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La espiritualidad de Fray Luis de Granada y Bartolomé de Carranza fue objeto de censura por la...
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CÁTEDRA DOMINGO DE SOTO

La espiritualidad de Fray Luis de Granada y Bartolomé de Carranza fue objeto de censura por la...

Actualizado 23/05/2015
Juan Antonio Mateos Pérez

Se formaron teológicamente en Valladolid y fueron herederos de una espiritualidad intimista, menos conceptual, pero con una gran capacidad pedagógica de llevar al pueblo los grandes misterios de la Teología, afirma Fr. Ramón García (GALERÍA DE IMÁGENES)

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Con la última conferencia impartida por el dominico Fr. Ramón García Marín (en la imagen), se ha cerrado el curso de la Cátedra Domingo de Soto de la Universidad de Salamanca, centrándose en "La espiritualidad en la orden dominicana: fray Luis de Granada y Bartolomé de Carranza". No fueron tiempos fáciles, con fuertes impulsos reformadores dentro de numerosas órdenes religiosas, buscando espiritualidad más viva y cercana al pueblo, como ha mostrado Fray Ramón en el caso de la espiritualidad dominicana, perseguida y puesta en entredicho por los inquisidores del momento. Esa dificultad fue bien manifiesta en la obra de Fray Luis de Granada y Fray Bartolomé de Carranza, cuando Santa Teresa quiere fundar en Toledo en 1569, tiene que pedir autorización a un procurador, ya que el Obispo está en la cárcel.

Dentro de la espiritualidad dominicana se han destacado en el siglo XVI dos corrientes muy distintas. Una emocional e intimista que tiene su foco en el convento de San Gregorio de Valladolid y otra más conceptual y racional, cuyo centro estaba en el convento de San Esteban de Salamanca. Fray Luis de Granada y Carranza se formaron teológicamente en Valladolid y será herederos de una espiritualidad intimista, menos conceptual, pero con una gran capacidad pedagógica de llevar al pueblo los grandes misterios dela alta Teología. No será corrientes contrapuestas, ya que la inquisición les persigue en Valladolid y aunque en Salamanca, cuentan con la oposición de Melchor Cano, tienen importantes apoyos dentro del convento. Tal es así, que ambos teólogos consiguen publicar en Salamanca sus principales obras, como El libro de oración y meditación, Guía de pecadores, con el famoso librero Andrea de Portonaris.

Fray Luis de Granada, la segunda parte de su vida la pasará en Portugal y allí escribirá y predicará también en portugués. Será uno de los pocos autores que aparecen en el Diccionario de autoridades religiosas, tan en España, como en Portugal. El buen hacer de Fray Luis, anima a las autoridades religiosas, a pedir a los conventos dominicos españoles a pedir especialistas para hacer la reforma en el país vecino. Estos especialistas estará formados en espiritualidad y en teología en Salamanca, como Martín de Ledesma o Tomás de Manrique, que marcharán a Coímbra y Lisboa, ambos discípulos de Francisco de Vitoria.

Álvaro de Huerga, especialista en Fray Luis de Granada distingue entre la Teología ciencia, basada en el entendimiento y orientada a las verdades divinas; y la Teología vivencia, centrada en la vivencia interior en la propia alma. Esta última es la que exploran los grandes místicos y también Fray Luis de Granada. Pero esta corriente teológica centrada en la oración interior y en la meditación, será fuertemente investigada por la Inquisición y pronto, las obras de Fray Luis y también el Catecismo de Carranza, entrarán en el Índice de libros prohibidos de Fernando de Valdés, Inquisidor General y apoyada por Melchor Cano.[Img #313312]

Fray Luis de Granada, decidió defenderse contra las acusaciones y viaja a Valladolid, quiere entrevistarse por Melchor Cano y no lo consigue, pero sí con el Inquisidor General, Fernando Valdés. Pero el Inquisidor es contrario a esa corriente espiritual, confesando a Fray Luis que eran libros de contemplación para mujeres de carpinteros, así lo relata el místico en carta a Bartolomé de Carranza. En la misma, confiesa al Arzobispo de Toledo, que no quisiera ir al cielo pasando por Valladolid, a no ser que sea para servir a Dios y a su Excelencia. Vuelve a Portugal y allí envía sus obras a la sección de revisión de libros del Concilio de Trento, en él, no encontraron ningún elemento condenatorio y sus obras las libera el propio Concilio.

Bartolomé de Carranza, también se entrevista con el Inquisidor Valdés en Valladolid. El inquisidor se muestra contrario a que los libros religiosos sean publicados en lengua vernácula, ya que son foco de numerosas herejías. Su Catecismo estaba publicado en castellano y no en latín, ya que Carranza le comenta que es forma que la espiritualidad pueda llegar al pueblo. Cuando predica en el convento dominico de Toledo, al llegar a su Sede, predica sobre la oración mental y la meditación, la más propia entre Dios y el alma. A pesar de que accede al corregir su catecismo y publicarlo en castellano y latín, será condenado. Detrás de su largo proceso, parece que no sólo había cuestiones espirituales o teológicas, Carraza insistía en la reforma de la Iglesia y sobre todo de la cabeza de sus miembros. Era obligación de los Obispos en residir en su propia Sede y no ser absentistas, muchos de ellos como el Arzobispo de Sevilla, Fernando de Valdés, solo pasó una vez a su obispado. En el largo proceso, las rentas del Arzobispado de Toledo, sede de Carranza, pasaron al Fisco General y al Rey, con lo que parece que había interés en que se alargara el proceso. Al final Gregorio XIII, presionado por uno y otro lado, dictó una sentencia que satisfizo a todos sin satisfacer a ninguno, calificó a Carranza de sospechoso de herejía. Se le imponía una dura penitencia y un retraso de cinco años para volver a ocupar su puesto de Arzobispo de Toledo, tiempo que debía dedicar a la reflexión y a la oración. Muere en el convento dominico de Santa María sopra Minerva, proclamando la fe de toda su vida y acatando la sentencia. Gregorio XIII, en reparación por su confusa sentencia de unas semanas antes, redactó el epitafio que se puso sobre su tumba: "Bartolomé Carranza, navarro, dominico, Arzobispo de Toledo, Primadote las Españas, varón ilustre por su linaje, por su vida, por su doctrina, por su predicación y por sus limosnas; de ánimo modesto en los acontecimientos prósperos y ecuánime en los adversos".

Fr. Ramón Hernández nació en Macotera (Salamanca), ha sido profesor y catedrático de la Universidad Pontificia desde el año 1972, donde ha impartido la docencia primero como profesor y desde 1980 como catedrático. En 1975 fue nombrado director del Instituto Dominicano de San Esteban, en 1979 de la "Biblioteca de Teólogos Españoles" y en 1980 de la revista "Archivo Dominicano". Ha sido también profesor de la Facultad de Teología de San Esteban. Fue nombrado en el 2002 en Caleruega, Maestro en Sagrada Teología.

Juan Antonio Mateos Pérez.

Área socio-religiosa de SALAMANCArtv al DÍA

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