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Las Merchanas pierden a su máximo valedor
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NECROLÓGICA

Las Merchanas pierden a su máximo valedor

Actualizado 23/04/2015
Redacción

LUMBRALES | Fallece don Eduardo Martín, maestro y arqueólogo aficionado impulsor del Museo Arqueológico de Lumbrales y del castro vetón

[Img #288831]En la Historia de los pueblos siempre hay personas que, aunque no podamos decir que cambian su rumbo, de alguna manera marcan con su impronta toda una época. Se adelantan a su tiempo poniendo en valor lo que muchos ignoramos o despreciamos y que, posteriormente, se convertirá en el hecho diferencial que nos identificará como pueblo y del que nos sentiremos orgullosos.

Después del Padre Morán, del que apenas teníamos referencias más allá de asociarlo con la imagen de aquel cura peculiar que investigaba piedras, Eduardo Martín ha sido el gran artífice que puso en valor nuestro enorme patrimonio histórico, especialmente el Castro de Las Merchanas, facilitando, con la cesión de las piezas por él recuperadas, la creación de un interesantísimo Museo Arqueológico en Lumbrales que sería la base del Museo del Territorio Vetón actual.

Durante años, como maestro de los colegios de Cerralbo y de Lumbrales primero y en su jubilación después, don Eduardo investigó y recopiló para todos las pequeñas joyas que, a pesar de estar a la vista de cualquiera, sólo él sabía identificar y descifrar. Su colección de piezas arqueológicas, inventariada por Patrimonio, es una de las más importantes de la Comunidad y hoy ya forman parte de nuestro patrimonio cultural.

Pero el valor de don Eduardo no sólo fue rescatar parte de ese patrimonio de todos. Su gran obra ha sido hacernos partícipes de su pasión por la arqueología y conseguir que nos conozcamos mucho mejor y que nos sintamos más orgullosos de nuestra propia identidad, una historia que desconocíamos en buena parte y que hoy empieza a poner las bases de una creciente oferta turística y cultural.

Esperamos que, en algún rincón de su despacho, haya dejado testimonio escrito de su enorme conocimiento de este entorno, de las anécdotas y pequeñas historias que le sugería cada rincón y cada piedra y que, torpemente, ninguno tuvimos la precaución de recoger y conservar.

Nadie explicará, a partir de ahora, Las Merchanas como lo hacía don Eduardo, con el derroche de conocimiento y entusiasmo que él le ponía. Pero tampoco nadie se atreverá hoy a dejarlas nuevamente en el olvido, porque Las Merchanas ya somos todos, porque es nuestro pasado y nuestro presente, pero también un valor en alza de nuestro futuro que nos ha legado desinteresadamente y que estamos obligados a mantener y reforzar.

Gracias Eduardo. Sit tibi terra levis. Que la tierra te sea leve.

E. Corredera / F. Caro

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