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El Palacio de los Águilas: cultura, historia y turismo. El valor de lo que debe mantenerse
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charla con José Ramón Cid Cebrián

El Palacio de los Águilas: cultura, historia y turismo. El valor de lo que debe mantenerse

Actualizado 19/08/2023 13:17

La sede de varias exposiciones que atraen el turismo de la capital mirobrigense cerrará sus puertas

Ahora que nos enorgullecemos del yacimiento de Siega Verde y que entendemos por fin la cultura como un elemento de progreso económico para esta nuestra “España vaciada”, la noticia del inminente desalojo del mirobrigense Palacio de los Águilas sorprende y entristece por igual. De ahí que recuperemos la charla mantenida con José Ramón Cid Cebrián, maestro tamborilero, etnógrafo e indispensable especialista en la Salamanca napoleónica precisamente en El Palacio de los Águila, sede necesaria de res muestras y cuyas respuestas, en el año 2019, ya eran una reflexión acertada sobre el valor de la cultura como atractivo turístico para un visitante fascinado por los encantos de Ciudad Rodrigo, que, tras esta decisión, no parece que quiera potenciarse, bien al contrario.

Charo Alonso: No sólo Teatro y Carnaval ¡Ciudad Rodrigo es un hallazgo!

José Ramón Cid Cebrián: Ciudad Rodrigo tiene que hacer actividades para que se quede el turista. Tiene un turismo cultural -aparte del de Carnaval, que es un turismo de fiesta- pero hace falta potenciar actividades, no que la gente vea las cosas en dos horas y no se queden ni a comer. Y no se puede agotar todo en el centro histórico, Ciudad Rodrigo tiene una comarca muy interesante: La Sierra de Francia y de Gata está cerca, Las Arribes del Duero, Portugal, el yacimiento paleolítico de Siega Verde, las zonas de interés ecológico y etnográfico.

Ch.A.: ¿Se puede atraer al turismo histórico conociendo el papel de Ciudad Rodrigo en la Guerra de la Independencia?

J.R.C.C.: La guerra de la Independencia tuvo mucho protagonismo en Ciudad Rodrigo, en el 2010 se celebró el 200 aniversario del Sitio, vinieron los descendientes de los protagonistas de la lucha y fue todo muy interesante. Yo fui el comisario de la exposición junto con Miguel Ángel Martín Mas, y mantenemos en el Palacio de los Águila parte de la misma. Es una propuesta que se debe potenciar porque es cierto que existe un turismo histórico y estamos en un lugar privilegiado.

Ch.A.: No solo nos ilustra la exposición sobre el Sitio de Ciudad Rodrigo, sino que tenéis una muestra de los impresionantes grabados de Goya bajo el título “Wellington frente a Napoleón”.

J.R.C.C.: Goya fue el primer reportero de guerra. Utilizó la técnica del grabado porque quería que Los Desastres se difundieran. No se hizo la tirada en vida, pero era su deseo que representaran la barbarie, la sinrazón del hombre. Dibujó lo que él veía, y no solo criticó los excesos del ejército napoleónico, sino la ignorancia del pueblo español. Son 82 planchas de grabado que se convirtieron en láminas, en ocho tiradas, a partir de 1863. Las que tenemos aquí salen de esas planchas originales de Goya grabadas en 1923, pertenecen a la quinta edición. Si os fijáis, los títulos y representaciones son aterritoriales, no muestran hechos y lugares concretos, sino la barbarie de cualquier guerra. Sus títulos son irónicos y dolorosos: mirad estos cuerpos en sacos, el grabado se llama "Las camas de la muerte".

Ch.A.: Qué guerra tan desconocida y terrible…

J.R.C.C.: La exposición cuenta la historia de Ciudad Rodrigo desde 1808 hasta el final de la Guerra en el 1813. Sufrió dos sitios terribles y en su entorno concurrieron algunas de las grandes batallas de la Guerra de la Independencia. Tenemos cartas, mapas, documentos, grabados, armas.. pero quizás lo más curioso sea la parte que nos enseña que lo que se fabrica para la guerra se recicla para la paz. En Ciudad Rodrigo se utilizaron las balas de cañón, las bayonetas. Mirad, aquí está el peso de una romana o una plomada de albañil, fabricadas con una bala y un instrumento para atar las caballerías al suelo realizado con una bayoneta.

