La vivienda, un bien escaso y de primera necesidad, está secuestrada por el capital y la especulación, que busca la máxima rentabilidad. Muchos son los males y políticas erróneas que nos han llevado a esta situación y de las cuales ya hemos hablado. Pero puede que ésta (la ambición desbordada) sea el origen y la madre de tal desaguisado.
El gran problema de la vivienda no es solo local, de España, lo es internacional, con sus matices en cada país, dependiendo mucho de las políticas que se hayan llevado a cabo. Si bien, hay dos aspectos que consideramos como denominador común a todos los lugares: Uno, que la crisis de la vivienda o la falta de la misma, puede quebrar las familias, romper la sociedad o provocar un estallido social. Y dos, que es un error mayúsculo el permitir y facilitar que la vivienda entrara en el mercado activo, en los mecanismos de la especulación.
Para el bienestar de las personas y de las sociedades, hay conceptos como el de la vivienda, la salud, la educación y la dependencia, que no deberían entrar en la dinámica del mercado, la especulación y la voracidad de la acumulación económica. El derecho de todo ciudadano a una vivienda digna y adecuada está contemplado en el Artículo 47 de la Constitución española, aunque, con frecuencia, se obvian los calificativos de “digna” y “adecuada” que la determinan.
España está entre los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) con mayor número de viviendas por habitante, donde también el hogar promedio tiene 1,9 habitaciones por persona, cifra mayor que el promedio de la OCDE que es de 1,7. Pero ese parque de viviendas está mal repartido. Hay más de un millón de casas vacías y medio millón de pisos turísticos, muchos de los cuales hasta no hace mucho eran viviendas destinadas a formar hogares dignos. Viviendas que dejaron de serlo para pasar, en la mayoría de los casos de forma irregular y al margen de la ley, a ser pisos turísticos ilegales, como negocio especulativo.
Más allá de la escasez (el Banco de España dice que faltan 500.0000 mil viviendas), la falta de ocupación y el mal uso de inmuebles destinados, en principio, a viviendas, hemos de tener presente el concepto eludido de “dignidad” de la vivienda. Según un reciente estudio del Observatorio de Vivienda Digna de Esade, unos 5,6 millones de hogares en España no cuentan con una vivienda digna.
El problema de la vivienda es tan acuciante que la exigencia o ejecución de ese derecho constitucional, parece que haya pasado al sueño de los justos, ante la tremenda escasez y carestía de viviendas. La ley no escrita del mercado con sus elementos de la oferta y la demanda, determinan las posibilidades de disponer de una vivienda y las cualidades de la misma. Posibilidades que resultan muy escasas, especialmente para los jóvenes y para los jubilados a los que se les acaba el contrato de alquiler.
La crisis de la vivienda es tan larga y profunda que hasta se está degradando el propio concepto de “vivienda”. Se está normalizando la precariedad y, en lugar de hablar de vivienda, hemos reducido el concepto de “hogar” y nos referimos a él hablando de crisis o problema “habitacional”. Y es que una gran parte de los jóvenes, familias monoparentales y mayores, ya no pueden ver ubicado su hogar en una vivienda, sino limitado a una habitación.
Personas que, junto a esas limitaciones de espacio físico, se ven forzadas a asumir otras condiciones abusivas e indignas. Una interpretación amplia, humanitaria y economicista del derecho constitucional, nos sugiere que la vivienda no es solo un techo que nos dé cobijo, también es o debería ser, un lugar digno en el que construir un proyecto de vida, tanto en su vertiente social como económica.
La disponibilidad de una vivienda digna y adecuada es fundamental para el desarrollo personal y profesional. Afecta al posible uso de servicios y suministros básicos, así como a la salud, la natalidad, la educación, el empleo, la emancipación de los jóvenes, la protección de los mayores y el bienestar de las personas. Consecuentemente, la vivienda es un factor determinante en el desarrollo económico y social de un país.
Aunque lentamente, algo se está moviendo en el espacio temporal en el que escribimos estas líneas. De hecho, estamos en una semana clave que podría significar un antes y un después en el loco mercado inmobiliario. El jueves día tres del corriente mes de abril, finalizó la efectividad de las Golden Visa, ese instrumento por el que los inversores extranjeros podían obtener el privilegio de un permiso de residencia en España al comprar inmuebles por más de 500.000 euros. Por esta vía, se concedieron más de 22.400 visados hasta el 2023.
Por otra parte, desde este viernes día cuatro, entra en funcionamiento la modificación de la Ley de Propiedad Horizontal (LPH) por la que los nuevos pisos turísticos deberán ser aprobados por el 60 % de los vecinos del edificio en cuestión. Limitación que no resuelve lo que se viene dando de que los grandes capitales o fondos de inversión, puedan comprar edificios enteros y cambiar su uso de vivienda a pisos turísticos, como fue la pretensión del caso de la Casa Orsola en Barcelona. Cabe esperar que las administraciones públicas y autoridades competentes, hagan algo para devolver los pisos turísticos ilegales a su uso normal como vivienda. Pisos que están operando en el mercado sin licencia y que, por tomar un ejemplo, solo en la capital de España son unos 16.000, de los cuales únicamente el 7 % son legales.
De otro lado, este sábado, el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos tiene convocadas movilizaciones en unas 40 ciudades, para defender el derecho y acceso a una vivienda digna y a un precio asequible. La calle se moviliza contra la especulación inmobiliaria.
Hemos citado a los mayores como uno de los colectivos afectados y en muchos casos damnificados por la crisis de la vivienda. Al respecto, nos impactan en nuestra mente esos mayores, que llevando de alquiler muchos años, se les acaba el contrato y no tienen recursos suficientes para renovarlo en las nuevas condiciones impuestas por los arrendatarios, quedándose en la calle, sin un techo que les cobije. Una lástima. Con ellos nos quedamos.
Escuchemos a Pedro Capó - Volver a Casa:
https://www.youtube.com/watch?v=XK2kfdAJi9I
Aguadero@acta.es
© Francisco Aguadero Fernández, 4 de abril de 2025
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