Miércoles, 23 de abril de 2025
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Inteligencia natural o artificial
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Inteligencia natural o artificial

Actualizado 19/02/2025 08:55

Por suerte para la humanidad (¿Humanidad?) hay muchas personas muy inteligentes, con una gran inteligencia natural, en Silicon Valley, en la India, en una Universidad europea, en una dacha camuflada en las afueras de Moscú y del Kremlin. También en la habitación de un adolescente, trufada todavía de recuerdos infantiles que se pelean en las paredes y estanterías con los nuevos ídolos, o “ídolas”, dicho sea después de pedir perdón a la Real Academia de la Lengua.

En algunos casos, esas poderosas inteligencias naturales se han despertado y puesto en marcha mediante ayudas o impulsos digamos “externos”; como muestra un botón: podría ser que el dinero, de momento externo o ajeno al inteligente, pasara a ser la motivación principal con el objetivo de dar un vuelco a Wall Street de modo que el dinero cambie de bolsillo o de trama empresarial. El afán de dinero ¿es un deseo natural o es una idea-fuerza, una ideología que orienta, o desorienta, nuestra inteligencia natural?

El patriotismo, así, en general, podría ser otra motivación para estimular la inteligencia natural. Pero ¿es natural o es artificial que una determinada Inteligencia Artificial se niegue a recordar, por ejemplo, la masacre de la Plaza de Tiananmen o “el gran salto adelante” y la consiguiente hambruna en la China de Mao?

Oí hace poco en la tele una entrevista con el CEO de una poderosa empresa energética –gasista por más señas- que apostaba, con toda rotundidad, por la tecnología, rechazando toda ideología. “Menos ideología y más tecnología”, decía convencido.

La Inteligencia Artificial es un artificio humano y, como todos los inventos humanos, está poderosamente influido por las motivaciones, algunas ideológicas, de sus creadores. Todos tenemos una ideología, incluso los que niegan tenerla. Decir que carecemos de ideología nos sitúa ante el enorme riesgo de caer en las poderosas garras del poder. ¿Es posible liberarnos de la ideología que nos condiciona? Sí, al menos parcialmente, reconociendo mi ideología de base para que ésta no contamine demasiado la Ciencia y la consiguiente Tecnología derivada de ella. Para ello es necesario un esfuerzo permanente de autoanálisis y también dialogar a fondo con otras personas cuya ideología difiera de la mía y que puedan actuar en mí como mis Pepito Grillo preferidos.

A lo que vamos: la Inteligencia Artificial es un derivado de la inteligencia natural. O de otra manera: desde que Caín tuvo que resolver el dilema de si le convenía más prolongar el alcance y el momento de inercia de su brazo agarrando la quijada de burro o dejaba la quijada en el suelo y utilizaba su brazo para abrazar –abrazar viene de brazo- a Abel. Desde que el ser humano ha sido capaz de distinguir el objeto (la quijada) del sujeto (su hermano Abel) se sitúa ante el dilema de escoger el bien o el mal. Todos nuestros comportamientos tienen una dimensión ética, también el uso –o el abuso- de la Inteligencia Artificial.

La inteligencia natural tiene una complicada base orgánica: unos cien mil millones de neuronas y una cantidad mucho mayor de sinapsis, que permiten la conexión entre neuronas en una compleja mezcla de procesos químicos y eléctricos. Si tuviéramos que remedar mediante máquinas un uno por ciento de los cerebros humanos, es decir, unos ochenta millones de cerebros humanos artificiales ¿cuánto pesarían y cuál sería su consumo eléctrico?

La Inteligencia Artificial no tiene marcha atrás. Sería antihumano prescindir de ella, porque puede ayudarnos mucho a los seres humanos. Por no poner más que un ejemplo, ahí están los robots quirúrgicos que pueden operar a miles de kilómetros de distancia, apoyándose en la conectividad 5G, prácticamente instantánea. Como las anteriores revoluciones industriales, la de la IA se impondrá. El asunto va a ser, como siempre en la Historia de la Humanidad, cómo la vamos a utilizar a nuestro favor, a la par de cómo la vamos a controlar para que no se convierta en un instrumento, poderosísimo, de manipulación y de injusticia al servicio de los más fuertes. ¿La IA será una herramienta de abrazo con Abel o se convertirá en la quijada de burro hipertecnológica de Caín? En nuestro cerebro, en nuestra mente, en nuestra alma está la respuesta. Como siempre. Por cierto, en una pequeña esquina de nuestro cerebro, de nuestra mente y de nuestra alma hay un signo de derecho de autor, una señal de Copyright: “Made in Deus”.

Antonio Matilla, 19 febrero 2025.

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