Un conato de huelga general fue la primera contestación al aún joven régimen de Salazar
La huelga general del 18 de enero de 1934 fue el primer acto de insurrección organizado contra el régimen de Salazar.
Tenía como motivación un hecho muy concreto, la nueva legislación laboral, emanada de la recientemente aprobada Constitución de 1933, que excluía el derecho a la huelga, así como el derecho a sindicarse libremente.
La nueva Constitución era fruto de un esfuerzo por equilibrar las diversas corrientes políticas que tiraban hacia un lado y otro del panorama político portugués. Haciendo malabarismos, António de Oliveira Salazar intentaba contentar a integralistas, republicanos moderados, católicos, monárquicos y militares, manteniendo elementos heredados de la estructura anterior.
No obstante, la Constitución Portuguesa de 1933 prohibía la huelga y promovía la unidad sindical. El Estatuto Nacional del Trabajo y la Organización de los Sindicatos Nacionales fueron aprobados en septiembre de 1933 por el Estado Novo, disolviendo los sindicatos libres y prohibiendo sus interconexiones, así como las conexiones sindicales internacionales.
Como la entrada en vigor de las nuevas leyes laborales se produciría con el inicio del nuevo año, las organizaciones sindicales planearon una huelga general para enero de 1934, con el fin de impulsar el fortalecimiento de la oposición que derrocaría al régimen de Salazar.
Para concretar su respuesta, formaron el llamado Comité de Unidad, planeando una revuelta a nivel nacional, a través de una huelga general que se llevaría a cabo el 18 de enero de 1934, y demostrar su fuerza paralizando el país.
Se esperaba una masiva adhesión de los núcleos industriales de los principales centros urbanos, así como un seguimiento mayoritario en la mitad sur del país.
Sin embargo, el miedo a las represalias y la falta de confianza en unas organizaciones debilitadas por el enfrentamiento interno, con pugnas entre la vertiente anarco-sindicalista y la comunista, resultó en que la convocatoria de huelga no tuviese el seguimiento esperado.
Pero hubo una localidad que fue a contracorriente. La actividad tradicional de Marinha Grande ha sido la industria del vidrio, por la que la ciudad es conocida en todo Portugal. A principios de los años treinta del siglo pasado contaba con numerosas fábricas pequeñas y grandes y, por tanto, con muchos obreros.
Bajo la coordinación de una delegación del CIS, la Confederación Intersindical, a primera hora de la mañana de ese jueves, 18 de enero de 1934, centenares de trabajadores cortaron la carretera, la línea telefónica y la vía férrea, dejando a la población incomunicada.
Gran parte de los ciudadanos se unieron a la protesta, tomando entre todos la Cámara Municipal, la oficina de Correos y el puesto de la Guardia Nacional Republicana.
A media mañana, el régimen concluyó que el intento de huelga general había sido un fracaso, pero era consciente del problema de Marinha Grande, un foco aislado, pero virulento.
Un gran efectivo de fuerzas militares y de la policía se dirigieron hacia la población, consiguiendo rápidamente apresar a los participantes en la rebelión, que se dio por concluida a mitad de la jornada.
La protesta fue castigada duramente, con penas de prisión para los instigadores directos e indirectos, lo que afectó a las estructuras de la oposición al régimen.
En 1936 empezó a prestar servicio la prisión de Tarrafal, en Cabo Verde, entonces colonia de Portugal. La mayoría de los presos relacionados con la revuelta de Marinha Grande fueron a parar allí, donde muchos acabaron por morir debido a las pésimas condiciones.
En recuerdo a las víctimas y a los acontecimientos sucedidos en Marinha Grande, una localidad industrial del litoral centro de Portugal, los municipios de Tarrafal y Marinha Grande decidieron hermanarse hace unos años.
Lo mismo sucede, aunque por otros motivos, entre esta localidad portuguesa y La Granja de San Ildefonso (Segovia), debido a la impronta que el saber vidriero ha dejado en las dos villas. Al igual que en La Granja, en Marinha Grande también se instaló la Real Fábrica de Cristales, en 1747, alrededor de la cual surgieron otras del mismo sector y de otros, favorecidas por su localización, entre el Pinhal de Leiria y a 10 kilómetros del océano Atlántico, con recursos madereros en abundancia para utilizar como combustible y buenas comunicaciones a norte y sur.
Actualmente, Marinha Grande, con más de 30 mil habitantes, continúa siendo núcleo de una gran actividad industrial, donde el cristal mantiene su importancia, destacando ahora la producción de moldes, plásticos y metalurgia. Es destino de turismo industrial, con muchas fábricas visitables, principalmente las dedicadas a las actividades mencionadas.
Es imperdible una visita al Museu do Vidro, que exhibe una gran colección de piezas, de tipo artesanal, industrial y de diseño, desde el siglo XVII hasta la actualidad.
Este 18 de enero de 2024 se cumplen noventa años de la denominada “Revuelta de Marinha Grande”. Los marinhenses recuerdan a sus conciudadanos, participantes en una rebelión que, a pesar de su brevedad, ha pasado a la historia de Portugal como uno de los actos de resistencia a la dictadura del siglo XX.
La Casa-Museu 18 de janeiro de 1934 es visitable en Marinha Grande, además del Monumento al Movimiento Obrero.