Miércoles, 08 de mayo de 2024
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No aprendemos de la historia
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No aprendemos de la historia

Actualizado 29/11/2023 08:00
Juan Antonio Mateos Pérez

Asistimos a un período de aceleración de la Historia, derivado de los avances tecnológicos, el cambio en los sistemas de producción, la extensión mundial de la escritura y la incorporación de las mujeres a la vida pública y laboral.

ERIC HOBSBAWM

Guerra y Paz en el Siglo XXI

Las grandes cuestiones como el individuo y la comunidad, la libertad y la fidelidad al grupo, no pueden ser resueltas más que de manera dialéctica, como parte de una relación y no como una apuesta definitiva por una de ellas

ESTEBAN HERNÁNDEZ

Así empieza todo. La guerra oculta del siglo XXI

Una y otra vez caemos en los mismos errores. Necesitamos una verdadera cultura de la paz, destinar recursos a políticas sociales, educativas y sanitarias, no tanto fabricar tanques, misiles, drones o armas cibernéticas. En lo que llevamos de siglo XXI, los conflictos entre países han disminuido, pero el conflicto transfronterizo y la violencia interna han aumentado en muchos países, socavando el progreso y la deseada paz en el mundo. La crueldad de la guerra ha obligado a millones de personas en situaciones extremas a salir de sus casas con lo puesto, condenados al destierro en tierra extraña, siendo rechazados en su dignidad y no protegidos por el derecho internacional.

A veces no nos salen las palabras ante el horror, sobre todo el horror de las guerras. Nos dicen que en la guerra de Gaza Israel opera bajo la doble presión de alcanzar sus objetivos militares y minimizar los daños colaterales. Pero con pavor y angustia vemos cada día la muerte y destrucción de personas y casas, sobre todo de niños. En pocas semanas han muerto por esta guerra más niños en Gaza que en los últimos 23 años, según titulares de numerosos periódicos. La operación “espada de hierro”, no ha podido acabar con Hamás en las operaciones de castigo, pero está enterrando sin compasión al pueblo Palestino, que deambula sin esperanza y misericordia.

La guerra en Gaza parece oscurecer a la de Ucrania, que afronta su segundo invierno desde que estalló el conflicto, bombardeos, cortes de electricidad en numerosas localidades, muertos y todo ello en medio de la nieve y el hielo. También somos testigos de numerosos ataques a hospitales en las regiones de Donetsk y de Jersón, con numerosos muertos e importantes evacuaciones de pacientes hospitalizados. La guerra de Ucrania, con todos sus muertos y fallecidos, pudo evitarse. No sólo está la ambición de Putin, también diferentes fracasos y expectativas no cumplidas, así como de numerosos fallos en el uso de los sistemas de gestión de crisis.

No podemos olvidar, aunque parece escondido en la zona gris de los conflictos internacionales, la guerra de Siria que se extiende desde hace 12 años. Se contabilizan miles de fallecidos, 12 millones de sirios desplazados, sin olvidar los terremotos de febrero, que han dificultado a la situación humanitaria de un país que vive una guerra interminable. Numerosos campos de refugiados del mundo están superpoblados y carecen de infraestructuras como electricidad, agua corriente, aseos o duchas. Las necesidades humanitarias han crecido a la par que fue aumentando la violencia del conflicto.

Hoy en el mundo hay hasta 58 guerras activas y han provocado más de 6,9 millones de muertes, de ellas más de 108.000 víctimas sólo en 2023. No podemos olvidar la guerra de Yemen, siendo una de las más cruentas a nivel mundial. Ahí también están los Rohingya huidos de Myanmar, la antigua Birmania, que deja además uno de los mayores movimientos de refugiados del planeta. Tampoco a los talibanes en Pakistán; la tercera guerra civil sudanesa; la guerra civil en Somalia; como la República Democrática del Congo que ha sido el escenario de diferentes guerras por el control de sus ricas y estratégicas reservas minerales; y muchas guerras más.