Ch.A.: Eres un profesional de la Justicia, un historiador experto en el Sitio de Ciudad Rodrigo y un musicólogo de la música popular salmantina ¿Cómo se conjuga todo?

J.R.C.C.: Siempre he tenido pasión por la cultura tradicional, no sólo por la música, sino por todo lo que está vinculado a lo popular, como la cocina tradicional, la literatura de cordel, los refranes, los dichos… Y del interés por mi tierra nace el interés por su historia. Ciudad Rodrigo está situada sobre un castro prerromano, en una colina junto al río que disfruta de un microclima. Es el sitio ideal para hacer una ciudad y eso lo sabían los primeros pobladores de los castros, los romanos, los hombres medievales y los que adaptaron las murallas medievales al sistema abaluartado Bovant cuando llega la artillería.

Ch.A.: Esa doble faceta tuya se ve en las dos exposiciones: una sobre la Guerra de la Independencia y otra sobre el tamborilero charro. ¿Se valora como se debe la música y el folclore salmantino?

J.R.C.C.: Quizás no se valora lo suficiente, las instituciones no lo impulsan como en otras regiones. Pienso que nosotros en esta zona hemos ido a la cola de todo, otras partes de España han hecho una gran reivindicación de su cultura, de su identidad, como los vascos, los catalanes, los asturianos… pero nosotros vamos a la cola y no lo hemos hecho. Pensábamos, por ejemplo, que eso de los tamborileros era cosa de señores mayores de boina, cosa de primitivos y paletos. Hubo una época en la que se veía así y se pensaba que debíamos superarlo. Pero ya no, por suerte cada vez se valora más, dejamos de ser tan fríos hacia lo nuestro, porque hemos valorado culturas foráneas y sin embargo, hemos despreciado lo nuestro.

Carmen Borrego: Hace años yo pertenecía a un grupo de folclore charro y, en el verano, recorríamos muchos pueblos de la provincia, yo creo que entonces se valoraba más cualquier manifestación de folklore que ahora.

J.R.C.C.: Y yo organizaba la Fiesta de la Charrada, fui uno de los fundadores, en 1980. Este año se cumplen los 40 años de su inicio. Quizás tú no lo conozcas, Charo, como cierto público medio, pero está declarada Fiesta de Interés Turístico Regional..

Carmen Borrego: Antes en el Centro de Cultura Tradicional había mucha gente joven como yo y había mucho interés en la ciudad y en la provincia por aprender. Ahora, quizás no? ¿Por qué?

J.R.C.C.: La verdad es que políticamente Salamanca ha sido más olvidada. Todo en Castilla y León está centralizado en Burgos y en Valladolid y se deja un poco de lado otras provincias, y no digamos el Oeste que raya con Portugal, es una pena, son zonas que se están despoblando y que quizás no tiene interés para los políticos. Os pongo un ejemplo, en Valladolid se valora mucho su cultura tradicional, y es una provincia llana, con tradiciones muy similares. Sin embargo Salamanca, por su geografía, es como un montón de provincias, tierras y comarcas muy diferentes. Eso significa una gran variedad de costumbres, de trajes, de toques, de bailes, de música? todo. Cada comarca es un mundo y de una variedad enorme, en otras provincias hay mucho menos y lo potencian más.

Ch.A.: ¿De ahí tu trabajo como compilador, musicólogo?

J.R.C.C.: Lo importante ha sido la recopilación de la música, porque ya no quedan músicos genuinos, la tradición se ha roto. Los tamborileros que yo conocí habían aprendido por tradición oral, en el campo, cuidando vacas y ovejas. Allí en su trabajo, aprendían de otros. Ahora se aprende en una escuela o academia, como se aprende cualquier otro instrumento. Yo me he dedicado a recopilar música, como otros folcloristas, y me encantaba ir a ver a estos músicos, ir aprendiendo de los toques de unos y de otros, aprender, por ejemplo, a tocar una flauta de cuerno de cabra, que es un paleo de una zona llamada el Salto del Gitano. Pero no solo he recogido música popular, también me gusta la literatura oral.

