Vivimos rodeados de plásticos e ingerimos hasta cinco gramos de microplásticos a la semana. Lo primero salta a la vista a nada que observemos el uso que, diariamente, hacemos del plástico y los residuos del mismo por doquier. Y, lo segundo, es el resultado de un estudio de la Universidad de Medicina de Viena, publicado en la revista Exposure & Health (Exposición y Salud).
No es de extrañar que el asunto comience a ser sensible y genere olas de enfrentamiento político e inquietud de la sociedad, como el provocado por el vertido de pélets y su llegada a la arena de las playas del Cantábrico en forma de lágrimas del mar. La controversia parece que se ha calmado un poco y, desde ese cierto sosiego, abordamos el tema en esta columna, con el deseo y la esperanza de que nuestras aportaciones sirvan de algo, en un tema tan importante para la humanidad como es el efecto contaminante del uso y vertido de plásticos.
Los pélets son un problema de salud pública y medioambiental, que requiere una gestión globalizada y transversal. Su gestión implica a todas las ideologías, a todos los partidos políticos, a instituciones, empresas y a todos los ciudadanos. Si bien, son los políticos y dirigentes, quienes tienen que llevar la iniciativa, estableciendo normas, estrategias y planes de acción para evitar catástrofes. Nanoplásticos (partículas de plástico que solo se pueden detectar con microscopios electrónicos) introducidos en la cadena alimentaria, pélets y vertidos plásticos, generan una contaminación e incidencia en la salud que ya está lo suficientemente investigada y documentada, como para poder establecer políticas y acelerar estrategias encaminadas a reducir la producción y el uso de esos materiales plásticos.
Llamamos pélets a unas pequeñas bolitas de plástico que, a partir de ahora, van a estar muy presente en nuestras vidas y que quizás convenga que sepamos, en primer lugar, el uso de la propia terminología. El origen de la palabra viene del inglés pellet y, según Fundéu (Fundación del Español Urgente) teniendo en cuenta todos los considerandos de nuestro idioma para la configuración de palabras, pélet sería una adaptación válida en español, siendo el plural pélets. Por tanto, es y será pélet el vocablo que utilizaremos en estas líneas. Más allá de la terminología, los pélets son elementos esenciales para la fabricación de plásticos.
El asunto de los plásticos es un tema que viene de lejos. Según Naciones Unidas (ONU) cada año se generan 400 millones de toneladas de residuos plásticos y el 85% de los plásticos de un solo uso terminan en vertederos o contaminando ríos, mares y paisajes. Un “maremoto tóxico” de plásticos que contamina el planeta y amenaza los derechos humanos, porque todas las fases de su ciclo de vida tienen repercusiones negativas sobre aquellos.
La llegada de millones de pélets, en forma de marea blanca, a las costas de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco, procedente de un contenedor que se cayó al mar el 8 de diciembre del 2023, desde el buque Toconao, frente a la costa norte de Portugal, ha puesto sobre la mesa un problema de “orden mundial” ya denunciado, reiteradamente, por la ONU, Greenpeace y otras voces autorizadas en la materia, aunque la alarma no había servido de mucho, hasta ahora.
El plástico es un material que llega a nuestras vidas hacia la mitad del siglo XX. Se impuso su uso debido a su versatilidad, durabilidad, ligereza y bajo precio en relación con otros materiales. Su éxito ha sido tal, que nos rodea, nos inunda por todas partes. Nada escapa al material plástico, y, mucho menos, nosotros los humanos. Los nanoplásticos son inhalados, absorbidos por la piel o ingeridos cuando entran en la cadena alimentaria.
Las cifras en torno a los plásticos son de vértigo. Desde su aparición se han producido más de 8.700 millones de toneladas y, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en el año 2060 se podría triplicar la capacidad actual, llegando a los 1.000 millones de toneladas anuales. Si a eso añadimos su ligereza o poco peso, nos llevaría a unos volúmenes de proporciones descomunales.
De esos volúmenes de producción de plásticos, casi inimaginables, estudios recientes estiman que únicamente el 11% de los plásticos comercializados son reciclados y que un 25% van a parar a vertederos. La mayoría son quemados sin ningún control o vertidos directamente a los ríos y al mar. Un problema mundial de dimensiones colosales.
Evidentemente, el grado de contaminación y de perjuicio para la salud pública no es menor. Quizás por ello, la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente aprobó, en marzo de 2022, la resolución 5/14, para tratar de alcanzar un tratado mundial sobre los plásticos, el cual podría ver la luz a finales del presente 2024. Ese tratado debería de incluir compromisos firmes de reducción de la producción y del uso de los plásticos, mejoras significativas en el tratamiento y reciclado de los mismos, así como una búsqueda de alternativas que sustituyan en su fabricación el empleo de materiales con orígenes fósiles.
Hay que decir que en esa línea ya está la Estrategia de Plásticos de la Unión Europea (UE) aprobada en 2018 por la que, entre otras cosas, en el 2021 se prohibió la venta de plástico de un solo uso en la UE de aquellos productos que tengan alternativas. De igual forma, la industria va también por ese camino, con estrategias como la presentada en España por la entidad Plastics Europe, en la que se encuentran las principales empresas del sector del plástico.
El excesivo uso de los plásticos, la contaminación que producen y la repercusión negativa en la salud, está estudiado y es de conocimiento general. Falta acelerar los tiempos de las políticas y estrategias, tanto públicas como privadas, así como asumir responsabilidades para un mayor empuje en las transformaciones necesarias de los sectores involucrados.
El vertido de los pélets por accidente en el mar, que han llegado en forma de lágrimas a la arena de las playas del Cantábrico y quién sabe a cuantas más llegarán, ha sido la espoleta para que las Administraciones Púbicas atiendan las reclamaciones ciudadanas sobre otros vertidos masivos y continuados de pélets, hechos desde tierra adentro por las industrias químicas, como el caso de las playas de Tarragona.
Confiemos en que se tomen las medidas oportunas y que “nunca más” tengamos ni accidentes ni vertidos masivos de ese tipo.
Les dejo con Dvicio y su canción Hazlo Por Ti:
https://www.youtube.com/watch?v=oWT5I2QhUQk
© Francisco Aguadero Fernández, 26 de enero de 2024
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