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El Carpintero de Nazaret: silencio y entrega
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El Carpintero de Nazaret: silencio y entrega

Actualizado 19/03/2025 08:01

Si San José no brilla con palabras, resplandece con obras. Su vida entera es un acto de fe, porque el amor verdadero no necesita proclamas, sino entrega.

SAN AGUSTÍN

Dios no eligió para su Hijo a un emperador ni un filósofo, sino un artesano humilde, porque la grandeza no reside en el poder o en el conocimiento, sino en la sencillez y la fidelidad.

CHESTERTON

San José, esposo de María y padre terrenal de Jesús, es una figura clave en la tradición cristiana. Sin embargo, su presencia en los Evangelios es breve y enigmática. Desempeña un papel fundamental en los relatos de la infancia de Jesús, pero desaparece por completo en su vida adulta y ministerio público. Esta ausencia ha generado múltiples hipótesis sobre su historia, su importancia dentro de la familia de Jesús y su significado teológico.

El teólogo Raymond E. Brown señala que José es esencial en los relatos de la infancia, pero su desaparición sugiere que su función en la teología primitiva era más bien secundaria. A pesar de la escasez de información en los Evangelios, la figura de José ha sido objeto de reflexión y veneración a lo largo de los siglos, convirtiéndose en un modelo de paternidad, fidelidad y humildad dentro del cristianismo.

Uno de los aspectos más debatidos sobre José es su genealogía. Tanto Mateo como Lucas presentan linajes distintos de Jesús a través de él, lo que ha dado lugar a diversas interpretaciones. John P. Meier sostiene que estas genealogías no deben entenderse como documentos históricos en el sentido moderno, sino como construcciones teológicas destinadas a resaltar la conexión de Jesús con la casa de David. Esta relación era fundamental en la mentalidad judía, pues el Mesías debía proceder de esa línea. La existencia de dos genealogías diferentes sugiere que cada evangelista tenía un propósito distinto: algunos estudiosos creen que Mateo presenta la línea legal de José, mientras que Lucas podría referirse a la ascendencia biológica de María o a una tradición alternativa dentro del cristianismo primitivo.

En los Evangelios, José es retratado como un hombre de fe y obediencia. Mateo lo presenta como un hombre "justo", término que en la tradición judía no solo implica rectitud moral, sino también una profunda fidelidad a la Ley de Dios. Cuando descubre que María está embarazada antes de vivir juntos, decide repudiarla en secreto para evitarle la deshonra pública. Sin embargo, tras la aparición de un ángel en sueños, cambia de decisión y la recibe como esposa. Joseph Ratzinger destaca que José no solo obedece, sino que lo hace con prontitud y confianza absoluta en Dios, convirtiéndose en un modelo de fe. Su obediencia se reafirma cuando huye a Egipto para proteger a Jesús de la persecución de Herodes y cuando regresa a Nazaret tras otra revelación en sueños.

En el Evangelio de Lucas, José tiene un papel más discreto, mientras que la revelación divina se centra en María. No obstante, sigue siendo una figura clave como protector de su familia y cumplidor de la Ley de Moisés. Lucas menciona que José y María llevaron a Jesús al Templo para su presentación, cumpliendo con las prescripciones legales, lo que evidencia su piedad y compromiso religioso. Brown señala que, aunque José no es el centro del relato lucano, su presencia es crucial para insertar a Jesús en la tradición judía y enmarcarlo dentro de la historia del pueblo de Israel.

Otro aspecto importante de José es su oficio. En Mateo 13,55 se le menciona como tekton, término griego que suele traducirse como "carpintero", aunque su significado es más amplio e incluye a cualquier artesano que trabajara con madera, piedra o metales. Rafael Aguirre explica que esta referencia sugiere que José pertenecía a la clase trabajadora, lo que ayuda a entender a Jesús dentro de un contexto social humilde. Además, la tradición sostiene que Jesús aprendió el oficio de su padre, lo que refuerza su vínculo con la realidad cotidiana de su época y con la gente común.

Uno de los grandes enigmas sobre José es su desaparición en los relatos evangélicos después de la infancia de Jesús. No se le menciona al inicio del ministerio de su hijo ni en su crucifixión, lo que ha llevado a la hipótesis de que murió antes de que Jesús comenzara su vida pública. Meier sugiere que su ausencia en la pasión y la entrega de María al discípulo amado indican que ya no estaba presente en ese momento. En la cultura judía del siglo I, el hijo primogénito tenía la responsabilidad de cuidar a su madre viuda, lo que explicaría por qué Jesús, en la cruz, encomienda a María a Juan, uno de sus discípulos. Con el tiempo, la tradición cristiana ha imaginado la muerte de José como un tránsito en paz y santidad, rodeado de Jesús y María, lo que llevó a su asociación con la idea de la "buena muerte" en la espiritualidad cristiana.

Durante los primeros siglos del cristianismo, José no tuvo un papel central en la teología. Sin embargo, su culto comenzó a desarrollarse en la Edad Media, cuando se le empezó a venerar como protector de la Sagrada Familia y modelo de paternidad. En 1870, el Papa Pío IX lo proclamó Patrono de la Iglesia Universal, y desde entonces su devoción ha crecido constantemente. Benedicto XVI lo describe como un ejemplo de humildad y entrega total a la voluntad de Dios, convirtiéndolo en un modelo para todo creyente. Hoy, San José es invocado como patrono de los trabajadores, los padres de familia y aquellos que buscan vivir una fe auténtica en la vida cotidiana.

Más allá de su contexto histórico, la figura de José representa la confianza en Dios y la obediencia sin reservas. Su papel como padre adoptivo de Jesús recuerda que la paternidad no depende solo de la biología, sino del amor y el compromiso. Sin una sola palabra registrada en los Evangelios, deja un legado de fe, entrega y servicio. Como decía Blaise Pascal: "La grandeza del hombre no está en su poder, sino en su capacidad de entrega". Su vida sigue siendo un modelo de confianza en Dios y dedicación a la familia, valores esenciales en la espiritualidad cristiana.

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