El 15% de los españoles padece esta enfermedad y muchos de ellos ni siquiera lo saben
El 14 de noviembre es el Día Mundial de la Diabetes. Un día en el que la OCU recuerda que en torno al 15% de los españoles padece esta enfermedad, y muchos de ellos ni siquiera lo saben. Un diabético puede llevar una vida normal si, además de la medicación, mantiene unos hábitos adecuados. Dispositivos como sensores de glucosa, plumas o bombas de insulina son un avance en el control de la enfermedad y mejoran la calidad de vida del diabético. La OCU aclara todo lo relacionado con esta enfermedad.
Casi un 15% de la población española presenta alguna forma de diabetes. Los diabéticos están más expuestos a desarrollar determinados problemas de salud como pérdida de visión (retinopatía diabética), insuficiencia renal (nefropatía diabética), falta de sensibilidad (neuropatía diabética), úlceras o heridas en las piernas y problemas cardiacos y vasculares diversos.
La situación se agrava en los casos de los enfermos que no han sido aún diagnósticados: se estima que en torno a un 30% de los diabéticos están en esa situación, con lo que difícilmente pueden abordar los cambios necesarios para mantener su diabetes bajo control y evitar sus temidas complicaciones.
Para diagnosticar una diabetes deben detectarse unas cifras elevadas de azúcar en sangre (glucemia). Hay varias posibilidades:
La diabetes se caracteriza por una alteración en el aprovechamiento de los azúcares, que puede estar en relación con una carencia de insulina (como sucede en la diabetes tipo 1) o bien a que esta no cumple adecuadamente su función (diabetes tipo 2).
La insulina es una hormona que hace posible que los azúcares entren en las células para poder ser utilizados como fuente de energía. Cuando este mecanismo no funciona bien, se produce una elevación de la glucemia (glucosa en sangre), característica fundamental de la diabetes.
Diabetes tipo 1
La diabetes tipo 1 se relaciona con una carencia de insulina y aparece más a menudo en niños, adolescentes y adultos jóvenes. Por esa razón se la denominaba clásicamente diabetes juvenil, aunque este término puede resultar hoy día engañoso (cada vez es más frecuente la aparición de diabetes tipo 2 en jóvenes).
La diabetes tipo 1 tiene una base autoinmune: por razones aún no bien conocidas (una de ellas puede ser una infección vírica) el propio sistema inmunitario destruye las células del páncreas que fabrican la insulina.
En cualquier caso, al margen de los factores desencadenantes, existe una predisposición familiar determinada genéticamente a la que cada vez se da más relevancia.
Diabetes tipo 2
Esta variedad de diabetes sobreviene, por lo general, a partir de los 40 años. En este caso, la producción de insulina no desaparece, o al menos no del todo, pero su acción se ve entorpecida de forma que los azúcares que llegan a la sangre después de las comidas no son asimilados, causando daños en el organismo.
Aunque existe una importante predisposición familiar, en la diabetes tipo 2 también influyen una serie de factores de riesgo modificables por la propia persona, por lo que hasta cierto punto puede considerarse una enfermedad prevenible.
Otros tipos de diabetes
Hay otras formas específicas de diabetes que no corresponden exactamente con la tipo 1 o la tipo 2. La más importante es la diabetes gestacional, una forma de diabetes que desarrollan entre un 3% y un 5% de las embarazadas. En este caso, el aumento del nivel de azúcar en la sangre se debe a la influencia de algunas hormonas presentes durante la gestación. Reconocer y tratar la diabetes gestacional es importante, porque puede provocar un exceso de peso del bebé y causar dificultades durante el parto. Además, las mujeres que han sufrido diabetes gestacional tienen más riesgo de desarrollar en el futuro una diabetes de tipo 2.
En el caso de la diabetes tipo 1, los síntomas suelen aparecer en un intervalo corto de tiempo y de forma llamativa. Suelen ser:
En el caso de la diabetes tipo 2, sin embargo, los síntomas suelen ser mucho menos acentuados y aparecer lentamente en el tiempo. De hecho, puede pasar desapercibida durante mucho tiempo hasta que no se manifieste alguna de sus complicaciones si antes no se detecta una elevación de la glucosa en sangre. Posibles manifestaciones de una diabetes tipo 2, además de algunas de las mencionadas para la tipo 1, pueden ser las infecciones frecuentes, especialmente urinarias y por hongos, o la lentitud en la cicatrización de las heridas.
Si no se da una respuesta adecuada a estos síntomas, puede darse una descompensación metabólica aguda, que curse con mareo, pérdida de conciencia, náuseas y vómitos. En estos casos es fundamental recibir cuanto antes asistencia. Puede tratarse de una hipoglucemia que se resuelve fácilmente con la administración de glucosa, pero que si no se trata puede derivar incluso en un coma, o una hiperglucemia extrema potencialmente fatal.
La diabetes tipo 2 se puede prevenir, pero solo hasta cierto punto, con la combinación de una alimentación saludable y una actividad física moderada.
Una alimentación saludable es una dieta equilibrada en macronutrientes, basada en productos frescos, rica en frutas y verduras, con suficiente fibra, priorizando legumbres, carnes magras y pescado sobre las carnes ricas en grasa y reduciendo al mínimo los alimentos procesados y el alcohol. Las dietas vegetarianas también parecen asociarse a menor riesgo de desarrollar diabetes.
Pero hay dudas razonables de que solo la alimentación, sin actividad física asociada, disminuya de forma significativa el riesgo. Se sabe que el sedentarismo es el gran mal de las sociedades desarrolladas por su impacto en la salud cardiovascular o el cáncer. Simplemente 150 minutos semanales de actividad física moderada (caminar a paso ligero, por ejemplo) ya se asocia a una reducción del riesgo.