Siete años después del fallecimiento del legendario ganadero, su hija y sus nietos mantienen viva la llama de su pasión por el toro bravo
El legado del añorado Domingo Hernández sigue vivo en la finca de Traguntía gracias a la labor de su hija Conchita y sus nietos Dody y Marcos. Este último recibe a SALAMANCA AL DÍA una mañana fría y soleada tras las incesantes lluvias que tienen el campo anegado pero con un verdor espectacular.
Marcos Pérez Hernández recuerda con una sonrisa en el rostro que de niño, aunque vivía en Madrid, pasaba temporadas muy largas en esta magnífica finca que en su día perteneció a Santiago Martín ‘El Viti’: “No tengo recuerdos que no sean en el campo. Todos mis recuerdos de la infancia son aquí, en Traguntía, una finca llena de historia y tradición”. Este madrileño de nacimiento pero salmantino de corazón, realza las virtudes de la dehesa en la que nos encontramos: “Es una finca emblemática que en su día perteneció a una figura del toreo y eso se nota en que es preciosa, sobre todo con las paredes de piedra que le dan muchísima solera y categoría”.
Antes de entrar en materia, el ganadero añora los tiempos en los que siendo un adolescente disfrutaba de los triunfos de la casa sin tener ninguna responsabilidad: “Disfrutaba mucho más antes que ahora. Lo vivíamos todo con muchísima intensidad y muchísima felicidad”. A Marcos Pérez se le iluminan los ojos cuando habla de su abuelo Domingo: “Él nos ha dejado todo esto que estamos viendo y el que puso esta ganadería arriba. Ha sido un gran ganadero”. Desde los seis años convivieron juntos, lo que le ha marcado de por vida: “Recuerdo esa seriedad, ese afán por el campo y, sobre todo, por las vacas madre más que por los toros de camada. Por supuesto que le encantaban las corridas de toros, pero lo que realmente le apasionaba era ver la ganadería en el campo. Era su vida. Sobre todo la época de la paridera de la vaca”.
La aportación de Domingo Hernández a la cría del toro bravo es incuestionable: “Yo creo que fue uno de los primeros ganaderos en evolucionar hacia el toro que nos encontramos hoy en día. En su momento intuyó el toro del futuro y podríamos decir que fue un visionario”. Preguntado sobre cuales fueron esas aportaciones de su abuelo a la mejora de la raza brava, Marcos responde: “Hizo mejorar la ganadería en cuanto a preparación, a buscar una manera de embestir propia y especial y una manera singular de colocar la cara en la muleta”.
Los primeros pasos de este joven en la ganadería fueron cuando aún ‘convivían’ los hierros de Domingo Hernández y Garcigrande: “Mi abuelo puso la ganadería en manos de mi tío Justo y yo le echaba una mano en todo lo que hiciese falta. Estaba a pie de campo en el día a día y lo compaginaba con mis inicios como novillero sin picadores. Fue una etapa muy bonita”. Cuando en 2018 fallece Domingo Hernández, se sigue lidiando de manera conjunto entre ambos hierros hasta que en 2020 se parten las ganaderías: “En ese momento a mi tío le tocó el hierro de Garcigrande y a mi madre el de Domingo Hernández. Se partieron las dos ganaderías a la mitad y, por tanto, también las camadas de toros y eso conllevó un poco de confusión al aficionado porque lidiábamos toros de los dos hierros aunque se anunciase solo una ganadería en el cartel.” “Desde el año pasado eso ya no pasa”, explica, “porque ya se lidiaron los primeros becerros herrados cada uno en su casa y con su hierro”.
En la actualidad, el toro de Domingo Hernández sigue siendo demandado en los carteles de figuras de las principales ferias, lo que significa que es propicio para el triunfo. Lejos de autocomplacerse, Marcos Pérez es crítico: “Algún día algún toro se equivoca y se acerca a lo que estamos buscando a día de hoy”. Las principales virtudes que destaca el ganadero de sus toros son “la duración, que tenga transmisión, que tenga flexibilidad y que coloque la cara en los chismes”. La frase con la que finaliza Marcos su respuesta es contundente: “Queremos que sea un toro propicio para el triunfo pero que no sea un toro tonto. Creo que el toro tonto no marca diferencias y las figuras del toreo a día de hoy lo que buscan es precisamente eso, marcar la diferencia”.
