El foro 'Proceso de Salamanca' de los Dominicos establece un diálogo entre teólogos y pastoralistas desde la sociedad secular
Este fin de semana en el convento de San Esteban se ha desarrollado el "Proceso de Salamanca", bajo el título: "Vida intelectual y vida pastoral: un diálogo sobre la sociedad secular". Este foro de diálogo que se propuso en el Capítulo General de Trogir, ha querido promover el diálogo teológico e interdisciplinar a partir de situaciones pastorales en ambientes particularmente vulnerables. Consiste en la colaboración permanente entre los frailes comprometidos en la misión, la predicación, lugares de misión y los frailes dedicados a los estudios, tal como ocurrió en el siglo XVI entre los misioneros en el Nuevo Mundo y los frailes del Convento de San Esteban de Salamanca. En este foro han participado frailes procedentes de todas las provincias de España, Aragón, la Bética y algunos laicos, ya que estaba abierta la oferta a toda la ciudad. Se ha querido debatir la teología en un camino de ida, entre teólogos y pastoralistas que trabajan a pie de calle o parroquia, en un diálogo donde todos tienen algo que aprender. Tres aspectos se han querido subrayar: La laicidad como lo más propio de la sociedad, la vulnerabilidad, no sólo en el Tercer Mundo, más bien centrarse en las bolsas de pobreza y necesidad de nuestro país, y, por último, el reconocimiento de los emigrantes.
El primer día, se desarrollaron dos conferencias centradas en los aspectos filosóficos y culturales, impartidas por José Ramón López de la Osa y Moisés Pérez Marcos. José Ramón López, nos presenta la situación de una sociedad en transformación desde los años 80 y la situación de precariado de gran parte de la población: Salario escaso, trabajo precario, sin acceso a los derechos y una ciudadanía muy limitada. Desde esta situación de precariado, surgen grupos críticos y aumenta la protesta, buscando una nueva organización que de un pleno desarrollo a lo personal y colectivo. Para su análisis acude a la obra del filósofo y politólogo italiano Giorgio Agamben, que tiene la capacidad de repensar los temas de nuestra sociedad, sobre todo la política, desde conceptos de la teología. El ponente se centró en la obra "Altísima Pobreza", donde centra sus estudios en San Francisco, pero con un lenguaje político y no metafísico. Propone como alternativa a la sociedad tecnificada y burocrática el arquetipo del monje franciscano, que renuncia a todo derecho, a la propiedad, subrayando la pobreza, pero no el uso de las cosas en caso de extrema necesidad. Para ello se propone un estado de alta pobreza y un uso pobre de las cosas, invirtiendo y obstaculizando el Estado de excepción. Moisés Pérez, analizó la obra de Charles Taylor, una edad secular, donde constata que el interés por la religión está aumentando, pero no es una opción única, sino que se ha convertido en una opción entre tantas otras. En una forma de ser más, de esta era secular, de nuestra época y nuestra cultura. Esta secularización es un proceso largo que está transformando no sólo la persona, sino el imaginario, dando nuevas posibilidades a la persona. Un yo impermeable, con una barrera entre la razón y el sentimiento. Una razón desencantada acentuando el individualismo, con una nueva interpretación de Dios, que puede ser impersonal. Hay una nueva concepción del tiempo, equidistante, homogéneo y vacío. Una realidad material, atómica, mecanicista. Se subraya el individualismo expresivo, antes reservado a los artistas, fomenta la imaginación, la sexualidad, el cuerpo, la moda, la liberación sexual. Todo parece que conduce a un mundo cerrado a la transcendencia, pero no tiene que ser así Es una sociedad traspasada por tensiones internas, desde una dimensión horizontal compartida, como el ecologismo, el voluntariado, la New Age, pero no cerrada; y otra vertical, que puede estar abierta a lo trascendente. Los jóvenes están ampliando los imaginarios y están haciendo nuevas síntesis.
El segundo día intervinieron los pastoralistas: Juan Antonio Terrón, Carlos Bernal y Jesús Duque. Juan Antonio, presentó las dificultades de una parroquia en la transmisión de la fe: Problema de comunicación y lenguaje muy alejado de la comunidad, referencias muy centradas en la teología que las personas no entienden. Se subraya lo individual, se busca la felicidad pero no el sentido de la vida y la apertura a la trascendencia, reduciendo todo a una religiosidad a la carta. Se produce una sacralización de la práctica religiosa, sin buscar una respuesta global. La comunidad sostiene una fe colectiva, pero no subraya procesos más personalizados. Irrelevancia socializadora de la Iglesia, también una presencia en el imaginario no muy positiva. Falta de
El último día intervinieron los teólogos, Jesús Díaz Sariego y Martín Gelabert. Jesús Díaz, propuso la vuelta a ciertos momentos de la orden dominica, para cambiar desde lo que tenemos, relacionando la dimensión profética con el pensamiento justo. En esos grandes momento, Santo Tomás, Escuela de Salamanca, Le Saulchoir en los albores del Concilio Vaticano II. En estos momentos, hay una mayor sociabilidad con el mundo y la voz profética de la orden sonó con más claridad y creatividad. En el siglo XVI, cuando todo valor humano es cuestionado, teólogos y misioneros predicaron que todo atentado contra la dignidad humana, pone en crisis a Dios. Se produce un atentado contra la verdad, la libertad y se cierra la apertura de la fe: ¡Estáis en pecado mortal!, hay un vínculo entre la dignidad humana y la crisis de Dios. Cuando los pensadores del siglo XVI, hablan de fragilidad humana, es la que produce la opresión de los conquistadores, ya que a más poder mayor vulnerabilidad y debe haber mayor responsabilidad. Donde la intervención del hombre crea poder, allí hay fragilidad, esta está envuelta en un sentimiento, nos conmueve la responsabilidad del otro. La llamada de lo frágil, pone su acento en el futuro. Lo que está en juego es el reconocimiento mutuo y eso es una mirada al futuro. Nuestros contemporáneos han perdido la relación entre legalidad y legitimidad. La legitimidad cuestiona la autoridad moral y su esencia. En esta sociedad secular, la predicación deberá ser serena, que cree confianza y que subraye lo humano. Nuestra cultura secularizada, es una sociedad sin pasado y sin futuro. Aquí puede estar la aportación, poner memoria en esta sociedad del vacío, así generar futuro o promesa. Martín Gelabert, realizó una serie de propuestas para predicar el evangelio en una sociedad laica. Partió de que el predicador no sólo es un conocedor del Evangelio, está implicado en lo que dice, es un testigo de la fe. El objetivo fundamental es anunciar a Jesucristo, pero ese anuncio puede quedar oculto con una mala
En encuentro terminó con la celebración de la Eucaristía en la misa dominical de San Esteban.
Juan Antonio Mateos Pérez
Área socioreligiosa de SALAMANCArtv AL DÍA