Eutimio Cuesta, colaborador de SALAMANCA rtv AL DÍA, hace un repaso por la historia de la tauromaquia remontándose a episodios del año 1904
No soy muy taurino, pero tampoco hago ascos a los toros; si hay que ir, no le pongo ninguna pega. Me gusta más rebuscar curiosidades en la historia, y, en esa afición, di con el titular que encabeza el relato. No tenía idea de que existió una ley que prohibía celebrar corridas de toros los domingos. Y viene a cuento con el movimiento antitaurino de hoy. Este episodio sucedió en 1904. El pueblo estaba muy preocupado y angustiado por dos acontecimientos patrios, el desastre de la batalla de Cavite, en 1898, y el atentado que sufrió Alfonso XIII, en 1906. En el paréntesis de esos dos eventos, lo más saliente en la torería fueron las alternativas de Montes y de Ricardo Torres, de Bebe Chico, Lagartijo Chico y Machaquito, y la muerte del gran Lagartijo; pero, sobre todo, lo que llenó parte de esos años fue la presencia de don Tancredo en los ruedos y el revuelo en torno a la ley de Descanso dominical.
El 27 de septiembre de 1904, entró en vigor la Ley de Descanso dominical, que afectaba también a las gentes del toro. Los toreros y empresarios, muy molestos, pues estaba en juego su pan, recurrieron al Instituto de Reformas Sociales. Además, se creó una comisión compuesta por Federico Minguet, José Trabado y Enrique Santos El Tortero, que organizó un mitin en defensa de las corridas de toros en domingo en los Jardines del Gran Retiro, con la asistencia extraordinaria de público. En la presidencia del mitin, estaban don José Canalejas, el conde de Romanones, el marqués de Portazgo, don Miguel Moya, Rodrigo Soriano, Mariano de Cavia, Eduardo Muñoz y Pascual Millán. Acabado el mitin, una comisión encabezada por Pascual Millán se dirigió a Gobernación, para entregar un escrito con millares de firmas, al ministro, don José Sánchez Guerra.
Entre la torería, don Luis Mazzantini fue el primero que salió en defensa de la fiesta, con un artículo titulado «El descanso y los toros», el 1 de octubre. Mariano de Cavia, el popular Sobaquillo, compuso para el citado mitin, con música del Himno de Riego, una marcha que dice así:
Salvemos, salvemos la española lid,
juremos por ella vencer o morir.
Cuando el arte de Montes y el Tato
hasta en Francia se ve prosperar,
en España un puñado de ilusos,
con el arte pretende acabar.
Si al revuelo de cuatro manteos
hay quien quiere matar la afición,
los patriotas estamos al quite
defendiendo el toreo español.
Salvemos... (se repite estribillo)
Para alivio de nuestras desgracias
se nos manda escuchar en Madrid
el rum-rum del pimporro eclesiástico
en lugar del alegre clarín,
pero el chasco que van a llevarse
los del «Frinje» va a ser de chipén,
por un cuerno que ahora nos quiten
la afición les pondrá más de cien.
La derogación de aquella Ley del Descanso la logró, medio año después, el político don José Canalejas, no sin que antes los toreros hubieran amenazado con un plante total.