Ch.A.: Has fundado una escuela de tamborileros. ¿Hay futuro en el folklore con las nuevas generaciones?

J.R.C.C.: Sí, hay cantera. A mí me impresionó que, en la ofrenda floral que se hace en septiembre a la Virgen de la Vega, participaran tantas personas ataviadas con trajes tradicionales. Eso antes no pasaba, había cuatro charros en el concurso que se organizaba y era algo casi marginal. Me gusta ver, por ejemplo, al alcalde acompañado de su familia, que fueran vestidos de charros, eso hace cuarenta años era impensable. Ahora mucha gente está aprendiendo, es verdad que se está perdiendo la forma tradicional de enseñar, ya no existen ni los pastores ni esa gente que trabajaba en el campo y que enseñaba a tocar a los otros por transmisión oral, gente analfabeta en muchas ocasiones. Es normal, los pastores ya no trabajan de la misma manera y ahora tampoco se aprende a tocar el tamboril ni la gaita de la misma forma.

Ch.A.: ¿La gaita? ¿Eso no es gallego?

Carmen Borrego: ¡Charo, la gaita es la flauta que toca el tamborilero!

J.R.C.C.: La gaita en Salamanca es una flauta de tres agujeros, es un localismo, como la denominación de "gaita salamanquina" que cita Dámaso Ledesma en su cancionero publicado en 1907. Es verdad que la gaita es un instrumento de doble lengüeta, soplo indirecto y una bolsa. Lo nuestro es una flauta de tres agujeros y se llama gaita como se llama en Aragón o Navarra a la dulzaina, que es un instrumento de la familia del oboe. En Huelva la llaman gaita rociera. Luis Cortés decía que todos los pastores tocaban la gaita, era su forma de entretenerse, y los había muy buenos, buenos, regulares y malos.

Ch.A.: ¿Cuándo empezaste a interesarte por la figura del tamborilero?

J.R.C.C.: A mi padre le gustaban mucho estas cosas y yo empecé a tocar con 14 años. Me gustaba la vida de pueblo, las fiestas de los alrededores de Ciudad Rodrigo, yo las vivía porque me llevaba mi padre y yo me ponía al lado de los tamborileros y, cuando pude, porque no había gaitas y era difícil conseguir un instrumento, ya que cada tamborilero se hacía la suya, aprendí a tocar.

Ch.A.: ¿También se hacían su propio tamboril?

J.R.C.C.: Los tamboriles se hacen también con elementos reciclados, con un bidón, aros de cribas, el tronco de un cerezo. Cada tamborilero hacía el suyo y la porra de cada uno es diferente. En la exposición mostramos una gran variedad de piezas. Esta gaita está hecha con una cayada rota, esta otra la forraron con la piel de un bastardo, pero la más curiosa es esta flauta de ala de buitre, así las hay antiquísimas, descubiertas por la zooarqueología. Este hueso del pájaro, la ulna, es el equivalente al cúbito nuestro. Esta la tocaba el tío Rebulle. El buitre, un ave tan silenciosa, resulta curioso que haya generado los primeros instrumentos musicales de la historia del hombre. Mira si es importante el tamborilero que se decía: No hay olla sin tocino, Ni boda sin tamborino, Ni sermón sin agustino.

Ch.A.: Ahora tú innovas tocando el tamboril con otros instrumentos.

J.R.C.C.: No solo yo, se está haciendo mucho. El tamborilero era un instrumentista solitario, tocaba solo, producto quizás de una economía limitada. Con una mano hacía la melodía y con la otra el acompañamiento rítmico, era el alma de la fiesta y no hacía falta nadie más. Por eso se ha mantenido la figura del tamborilero solo, porque la gente antes no se podía permitir pagar a más músicos. Y eran músicos increíbles, en Los Villares, por ejemplo, había una gran tradición de bailadores, estaba Federico Lozano, yo lo trate mucho, era un hombre encantador y, como teníamos pocos medios, cuando venía a bailar a Ciudad Rodrigo lo hacía desinteresadamente, se vestía en mi casa. Bailaba muy bien y era muy generoso. Eso se ha perdido.