El hecho de estar en esos carteles de relumbrón hace que el público exija: “Sí, se nota la exigencia pero yo creo que realmente exigen a las figuras y, por tanto, exigen a las ganaderías que matan”. Pese a ese continúo examen al que son sometidos, Marcos Pérez se muestra feliz: “Tenemos la suerte de que las figuras quieran apostar por nosotros. El día que la ganadería deje de funcionar, dejarán de apostar, como es lógico. De momento, gracias a Dios, tocaremos madera y trataremos de no estropearlo mucho…”.
Uno de los grandes acontecimientos en la historia reciente de esta ganadería salmantina es el del pasado 26 de abril de 2023, cuando Morante de la Puebla le cortó las dos orejas y el rabo a ‘Ligerito’ tras una faena antológica en la Real Maestranza de Sevilla. El ganadero suspira profundamente y resopla antes de recordar aquella tarde: “Creo que lo pasé tan mal durante todo el día que no lo disfruté como lo tendría que haber hecho o como pudo hacerlo cualquier aficionado que estuvo sentado en el tendido. Hemos pasado a la historia del toreo y fue una explosión de emociones que recordaremos toda nuestra vida, aunque los ganaderos vivimos del presente y no del pasado ni del futuro”.
El pasado de Marcos como matador de toros le hace ser un gran conocedor del toro bravo e influye en su toma de decisiones, aunque tiene claro con cual de las dos facetas pasa más atragantón: “Sinceramente puedo decir que lo paso bastante peor como ganadero que cuando me vestía de luces. Aquí la responsabilidad depende de un toro al que llevas criando cuatro años y aunque intuyes lo que puede pasar, no sabes cómo va a reaccionar. La responsabilidad es grandísima cuando se va a las grandes ferias en esos días tan importantes de carteles de figuras”.
El silencio vuelve a apoderarse de la conversación cuando hablamos sobre la plaza de toros que más le pesa a Marcos Pérez como ganadero. “Sevilla, sin duda”, responde tras unos segundos con la mirada perdida en el horizonte. “Es la feria a la que todos los ganaderos queremos ir. Yo lo pasó realmente muy mal desde muchos días antes de ir”. Respecto a Salamanca, aún no le ha llegado la oportunidad de lidiar desde que se separaron ambos hierros: “De momento no ha llegado ese momento, pero creo que también va a ser una de las plazas en las que lo voy a pasar muy mal los días antes. Me encantaría lidiar en La Glorieta durante muchísimos años de mi vida”.
Para la temporada actual, Domingo Hernández volverá a ser santo y seña del Campo Charro en las principales ferias. Unas 14 corridas de toros que serán lidiadas en escenarios como Sevilla, Córdoba, Santander, Almería o Cáceres, entre otras. Además, si todo marcha según lo previsto, estará en la Feria de Otoño de Madrid: “Desde que partimos las ganaderías no hemos ido con una corrida completa a Las Ventas aunque sí hemos lidiado toros sueltos en alguna encerrona”.
Hablando de sueños, Marcos Pérez tiene los pies en la tierra: “Cualquier ganadero dice que su sueño es que le corten un rabo a un toro suyo en Madrid o Sevilla, pero yo creo que los ganaderos somos más conformistas que todo eso. Somos ambiciosos, pero nos conformamos con que embistan un gran número de toros todos los años”. En lo más personal, el objetivo de este joven ganadero es claro: “Quiero mantener esta ganadería arriba toda la vida, ser capaz de mantener lo que mi abuelo un día creó y que su nombre siga vivo en los mejores carteles de las principales ferias”.
La última reflexión también es acerca de Domingo Hernández y sobre si su nieto cree que se le ha reconocido lo suficiente: “Creo que el toreo es la profesión más justa que hay, tanto para los toreros como para los ganaderos. Cuando embisten los toros, estás, y cuando no embisten, no estás. Si te quitan de los carteles y la ganadería funciona, tardan poco en volverte a poner, pero si te quitan y no funciona es que te han quitado con razón”. “Mi abuelo hizo una gran labor y fue reconocido en muchos casos, en otros puedo pensar que no tanto”, continúa emocionado, “pero lo más importante es que mi abuelo se fue feliz en vida”.
FOTOS: PABLO ANGULAR