De manera sencilla podríamos definir el feudalismo como la relación de señorío y vasallaje mediante la cual el vasallo estaba obligado a servir a su señor y éste se comprometía a protegerlo. Es decir, se trataba de un contrato por el cual los soberanos y también los grandes señores, en la Edad Media, concedían tierras a sus súbditos para su aprovechamiento obligándose a pagar unas rentas y guardar fidelidad a su señor.
Este antiguo sistema social, político y económico, que conocemos como el Antiguo Régimen, despareció con la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII y con este radical cambio dejamos de ser siervos para pasar a ser ciudadanos. Pero en mi opinión este sistema está regresando, aunque en nuevos formatos.
Hoy podríamos actualizar la definición “feudalismo” sustituyendo a los Señores por los Amos de la Tecnología que ceden el uso de sus todopoderosos productos y plataformas de comunicación a los ciudadanos obligándoles a guardarles fidelidad aportado a modo de pago toda su información personal con la que acumulan capital digital que les permite influir en sus modos de vida, bajo la amenaza de ser excluidos o desaparecer ya que su conducta de proteger su privacidad sería catalogado como una patología de inadaptación social.
Estos nuevos Señores del feudalismo tecnológico son cada vez menos y cada día más poderosos. Tiene miles de millones de ‘siervos’ fieles de toda clase y condición a lo largo y ancho del planeta que cada día ‘pagan’ su vasallaje en forma de datos (el nuevo combustible de la economía digital) sin ser demasiados conscientes de que lo hacen. Es cierto que no se les puede tachar estrictamente de “Monarcas absolutistas”, aunque Trump parece aspirar a ello, ya que la sumisión es voluntaria, pero se le parecen mucho.
Por otro lado, en nuestro país y muchos otros, se está comenzando a producir otro tipo el feudalismo, el feudalismo político. Si antes la carrera de un político comenzaba en los municipios y la autonomía para llegar al nivel nacional, Pedro Sánchez ha invertido la dirección y ahora los candidatos a las autonomías parten del Señor feudal o el Consejo de Ministros que los nombra a sus barones y baronesas, para que aspiren a gobernar los feudos autonómicos. Y para muestra un botón.
Las tan cacareadas elecciones primarias para elegir Secretario General del partido en la autonomía y por tanto, candidato o candidata a la Presidencia con posibilidad de convertirse en “baronesas o barones autonómicos” son nombrados cada vez con más frecuencia por el Señor ‘dedocráticamente’.
La Vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero ha sido designada como ‘baronesa’ en Andalucía; Pilar Alegría, Ministra de Educación, lo ha sido para Aragón y Diana Morant, Ministra de Ciencia, Innovación y Universidades Ciencia, liderará a los socialistas en la Comunidad Valenciana. También hay dos ‘barones’. Óscar López, Ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública se enfrentará en duelo singular a la omnipresente Isabel Díaz Ayuso con el fin de gobernar la Comunidad de Madrid y Ángel Víctor Torres, titular de la cartera de Política Territorial y Memoria Democrática será el candidato para la Comunidad de Canarias.
A esto tendríamos que añadir a las “baronesas” Nadia Calviño, que dejó el pasado año el Ministerio de Economía para presidir el Banco Europeo de Inversiones y Teresa Ribera, tercera Vicepresidenta que ha pasado a ser Comisaria europea de Competencia y Vicepresidenta primera de la Comisión Europea para la Transición Limpia, Justa y Competitiva.
En resumen, de los 17 ministros socialistas casi el 30%, deberá complementar sus altas responsabilidades ministeriales con las autonómicas. Y yo me pregunto ¿por qué tanta centralización de poder? ¿acaso no se fía de la gente que tiene en fuera de Madrid?
El filósofo Friedrich Nietzsche decía que “Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos”. Yo no tengo muy claro quién está en cada grupo.
En nuestra región, Carlos Martínez, actual alcalde de Soria, será el próximo Secretario del Partido Socialista en Castilla-León y por tanto candidato a la Presidencia de la Junta en las próximas elecciones autonómicas de 2026. Este relevo en la Secretaría se produce tras la renuncia “voluntaria” de Luis Tudanca. Carlos Martínez es la candidata sin primarias ni nada que se le parezca. Tudanca no se lo tomó muy bien, como es lógico, pero no importa se le da las gracias por los servicios prestados y se le manda a casa porque esas son las ordenes de la “Corte de Ferraz”. Los “barones autonómicos” deben rendir pleitesía al Señor Sánchez porque ese el nuevo feudalismo político impuesto por él para eliminar críticas internas en sus feudos. Por cierto, esto parece que no es patrimonio de la izquierda, en Vox se esta produciendo el mismo proceso.
El periodista y escritor Arturo Pérez-Reverte afirmaba que es un error grave mirar al pasado con los ojos del presente. El Antigua Régimen ya terminó y no debemos dejar que regrese porque si no tal vez sea necesaria una nueva Revolución, aunque esta vez sin guillotina porque ahora somos un pueblo civilizado ¿o no?
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