Manuel Briñón destaca el carácter castellano, serio, sobrio y profundamente sentido de la Semana Santa albense
El pregón de los Padres Reparadores fue el pistoletazo de salida a los actos de la Semana Santa albense, una celebración que, año tras año, reúne a sus habitantes en torno a la fe cristiana y a una arraigada tradición popular. Con humildad y devoción, Manuel Briñón, superior del Colegio Seminario San Jerónimo de Alba de Tormes, ofreció un mensaje que invita a vivir estos días con intensidad y sentido cristiano.
El pregón, celebrado en un ambiente de recogimiento y expectación, ha sido mucho más que un anuncio: ha sido un canto a la unidad de los presentes como “hijos de un mismo Dios, unidos por una misma fe”, según palabras del pregonero, quien extendió un saludo desde el corazón a todos los albenses y visitantes.
La Junta de Cofradías de Alba de Tormes confió este año la responsabilidad a los dehonianos, una elección que coincide con una fecha señalada: el centenario de la muerte de su fundador, Juan León Dehon, en 1925. Este sacerdote, cuyo Decreto de Beatificación fue firmado por San Juan Pablo II, dedicó su vida a extender el Reino del Corazón de Jesús, un carisma que resuena con especial fuerza en esta Semana Santa.
La Semana Santa en Alba de Tormes no es solo un conjunto de procesiones y actos litúrgicos; es una expresión viva de la tradición y la espiritualidad que han trascendido generaciones. El pregón destacó cómo esta villa, marcada por la presencia de grandes santos como San Benito, San Francisco, Santa Teresa de Jesús y San Vicente de Paúl, se convierte en un escenario único para contemplar el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
A ellos se suma la figura de Dehon, quien bebió de estas fuentes espirituales para fundar su congregación en 1878, enriqueciendo así la Iglesia con un carisma centrado en el amor al Corazón de Jesús. “Es una preciosa coincidencia que este pregón sea en este año 2025, cuando celebramos el centenario de su muerte”, subrayó el pregonero, quien agradeció a estos santos su legado.
Con una expresión tan propia como “meternos en el barro” –alusiva al torno del alfarero que da forma a la arcilla–, el pregón invitó a los albenses a sumergirse en la esencia de su Semana Santa: una celebración castellana, seria, sobria y profundamente sentida. Citando al poeta y cronista Antonio Álamo Salazar, se recordó que Alba de Tormes es “un buen horno para cocer el pan de la tradición”, y que en esta villa la Semana Santa, junto a la Navidad y la octava de Santa Teresa, eleva la fuerza conmemorativa a su máxima expresión.
El pregón ofreció un “spoiler” de lo que está por venir: desde el Viernes de Dolores, con la procesión de la Virgen de los Dolores, hasta el Domingo de Resurrección, con el alegre Encuentro entre el Cristo Resucitado y su Madre. Entre medias, días cargados de simbolismo: el Domingo de Ramos con la entrada triunfal de Jesús, el Martes Santo con la salida del Cristo de San Jerónimo, el Jueves Santo con la institución de la Eucaristía, y el Viernes Santo con el conmovedor Descendimiento y la procesión del Silencio. Todo culminará en la Vigilia Pascual, “la noche de las noches”, que celebra la victoria de la Vida sobre la muerte.
“Mirar… es una de las acciones principales que todos hacemos en nuestra Semana Santa”, afirmó el pregonero. Mirar a la Dolorosa, al Ecce Homo, al Nazareno, al Cristo de San Jerónimo, a la Soledad –obra sublime de Pedro de Mena–, pero sobre todo, mirar a Jesús en la cruz y en la Eucaristía. Esa mirada, que busca trascender lo visible para “ver” lo esencial, es el hilo conductor de estos días en Alba de Tormes.
Santa Teresa, faro espiritual de la villa, fue invocada como guía: 'Desde el Alba al cielo' su presencia ilumina la fe de los albenses. El pregón cerró con una exhortación a vivir estos días con la misma pasión que ella, acercándose al Corazón de Jesús, y un deseo unánime: “¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío!”.