El viejo historiador E. Hobsbawm afirmaba que el caos mundial es una realidad, las desigualdades derivadas de la globalización y la ausencia de un sistema de superpotencias tras el final de la Guerra Fría, lo están provocando. La gobernanza internacional que se ha basado en una especie de “Pax Americana”, ha sido un error, ya que los imperios nunca han aportado estabilidad; además, la gran superpotencia ha perdido hegemonía internacional, ya que el mundo es demasiado grande, complicado y plural, para poder consolidad su dominio en todo el planeta.

En los conflictos actuales, las víctimas de las guerras no sólo son los ejércitos combatientes, de forma exponencial ha ido aumentando las muertes de civiles, más desprotegidos por el nuevo armamento desplegado. Esto es todavía mayor en las zonas más pobres del planeta, con cientos de refugiados en campos del hambre. Huyen de sus países asolados por las guerras, el hambre, la miseria, las persecuciones políticas o religiosas o el genocidio, y en su huida atraviesan calamidades y extorsiones de todo tipo.

En cuanto al contexto espacial se está produciendo una reducción de las guerras entre las grandes potencias, aumentando, como hemos observado toda una serie de conflictos internos, conflictos librados dentro de las fronteras del mismo país. Aunque la frontera entre interno e internacional no está nada clara, ya que muchos conflictos civiles han sido alentados desde el exterior. También podemos observar que muchos conflictos internos se regionalizan o internacionalizan extendiendo su impacto político, económico y social más allá de las fronteras del Estado. Muchos de ellos se perpetúan en el tiempo generando guerras civiles entres diferentes grupos, los llamados “señores de la guerra”.

En las guerras actuales, se siguen utilizando el armamento tradicional, cada vez más sofisticado con las nuevas tecnologías, las teorías del enjambre como táctica militar, pero cada vez más, como lo estamos viendo casi en directo, el uso de la información y su transformación en arma de guerra. Los bulos y la desinformación, es una herramienta sencilla, barata y con un gran impacto. Pero, por otro lado, se ha creado la falsa y peligrosa imagen de las “guerras limpias”, guerras con objetivos selectivos y con apenas víctimas. El mayor bulo que ha generado la nueva forma de hacer la guerra. La nueva guerra cognitiva busca influir en las percepciones y procesos de decisión mediante influencia, psicológicas, cibernéticas buscando la polarización de emociones.

El sufrimiento de tantos inocentes desafía a cualquier sistema económico o político, filosófico o religioso que no tome en serio esta realidad, ya que la deshumanización es una moneda corriente de nuestro tiempo. En nuestro mundo “desbocado”, donde todo cambia con gran rapidez, debemos descubrir lo esencial del ser humano, y apostar por aquello que nos humaniza. Es necesario, incluso imperativo, hacer presente en nuestras sociedades el recuerdo de las víctimas, el recuerdo del sufrimiento. Pero también, hay que recordar que la paz sólo puede ser posible asociada a la justicia y la equidad, sin olvidar la justicia social. No son suficientes la creación de mejores mecanismos de negociación y resolución de conflictos para evitar enfrentamientos, sino voluntad de cambio que aliente las transformaciones urgentes de las condiciones de vida de las mayorías más pobres.

Cuando estoy escribiendo estas líneas, se acuerda dos días más de tregua humanitaria en la franja de Gaza. Supone un cese de las hostilidades y el intercambio de rehenes en manos de los milicianos por presos palestinos en cárceles de Israel, además de la entrada de la ayuda humanitaria a Gaza. Pero seamos sinceros, no hay tregua en Palestina, ya que es un conflicto que lleva activo más de siete décadas. En Gaza no cuentan las personas, quedan reducidas a números y cuando se invisibiliza y no existen, puede pasar cualquier cosa.

De momento, parece que no hay salida, la opción de dos Estados que se propone desde Europa parece que es un canto de sirenas, la alteración geográfica y demográfica de los asentamientos judíos en territorio palestino parece haber bloqueado esa posibilidad. En el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, en medio de la tregua pueda haber alguna esperanza para la paz si hay voluntad y justicia, pero las apariencias siempre engañan en Palestina.

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