida a su hija de cuatro años para que se duerma, y que no te ha contestado antes por respeto a mi hija y al tiempo que le dedico. Después de tus palabras no merecías que le robara un solo minuto de mi fin de semana con ella para contestarte.
Y por último decirte que si de algo podemos presumir es de que nuestros pocos ahorros los empleamos en nuestros hijos, y claro está que si podemos en que los gastos de la custodia compartidos sean de forma equitativa entre los progenitores, pues somos PADRES; no cajeros automáticos para alimentar a gente desconsiderada, que no tiene el precioso título de madre.