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Plácido Domingo y José Carreras: una amistad que marcó medio siglo de ópera
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Una amistad sostenida por la música y el respeto

Plácido Domingo y José Carreras: una amistad que marcó medio siglo de ópera

Actualizado 22/10/2025 10:15

Un concierto que evocó los orígenes de una de las amistades más duraderas en la historia reciente de la ópera.

El reciente encuentro entre Plácido Domingo y José Carreras en Sofía, Bulgaria, frente a la Catedral de Alexander Nevsky, trascendió el formato de una simple presentación: representó la continuidad de una relación profesional y personal que supera las cinco décadas. Junto a la soprano Sonya Yoncheva, ambos artistas ofrecieron al público búlgaro un concierto que evocó los orígenes de una de las amistades más duraderas en la historia reciente de la ópera. El evento reunió talento, memoria compartida y una muestra evidente de respeto mutuo ante una audiencia que celebró la fuerza simbólica del reencuentro.

El primer encuentro entre Plácido Domingo y José Carreras tuvo lugar en Barcelona, a inicios de los años setenta. Domingo actuaba en el Gran Teatre del Liceu y Carreras, recuerda haber recibido sus primeros consejos del tenor español. Aquella conversación marcó el inicio de una relación que, con el paso del tiempo, se transformó en colaboración, respeto mutuo y compañerismo profesional. Lo que comenzó como una coincidencia artística se convirtió en una alianza sostenida por la admiración y la experiencia compartida.

Plácido Domingo y los Tres Tenores: cuando la ópera se hizo masiva

La convivencia entre ambos se fortaleció durante los años ochenta. En esa etapa surgió la idea que cambiaría el rumbo de la música lírica moderna: los Tres Tenores, junto a Luciano Pavarotti. La propuesta —que mezclaba arias de ópera con canciones populares italianas y españolas— llevó la ópera a un público masivo. Según han recordado en entrevistas, entre ellos nunca hubo competencia ni conflictos; la clave del éxito fue precisamente la amistad y el entendimiento profesional. El histórico concierto de Roma en 1990, celebrado durante la Copa del Mundo, consolidó aquella colaboración y se convirtió en un fenómeno cultural sin precedentes.

Más allá de los escenarios, Plácido Domingo desempeñó un papel decisivo en uno de los momentos más difíciles de la vida de Carreras. En 1987, cuando el tenor catalán fue diagnosticado con leucemia, Domingo viajó a Estados Unidos para visitarlo durante su tratamiento en Seattle. Carreras ha señalado que ese gesto de apoyo fue un impulso emocional fundamental para su recuperación. Años más tarde, la creación de la Fundación Internacional José Carreras para la Lucha contra la Leucemia daría continuidad a ese espíritu solidario que marcó su relación. Aquella experiencia reforzó entre ambos la conciencia de que la música podía ir más allá del escenario y transformarse en un compromiso humano.

En la reciente presentación en Sofía, ambos intérpretes recordaron también su conexión con Bulgaria y su aprecio por figuras como Nikolai Ghiaurov, Gena Dimitrova y Raina Kabaivanska, artistas con los que compartieron escenario en distintas etapas de sus carreras. En ese contexto, Plácido Domingo anunció que la próxima edición de su concurso de canto Operalia —iniciativa dedicada al impulso de jóvenes talentos— se celebrará precisamente en la capital búlgara, reforzando el vínculo con el país y con una generación emergente de cantantes que ve en ellos un referente artístico.

Un día después del concierto en Verona, Plácido Domingo asistió en Milán a la inauguración de la sala dedicada a la colección Belcanto Collection, una línea de ropa elegante inspirada en el mundo de la lírica y dedicada a José Carreras. La presentación tuvo lugar en la boutique Doppiaa, marca creada por Alain Fracassi y Albert Carreras, hijo del célebre tenor. Este encuentro simbolizó nuevamente la unión entre moda, arte y ópera, extendiendo la celebración del bel canto más allá del escenario.

Una amistad sostenida por la música y el respeto

A lo largo de más de medio siglo, la relación entre Plácido Domingo y José Carreras ha trascendido la colaboración musical. Es una historia que combina profesionalismo, confianza y continuidad, con momentos que marcaron la historia de la ópera moderna. Desde los primeros ensayos en el Liceu hasta los grandes escenarios internacionales, su amistad demuestra que, incluso en un entorno tan exigente como el lírico, el respeto y la cooperación pueden convertirse en una de las formas más duraderas de éxito compartido.

Esa conexión también ha funcionado como un puente generacional: ambos intérpretes, con trayectorias consolidadas, han compartido con las nuevas generaciones de cantantes una visión de la profesión centrada en el compromiso, la disciplina y la transmisión de conocimiento. En cada reencuentro, el diálogo entre Plácido Domingo y Carreras reafirma una idea constante: que la ópera se sostiene tanto en la voz como en la capacidad de compartirla. En tiempos donde las carreras artísticas suelen medirse por logros individuales, su vínculo recuerda que la trayectoria también puede construirse en plural y que la amistad, cuando se mantiene a lo largo de los años, puede ser tan decisiva como el talento mismo.