“Pensar es una facultad de la que los seres humanos estamos dotados, una habilidad que desarrollamos durante la vida desde el comienzo de nuestro desarrollo.”
MARÍA ÁNGELES QUESADA
“Habitemos los problemas. Vivamos en ellos, permanezcamos ahí. Recorramos sus habitaciones, miremos debajo de la alfombra”
MARÍA ÁNGELES QUESADA
Leer un buen libro es una aventura interminable, pero es una fuente de felicidad, sobre todo si lo hacemos en verano. Es una época para desconectar y reconectar con nosotros mismos, aprovechando la calma y la belleza de un bosque, de una playa, de un atardecer, del aire libre. Es un buen momento para recobrar energía y para recuperar nuestras aficiones, sobre todo para la lectura. Muchas veces el descanso merecido, es buscar ese rincón de la naturaleza en el que leer un buen libro que nos permita recogernos en un profundo silencio, a la vez que transcender y conectar con la vida.
Hace poco cayó en mis manos La virtud de pensar. Pensamiento crítico para tiempos revueltos de la pensadora María Ángeles Quesada. Un libro en el que nos enseña no sólo esa cara teórica de la filosofía, sino su vertiente práctica que muy bien nos ilustraron los griegos. Pensar bien tiene que desarrollar la virtud, la ética y la política, estudian la acción humana y sus fines. Comentaba F. Bacon que el pensamiento crítico es tener deseos de buscar, la paciencia para dudar, la afición de meditar, la lentitud para afirmar, la disposición para considerar, el cuidado para poner orden y el odio por todo tipo de impostura.
La pensadora parte de la perplejidad de como miramos el mundo en los últimos tiempos. El calentamiento global, el mercado en crisis, el vuelco de nuestras vidas en la pandemia, hemos descubierto lo pequeños que somos y la vulnerabilidad cotidiana. El exceso de noticias y la manipulación de la información, de los valores, de la política, se hace más necesario que nunca el pensamiento. Para eso está este libro, para sembrar pequeñas semillas en el pensamiento de las personas que formamos esta sociedad tan compleja. Llenar las calles de preguntas. Provocar al ciudadano para ser libres y poder mirar la realidad con ojos nuevos y de asombro.
El pensar crítico supone la capacidad de analizar y evaluar la consistencia de los razonamientos, en especial, de aquellas afirmaciones que la sociedad acepta como verdaderas en el contexto de la vida cotidiana, como las fake news, especialmente relevantes en la actualidad por su proliferación y rápida viralización. ¿Cuál es la verdad en un mundo de la posverdad? Pensar es la facultad que nos permite procesar, ordenar y valorar la información que nos llega. El objetivo de la pensadora, usando sus palabras es definir el pensar, hacer comprensible cómo pensamos individualmente y con los demás, abrazar un nuevo concepto de racionalidad más integradora y explicar las actividades que hemos de trabajar para construir un mundo más habitable, humano y ético.
No sólo es importante pensar, sino pensar bien. Todos los seres humanos estamos dotados para el pensamiento, como lo estamos para el respirar. Pero a veces respiramos aire contaminado, por ello es muy importante analizar bien la información, hacer las preguntas adecuadas, identificando errores, sesgos, elementos intencionados, valorando las diferentes opciones teniendo en cuenta los puntos más relevantes. El buen pensador es una persona reflexiva y que se conoce, que piensa y que piensa con pausa las situaciones, que no se confunde y se diluye en las emociones facilonas y la moda al uso, pero, sobre todo, persigue la virtud.
Todos tenemos valores, costumbres, normas, todos tenemos una ética. Esta nunca puede ser un añadido, está en el propio quicio vital. Cuando nos planteamos un problema, está presidido por la ética que encarnamos. En nuestras sociedades asumimos sin crítica una ética instrumental que no ha tenido en cuenta al ser humano. La utilidad instrumental vacía de sentido cualquier actividad, la persona se vacía a sí misma, y la vida pierde sentido. El pensador crítico tiene que buscar sentido a su existencia, además de ser un pensador virtuoso, de intentar ser una buena persona.
Comentaban los estoicos que la sabiduría, templanza, justicia y coraje, deben funcionar como guía para las acciones y para encontrar el camino correcto durante las dificultades, los tiempos de confusión y la vida cotidiana. Pero se deben completar con humanidad y transcendencia, la primera tiene mucho que ver con el cuidado y el amor; la segunda la experimentamos cuando salimos de nosotros mismos y buscamos algo más grande, donde entran en juego la gratitud y la espiritualidad. Podríamos añadir la solidaridad y la responsabilidad, como virtudes necesarias para los retos de la sociedad en los próximos años.
Añadamos el pensamiento utópico y distópico como una herramienta potente para imaginar, visionar y hacer prospectiva. La utopía se nutre de la literatura, la poesía, el cine, etc. Es un horizonte de esperanza entre lo posible y lo imposible, es algo que se nos resiste, pero nos orienta y nos guía. Quiere dibujar lo que todavía no existe y es deseable como persona o sociedad, aunque sea difícil de lograr. Según la autora, es una potente herramienta para desplegar toda nuestra imaginación, fantasía, intuición, espiritualidad y prospectiva, para ir más allá de lo asible y lo real en el presente, volando un poco nuestros límites.
La distopía es el escenario que no queremos, aquel en el que se cumplen todas nuestras pesadillas. Es preparar e imaginarse lo peor, como nos recordaba Séneca, intentando controlar la escena. El pensamiento distópico nos previene del exceso de utopía y de positividad, nos obliga a abrazar nuestra naturaleza limitada, a veces sufriente y dolorida. Utopía y distopía se necesitan y se complementan, pero nunca podemos dejar de soñar un mundo mejor e involucrarnos para conseguirlo.
María Ángeles Quesada, filósofa, experta en pensamiento crítico y diálogo socrático. Fue investigadora del CSIC sobre tecnologías convergentes y su impacto filosófico. Comprometida con la difusión de la filosofía en la sociedad y firme defensora de aprender a pensar y a dialogar. Nos ofrece un apasionado viaje desgranando nuestro pensamiento, ayudándonos para conseguir una buena vida, invitándonos a participar en una nueva humanidad. Muy recomendable.
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