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Cuando Podemos éramos nosotros
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Cuando Podemos éramos nosotros

Actualizado 22/11/2016
Fernando Robustillo

Seguramente no exista mejor paradigma para reafirmar que "el silencio es ese amigo que jamás traiciona" que poner como ejemplo las palabras dichas por Adolfo Suárez a Victoria Prego en el año 1995. Suárez no era consciente de que la esencia principal de

Cuando Podemos éramos nosotros | Imagen 1 Por tanto, nadie le podrá reprochar a la señora Prego que saque a la luz veintiún años después unas palabras off the record de Suárez en las que éste afirmaba que a la Corona se la introdujo en la Ley de la Reforma Política "de tapadillo (las cursivas son nuestras), puesto que todas las encuestas o datos que obraban en su poder señalaban que el sistema político que abrumadoramente hubieran votado los españoles habría sido la República". Seguramente, sí, pero lo que es difícil de creer es que aquella disyuntiva Monarquía o República hubiera tenido cabida en el debate político de entonces.

No debemos apoyarnos para sustentar cualquier argumento en que las palabras dichas por el señor Suárez en 1995 fueran fruto de lo que posteriormente sería su traicionera enfermedad. Si esto hubiera sido así, lo mismo deberíamos decir de la lucidez del señor Maragall y su famoso "ustedes tienen un problema y ése es el 3 por ciento". Suárez quizá dijo toda la verdad en esas palabras, pero fue una verdad sesgada. Por sí solas, unas declaraciones como aquellas daban para una extensa entrevista y, sin embargo, Suárez estuvo suficientemente sobrio para tapar el tentador micrófono de la señora Prego.

Por las dificultades que se dieron en aquella transición de la dictadura a la democracia, en la que hubo eutanasia masiva entre los procuradores de las Cortes franquistas, uno de los argumentos que más pesaron para la "cesión gratuita de la victoria conseguida en una guerra incruenta" (así lo entendía la mayor parte del "búnker") era que la figura del Rey aseguraba la continuidad de las Leyes Fundamentales franquistas que Don Juan Carlos había jurado en el 69 cuando Franco lo eligió como su sustituto. (En el final del texto de la Ley de la Reforma Política firmado por Don Juan Carlos y publicado en el BOE dispone que "la presente Ley tendrá rango de Ley Fundamental". ¿Se trataba de no abjurar colando esta coletilla?).

Por tanto, allanado el terreno de que no habría Ruptura, el "leit motiv" que durante mucho tiempo defendió la oposición de izquierdas, la Reforma era un "pack" completo del que no podías decir esto lo quito y lo cambio por esto otro. De aquella manera, al igual que los franquistas tuvieron que aceptar la legalización de todos los partidos, incluido el Partido Comunista, que por cierto era el único que no había renovado sus cuadros y se presentó desde el exilio con personajes de la Guerra Civil como Carrillo y La Pasionaria, así dígannos quién era el valiente en aquel momento para decir que también se optara por la República como modelo de Estado. Aquello estaba tan fuera de lugar, que ni siquiera se trató por aquellos partidos con opciones de estar en el Parlamento.

¿Entonces qué validez tienen las palabras de Adolfo Suárez a Victoria Prego? Nosotros intuimos que en ese momento no tenían otra finalidad que las de una deferencia con el Rey dado el profundo agradecimiento con su persona. Él era consciente de que toda su trayectoria en el primer plano de la política y el hecho de que su nombre tuviera ya un lugar de relevancia en la Historia fue por obra y gracia de su amigo Juan Carlos. Cuando el Rey mandaba, o sea, antes de la Reforma Política, la forma en la que Suárez entró en el Gabinete de Arias Navarro fue por consejo del Rey y cuando con posterioridad Suárez formó parte de la terna que Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, le presentó a Su Majestad, que el mismo apareciera en ella también fue una opción personal del Monarca. Y, por supuesto, son hechos o circunstancias que no quitan méritos a don Adolfo.

De todos modos, hablando de manera personal, les diré que quienes opinamos contábamos con veintitrés años en 1976, trabajando entonces en Madrid, más exactamente en el centro neurálgico de Atocha, y fuimos testigos de que esto que presentamos aquí de manera teórica y civilizada se daba en medio de un contexto muy convulso, con atentados y secuestros de ETA y GRAPO, asesinatos de los abogados de Atocha, tensión en la Prensa y en la calle entre partidarios de la Ruptura o la Reforma, policías poco acostumbrados a resolver conflictos sin añadir más violencia, ruidos de sables desde los cuarteles, partidos que se hacían notar con etiquetas de trotskistas, maoístas o marxistas-leninistas y, por supuesto, con bandas paramilitares involucionistas.

Reconozcamos que en aquellos años se pudo hacer más (se cerró en falso la Memoria Histórica) pero también se pudo hacer menos. Y terminamos como empezábamos, pero con más razones: "Cuando Podemos éramos nosotros? todo fue muy difícil".

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