Los que me leen saben que llevo desde año 1994 criticando a la Iglesia por no reaccionar en los casos de abusos sexuales. Como el resto de instituciones sociales que se ocupan de la infancia y la adolescencia (deportivas, de actividades extraescolares, campamentos, internados, la propia familia, etc.) han sido, con frecuencia irresponsables frente a este problema –no es solo un problema el clero-
Claro que con una moral sexual tan represiva, es especialmente escandalosa la conducta de algunos eclesiásticos varones; y, sobre todo, la de numerosas instituciones eclesiásticas ¿Cómo ha sido posible, cuando uno tenían datos desde 1994?
Para entenderlo, no para justificarlo, se me ocurren las siguientes razones:
a)Compartidas con otras instituciones sociales: no considerarlos tan graves, tendencia a negarlos y ocultarlos, miedo al escándalo, no desvalorizar socialmente a las niñas abusadas, no creer a la infancia frente al agresor, no consideraban obligatorio denunciar, falta de eficacia policial y judicial, etc.).
b)Específicas: especial escándalo y vergüenza para el clero, considerar que si confesaban y arrepentían no los volverían a cometer (cambiarles de parroquia u internados les parecía suficiente) y el tener un derecho canónico propio (no acudían al civil).
Finalmente el Vaticano, y muy especialmente este Papa, han reaccionado y hasta los obispos de muchos países han reconocido el problema y están tomando medidas. Ordenes religiosas como los jesuitas y otras lo están haciendo bastante bien.
Triste, pero más vale tarde que nunca.
¿Y nuestros gobiernos? Han mejorado la legislación, la formación de la policía y los jueces, los protocolos en educación centros escolares, etc. Pero la prevención y la detección deja mucho que desear.
El gobierno actual, como tal, no afronta adecuadamente la educación sexual que es el contexto más adecuada para hacer prevención y detección. Mientras se han extendido varios mitos sobre los abusos que hacen daño a las víctimas (todas las víctimas sufren efectos graves a lo largo de toda su vida -profecía negativa-, todas necesitan terapia y muchas tienden a convertirse en abusadoras, etc.
Pero el gobierno actual y parte de la prensa muy vinculada a él han aprovechado para hacer anticlericalismo, involucrando al defensor del pueblo como si los abusos sexuales fueran solo o principalmente del clero.
Politizar el problema de los abusos y la educación sexual (y la educación en general) son grandes errores en nuestro país. Solo debería politizarse en el buen sentido: mayor inversión en educación, ley de educación consensuada por una mayoría cualificada, buena formación de los educadores y apoyo a los valores y derechos compartidos.
Félix López Sánchez
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