Estos días nos ponen una y otra vez un anuncio gubernamental contra la violencia de género en la que ponen bajo sospecha los celos con la frase: "Me ama porque siente celos o siente celos, luego sé que me ama". Como ocurre con la publicidad, esta es una frase que se puede entender de muchas maneras, pero es preciso decir que tampoco es cierta la frase "Siente celos, luego no me ama".
En efecto, es frecuente que se demonicen los celos por parte de ciertas corrientes, olvidando que todas las emociones son útiles y están llenas de sentido. Yo creo que debieran decir algo así, "El que tu pareja tenga celos no significa que te respete y que no pueda ser un agresor" Los celos pueden ser irracionales, no fundados o vividos de maneta irracional, incluso ser causa de maltrato en un hombre (y también en una mujer); pero los celos pueden ser una emoción inteligente y compatible con el respeto, la igualdad y lo que popularmente llamamos amor. Sentir celos si la pareja que realmente queremos nos da razones para temer su pérdida, es inteligente y útil, aunque no debe llevarnos a privarla de la libertad de decidir libremente y mucho menos a maltratarla. Pero esta alarma es muy sensata y útil si queremos mantener la seducción y el amor con la pareja, movilizando conductas constructivas.
Esta demonización de los celos me recuerda lo que ocurría en las comunas y grupos revolucionarios de los años 60-70, cuando los jóvenes se empeñaban en negar ciertas emociones entre las que estaban los celos, el sentimiento personalizado de maternidad y paternidad, etc. Intento vano, como reconocen hoy tantos de los que lo hicieron sufriendo las consecuencias de ese error, contra natura.
Para bien de la humanidad, las emociones humanas son más estables que determinadas teorías o posturas, aunque, como es obvio las emociones pueden vivirse de manera racional o irracional, justificada o injustificada, esa es la cuestión. Demonizar los celos es un grave error porque no van a desaparecer de la experiencia humana y porque son una reacción muy humana, a veces muy intuitiva e inteligente, que nos permite hacer algo útil para conservar lo que queremos, por ejemplo mejorando nuestra conducta con la pareja, en su favor y en el nuestro.
Los celos, claro está, deben estar sujetos a la racionalidad y a la ética, pero no podemos avergonzar a quienes los sienten, ni transmitir la idea de que celos y agresiones sexuales a la pareja van necesariamente unidos. Los tópicos no son el mejor camino para afrontar este drama del maltrato a las mujeres.
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