En torno a la iglesia de San Pedro y San Fernando gira la historia y la incógnita de los huesos atribuidos a los pastores que adoraron al Niño Jesús en Belén (FOTO DEL COFRE CON LAS RELIQUIAS)
En el barrio de Los Mesones de Ledesma, a mediados del siglo XIX (1857), se levantó la iglesia de San Pedro y San Fernando. Un sencillo templo en torno al cual gira una de las leyendas más divulgadas y que, en esta ocasión, nos sirve para poner un bello epílogo a la Navidad. Según recoge la historia que en aquellos años el Ayuntamiento ofreció al obispado 4.000 reales para su construcción fuera del recinto amurallado, a cambio de que la diócesis le cediese la suprimida iglesia de Santiago con el fin de utilizarla como escuela.
Tiempo en el que la pista de más peso sobre el posible origen de los restos vino de mano del Papa Inocencio XI que concedió indulgencias plenarias, «a la cofradía bajo la advocación de los Santos Jacobo, Isacio y Josefo, canónicamente erigida y fundada en la iglesia parroquial de San Pedro de la villa de Ledesma, diócesis de Salamanca». Cofradía que existió en la Ledesma entre los años 1662 y 1728 y que veneró a los Santos Pastores. No es la única historia curiosa que rodea a esta pequeña arqueta o cofre, ya que durante siglos permaneció oculta, hasta que fue descubierta durante unas obras a finales de 1965 en la ya conocida como la iglesia de Los Mesones.
Creer o no creer. Las incógnitas o las preguntas sin respuesta son el toque mágico que hacen que las leyendas perduren.