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Aprendizaje vital y enriquecedor
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Al cabo de la calle

Aprendizaje vital y enriquecedor

Actualizado 29/03/2025 09:17

En el 2017 la UNESCO decidió proclamar el 23 de marzo como el Día Mundial del Aprendizaje. Lástima que, también en este 2025, haya pasado totalmente desapercibido. No se ha notado en la opinión pública la menor celebración. Debe ser por eso que la prensa y otros medios de comunicación tampoco han hecho referencia alguna a tal efeméride. Vamos a pensar que en el interior de los centros educativos sí se ha celebrado y que no ha trascendido fuera, porque sonaba más el Día Meteorológico Mundial que se celebra en la misma fecha.

La visión que tiene la UNESCO respecto del aprendizaje y la labor que está llevando a cabo, está en consonancia con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 que, en el horizonte del 2030, aspira a “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida para todas y todos”.

El aprendizaje no es una fecha más en el calendario, es una llamada a la acción por una vida mejor. El Día Mundial del Aprendizaje es un recordatorio sobre la importancia que este tiene para adaptarte, innovar y destacar tanto en el entorno como en cada momento, especialmente en tiempos como los que vivimos, en los que todo, o casi todo, cambia a gran velocidad.

Solo con el aprendizaje se pueden abrir puertas, encontrar nuevas oportunidades, diferenciarte en cualquier escenario y potenciar tu personalidad o preparación. En un mundo donde la información fluye a velocidades sin precedentes, el aprendizaje es una herramienta de crecimiento personal y profesional, así como el motor que impulsa la evolución. Aprender siempre fue una constante de todos los tiempos ligado a la persona, pero hoy, más que nunca, aprender significa evolucionar, innovar, comunicar, liderar en entornos altamente dinámicos y competitivos.

El aprendizaje es un proceso dinámico, quizás el único, que nos acompaña durante toda nuestra vida, desde que nacemos hasta que morimos. Algunos pensamos que incluso comienza antes de nacer. Proceso que involucra varios factores claves de nuestra existencia, sentimientos y comportamiento, tales como la capacidad cognitiva, la percepción, atención, memoria, emoción, y la motivación. Todos estos elementos trabajan juntos e interactúan entre sí, permitiendo que las personas podamos procesar la información y los estímulos exteriores, adquiriendo y desarrollando con ello nuevos conocimientos, conductas, valores y habilidades que nos conduzcan por los abruptos caminos de la vida.

Otra de las características del aprendizaje es que es universal e intrínseco en el ser humano. Sin el aprendizaje no hubiéramos evolucionado como ser humano, no nos desarrollaríamos como personas ni como profesionales, porque forma parte de todas y cada una de las facetas de nuestra vida, tanto personal como profesional, por lo que resulta algo fundamental para la persona, para mejorar su bienestar, para aportar algo en la vida y para avanzar.

Pedagogos, filósofos, psicólogos, sociólogos, politólogo y estudiosos de todas las áreas del conocimiento y del ejercicio profesional, coinciden en resaltar la importancia que para nuestras vidas tiene la educación y el aprendizaje continuo. El aprender a lo largo de toda la vida no es solo una opción para quienes quieran hacerlo, es una necesidad vital y, en este mundo que avanza a pasos agigantados, un requisito imprescindible para el desarrollo personal y colectivo.

Ya hace tiempo que, desde la experiencia docente y profesional, sabíamos que el aprendizaje continuo formaba parte de nuestro ser, de la esencia de nuestra naturaleza humana y de las exigencias de la vida moderna, cosa que vino a reforzar la UNESCO. Señalando así la importancia de la comunidad educativa a escala global y de otras formas de aprendizaje.

Abrazar la cultura del aprendizaje continuo es ser conscientes de que la educación no se limita al aula ni a las etapas de la escuela, el instituto y la universidad, aunque en ellas se da el mayor aprendizaje, siendo los niños, adolescentes y jóvenes, junto con los maestros y profesores los protagonistas del aprendizaje. Aprendemos también con el intercambio de ideas, de la experiencia diaria y a través de la tecnología. El conocimiento adquirido por medio del aprendizaje es una poderosa herramienta para potenciar la creatividad y el talento de cada persona, que nos llevará a la innovación y al progreso individual y de las sociedades.

En un mundo lleno de incertidumbres y retos, el aprendizaje es nuestro mejor recurso. Representa nuestra capacidad innata para formarnos, crecer y adaptarnos. Una habilidad única y a considerar como el motor de nuestro desarrollo personal y el avance colectivo. Muchos e innumerables son los beneficios tangibles del aprendizaje para un futuro más brillante. Quizá, el aporte más valioso sea la esperanza, en la búsqueda de una vida y un mundo mejor.

Con todo, hemos de tener en cuenta que los beneficios del aprendizaje antes descritos y los hipotéticos esfuerzos por conseguirlo no son eternos, hay que cuidarlos. Porque, aunque la mente humana tiene una capacidad extraordinaria para la adquisición de conocimientos y la retención de información, también es susceptible la pérdida de dicha información, a pesar de ese dicho conocido sobre “lo que bien se aprende tarde se olvida”. A esa hipotética pérdida de lo aprendido se le conoce como “la curva del olvido”, o como “curva de la memoria”, concepto acuñado hacia finales del siglo XIX por Hermann Ebbinghaus, psicólogo alemán que con sus estudios arrojó luz sobre la manera en que nuestros recuerdos se desvanecen con el tiempo, cuando no hay intenciones de retenerlos o recordarlos, o si no son reforzados activamente.

El ancho mundo de la enseñanza y el aprendizaje tiene muchas derivadas de interés, vinculadas y relacionadas con el ser humano, entre ellas, las diferentes formas y estilos de aprendizaje, que aquí no podemos entrar a desarrollar. Sí hacer una breve reflexión sobre el ¿cómo aprendemos? y responder con la teoría del psiquiatra William Glasser en la que, entre otras cosas, viene a decir que: aprendemos de acuerdo con el grado de participación y responsabilidad que asumimos en el proceso de aprendizaje, y es esa interacción la que hace que el conocimiento obtenido sea más o menos significativo y fácil de retener. Teoría que está en línea con ese proverbio de “Dime y olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”.

De lo anterior dicho podemos llegar a una conclusión, aunque no sea la única deducible: que nuestra actitud y predisposición es fundamental en nuestro propio aprendizaje. Cada persona que decide aprender algo nuevo, cada día, es un embajador del aprendizaje. Seamos embajadores del aprendizaje.

Escuchemos a Joan Manuel Serrat - Esos locos bajitos:

https://www.youtube.com/watch?v=9NB2XCKVqQM

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 28 de marzo de 2025

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