Cuando se escuchan muchas tonterías juntas se corre el peligro de no prestar atención a las cosas importantes. Eso fue lo que hizo Carlos Mazón en sus grandilocuentes declaraciones de hace unos días, queriendo esconder, sin éxito por cierto, entre sus palabras las acusaciones de culpabilidad a los inmigrantes de los robos tras las Dana y también al Pacto Verde Europeo y de la Agenda 2030 de las consecuencias de esta. Acuerdos que su partido había suscribió sin enmienda alguna en el Parlamento europeo.
En demasiadas ocasiones en el desempeño políticas de baja calidad que llevan a cabo políticos de escasas luces, se acude al recurso de retorcer y alambicar el lenguaje para ocultar, tras una multitud de palabras vacías, mucha retórica, pero ninguna lógica. Y el Presidente de la Generalitat Valenciana lo hizo sin ningún tipo de rubor para poner a salvo su culo abrazando el ideario de la ultraderecha como pago al apoyo de Vox a los presupuestos. Y es que como afirmaba el filósofo y escritor británico, autor de la conocida obra de política ficción “Un mundo feliz”, Aldous Huxley: Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje.
Acusar a los inmigrantes, sean legales o ilegales, de robar tras la Dana es, además de falso, indigno. Pero eso es lo que le exige Vox que, sin evidencia alguna, les acusa día tras día de ser responsables de robos, agresiones y violaciones, mostrando a las claras su racismo y su xenofobia. En cuanto al rechazo de los dos acuerdos europeos la cosa también es grave.
El Pacto Verde es el compromiso de la Unión Europea con los Acuerdos de Paris. Acuerdos que fueron aprobados por 190 miembros de las Naciones a excepción de Irán, Libia y Yemen, y es del que el Presidente Trump ha anunciado su retirada. Su principal objetivo es mantener el calentamiento global en un máximo de + 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales a través de diversas estrategias.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York en septiembre de 2015 y en ellas se establecen 17 objetivos[1] y fue aprobada, esta vez sí, por los 193 miembros. Los objetivos se apoyan en tres valores universales: Enfoque basado en los Derechos Humanos; Igualdad de género y empoderamiento de las Mujeres; y No dejar a nadie atrás. Que se pueden resumir en colocar a la persona y su dignidad en el punto central de todos los esfuerzos.
A todos esto es a lo que opone Vox y todo esto es lo que suscribe Mazón, también el Partido Popular ya que apoya al Presidente valenciano abraza las propuestas de la ultraderecha. Culpar a los inmigrantes y a los pactos europeos de las consecuencias de la Dana negando su directa relación con la falta de previsión y negando su indiscutible relación con la crisis climática, como ratifica las evidencias científicas, es grotesco porque es fácil negar un hecho, pero por mucho que se niegue, seguirá siendo un hecho.
Debemos aceptar que las cosas no van demasiado bien ni con relación al Pacto Verde Europeo y tampoco a la Agenda 2030. La crisis climática es cada día más innegable, los Derechos Humanos no son respetados en muchas partes del mundo, la igualdad de género avanza muy lentamente y cada día dejamos más gente atrás. Pero eso ni implica que los valores universales no sirvan, ni justifica renunciar a ellos.
No significa que nos dediquemos a mirarnos el ombligo y velar solo por los intereses de los valencianos, como dice Mazón. De los estadounidenses, como dice Trump. De los rusos, como dice Putin o de los judíos dice Netanyahu. Porque así estamos dejamos atrás a los ucranianos, a los palestinos, a las mujeres víctimas de violencia de género. Estamos dejando atrás a los miles de millones de personas afectadas las sequías, las inundaciones, las erupciones volcánicas, las enfermedades, la falta de alfabetización, las guerras, etc.
Reconozco mi pesimismo respecto al logro de los objetivos de la Agenta 2030, y no lo hago por creer que están fuera de nuestro alcance, mi pesimismo se sustenta en que, en mi opinión, se formularon, allá por el 2015, con una aspiración bienintencionada pero inalcanzable y poco realista, la de que todo el mundo llegara a gozar de los niveles de vida que tenemos en algunos países. Eso sabemos, y ya entonces sabíamos, que es completamente imposible por falta de recursos de todo tipo. La única solución, la que los debería inspirado desde su inicio, es que todos redujéramos los insostenibles niveles que disfrutamos muchos y tratar de equilibrarlos a la baja y no al alza. Pero eso no se planteó en ningún momento, ni figura en ningún acuerdo.
Pero la renuncia no es una opción. Por eso, en mi pesimismo, me aferro a las palabras del que fuera Primer Ministro del Reino Unido, Winston Churchill: El éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.
En resumen, si “patología” es el conjunto de síntomas de una enfermedad, entonces los negacionistas de la crisis climática, los negacionistas de los derechos humanos, de la igualdad de género y todos aquellos a los que no les preocupa dejar a millones de personas atrás, sufren una patología peligrosa.
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