Lunes, 24 de junio de 2024
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El derecho al trabajo
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El derecho al trabajo

Actualizado 01/05/2024 08:59
Juan Antonio Mateos Pérez

El trabajo es la única forma de transformar el mundo y hacerlo un lugar mejor

PAULO FREIRE

El trabajo es la piedra angular de la sociedad y a fuente de su progreso

JOHN STUART MILL

El trabajo incide en todos los aspectos de la vida, nos realiza como personas y nos dignifica, pero también puede ser una fuente de explotación y de injusticias. El trabajador no es un “recurso humano”, ni “mano de obra”, no se puede reducir el trabajo o mero valor económico, ya que se “cosifica” a la persona. La experiencia demuestra que un trabajador rinde más, cuando se le trata bien y tiene un sueldo digno, no como mero instrumento productivos. El primer valor del trabajo no es la producción es la persona misma, lo que conlleva importantes implicaciones éticas.

Hoy es el Día Internacional del Trabajo, una fecha imprescindible en el calendario de los individuos y las sociedades, un día para honrar y destacar la importancia del trabajo y también, de los derechos de los trabajadores. Una reivindicación que viene de lejos, en Estados Unidos el Primero de Mayo de 1886, muchos obreros se movilizaron demandando la jornada laboral de ocho horas, en algunas ciudades fue muy violenta, como en Chicago, muriendo numerosos obreros. La Segunda Internacional Obrera, de carácter socialista y socialdemócrata, estableció el Primero de Mayo, como un Día de los Trabajadores, para celebrar la memoria de los fallecidos en la huelga de Chicago.

En España comenzó a celebrarse por primera vez en el año 1889, con el permiso del presidente del gobierno Práxedes Mateo Sagasta del partido Liberal-Fusionista, organizándose en Madrid dos manifestaciones pacíficas, una socialista y otra anarquista. España será el primer país europeo en declarar la jornada laborar de ocho horas en el año 1919, después de una intensa huelga de 44 días iniciada por el despido de numerosos trabajadores en la eléctrica de Barcelona, conocida como “La Canadiense”, mejorando también las medidas de protección laboral de los trabajadores.

El carácter festivo del Primero de Mayo llegará unos años después, en la Segunda República, el ministro de Trabajo, Largo Caballero, decidió declarar el Primero de Mayo como día de fiesta nacional en 1931. Durante el Franquismo dejará de ser un día de reivindicación de los trabajadores para ser un día de hermanamiento empresarial, en una fiesta que se llamó la exaltación del trabajo. No fue hasta la llegada de la democracia, en 1978, cuando se recuperó la celebración del Día del Trabajo en España, autorizado y sin violencia gubernamental, como los dos años anteriores.

A pesar de todos los avances laborales que tenemos, como la jornada de ocho horas, la inclusión de la Seguridad Social, la garantía de igualdad salarial, el derecho a disfrutar de vacaciones, bonificaciones y pago de días festivos, así como el establecimiento de normativas para la prevención de riesgos en el trabajo. Todavía queda muchos desafíos para los trabajadores. Ya que vivimos en una profunda crisis no solo de valores, las contradicciones del propio capitalismo, está provocando que el trabajo humano esté perdiendo su verdadero sentido. Esa quiebra entre el trabajo y la actividad creativa, entre el trabajo y el capital, se está manifestando en el rechazo y aversión por el trabajo cotidiano, la pérdida del significado del trabajo, así como una creciente precarización laboral.

En la actualidad España tiene 21 millones de trabajadores, medio millón más que el año anterior, a pesar de todo tenemos la tasa de desempleo más importante de la Unión Europea. Por un lado, hay personas que no encuentran empleo y por otro, hay vacantes difíciles de cubrir, bien porque no se encuentra el perfil necesario, o bien, porque hay empleos que nadie quiere. El auge de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, la globalización, los nuevos hábitos de consumo hacen que las oportunidades laborales sean cada vez más inciertas e inestables.

Por otro lado, no podemos olvidar la auto-explotación del trabajador en nuestras sociedades del cansancio y rendimiento, como nos recuerda el filósofo surcoreano Byung-Chul Han. El capitalismo actual ha perfeccionado los métodos para mantener al sujeto produciendo cada vez más y a mayor velocidad. Las tecnologías del poder ya no se expresan a través de los imperativos del deber y la obligación, sino a través de la motivación del poder hacer. La idea de que el trabajador se ha liberado de las ataduras, genera una falsa conciencia de que es dueño de sí mismo, por lo que al asumir el imperativo del poder hacer como una máxima que guía permanentemente su accionar, se convierte en el mecanismo de la auto-explotación.

¿Cómo es posible esto en la precariedad de muchos trabajos? Mediante lo que Chul Han denomina las enfermedades de la sociedad de rendimiento, como la depresión, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad o el síndrome de burnout. Este último, tiene una alta preponderancia en trabajadores que realizan servicios que implican atención al público. Una de las características del síndrome de burnout es justamente el desgaste emocional derivado de la actividad laboral. La sociedad neoliberal, en su faceta de sociedad del rendimiento, requiere que estos sujetos tengan la posibilidad de seguir creyéndose libres y ser más eficientes en los términos de la producción.

En nuestro tiempo, con un neoliberalismo predominante, el trabajo asalariado ha sido uno de los dispositivos de poder utilizados para lograr el consentimiento. El proceso de precarización del trabajo y de empobrecimiento de los trabajadores ha sido una de las tecnologías desplegadas por el poder para la construcción de la nueva arquitectura mundial y globalizada, que necesita sujetos dóciles, disciplinados y bien adiestrados en la normalidad neoliberal. El capital como decía W. Benjamin es la nueva religión, el nuevo dios, que despliega un culto que no libera, sino que culpabiliza al individuo.

El ser humano es el sujeto del trabajo y no una mercancía, con lo que el trabajo debería ser un bien social. La respuesta al deterioro del trabajo y de los derechos de los trabajadores en el contexto de la globalización, es el trabajo decente. Una reivindicación mundial, no solo nacional, es un desafío para los dirigentes políticos y las empresas de cara al futuro. Significa contar con un trabajo que sea productivo y que, de lugar a un ingreso digno, seguridad y protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal. Serían necesarios tres aspectos consustanciales a un trabajo decente, como son la dignidad humana, la solidaridad, la seguridad y la justicia social.

Un día como el de hoy, no es sólo para manifestarse por el pleno empleo, la reducción de la jornada laborar a 37,5 horas, la calidad del empleo y la mejora salarial, así como la reducción del coste de la vivienda, también para visibilizar que muchos trabajadores no tienen un trabajo decente y digno, un trabajo que le permita ser independiente y poder mantener a su familia y realizarse como persona.

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