Ch.A.: En la exposición y en tu libro recuerdas que el tamborilero es uno de los músicos más antiguos de la historia y que aparece en muchas representaciones artísticas.

J.R.C.C.: Hay muchos ejemplos en la historia de tamborileros que tocan con otros instrumentos, mirad, aquí aparece un rey tamborilero del siglo XIII, aquí junto a una viola de arco y un rabel. La iconografía nos lo muestra con otros instrumentos, dentro de la música culta o cortesana. Quizás en la música popular tocaba más solo. Y en algunos actos religiosos, durante los ofertorios, la consagración, los pasacalles de las procesiones. En las antiguas misas, el tamboril no solo acompañaba al pueblo, sino al rey de los instrumentos, el órgano que hacía música en parte popular porque acompañaba al pueblo que cantaba en las celebraciones religiosas. Hay ejemplos de pange lingua o misas en latín en las que cantaba la gente, y el tamborilero acompañaba con el órgano o el armonio.

Ch.A.: Lo primero que me enseñó Amador Martín de ti fue una pieza de órgano y tamboril en la Capilla de la Universidad.

J.R.C.C.: Yo toco con Manuel José Gutiérrez que es el organista de la Catedral de Ciudad Rodrigo; también hemos realizado conciertos en San Felices de los Gallegos y Lumbrales, que conservan órganos barrocos restaurados. Tocamos en la Universidad con motivo del Congreso de Poetas que coordinó Isabel Bernardo, fue muy hermoso. En San Felices tocamos en el convento de las Madres Agustinas, el órgano está dentro de la clausura, nos dejan entrar y estamos con ellas, el concierto es espectacular y se llena la iglesia de gente. En Ciudad Rodrigo hay dos órganos excelentes en el coro del siglo XV de Rodrigo Alemán. En Ledesma hay otro órgano fantástico de dos teclados que se pretende restaurar, lo que no es una tarea fácil, sino muy compleja.

Ch.A.: ¿Qué se siente tocando junto a un órgano?

J.R.C.C.: Los órganos siempre están en un sitio alto, sientes que estás más cerca del cielo, el ambiente es diferente, la luz, la sonoridad, parece que estás en otra atmosfera con una acústica fantástica..

Ch.A.: Tienes estas exposiciones, tocas en los conciertos, has entrado en el Centro de Estudios Salmantinos con un libro y un disco de tu música. ¿Qué quieres hacer ahora?

J.R.C.C.: Seguir disfrutando y aprendiendo con la cultura tradicional y poderla impulsar dentro de mis posibilidades, aunque el único problema es que ahora hay muchos tamborileros y antes solo había uno y el pueblo bailaba. Ahora hay pocos bailadores, es como si en un equipo de fútbol hubiera once porteros y un jugador. No es fácil bailar, hay muchos toques que no los baila cualquiera. Y hay que tocar bien, no vale con tocar a medias una melodía y decir que es tu creación, es como pensar que Picasso hace garabatos cuando inicia el cubismo, como si no tuviera una formación clásica anterior.

Ch.A.: Eso en tu tarea de maestro? ¿Y personalmente?

J.R.C.C.: Yo lo que espero es poder organizar todo lo que he recopilado, clasificándolo y ordenándolo para después poderlo publicar y difundir. Porque la función de un folclorista es recopilar, investigar y difundir. Tengo mucho material recogido porque había que darse prisa en recopilar a los informantes tradicionales que en su mayoría eran ancianos, difundir no era tan urgente.

Ch.A.: ¿Dónde se guarda un acervo tan importante?

J.R.C.C.: En el centro etnográfico de Joaquín Díaz hay alguna de mis cosas, pero debería hacerse algo para que quedara todo en Salamanca. Se nos pierden las fuentes y hay que guardar y divulgar lo recogido y guardado.

Una herencia que ahora se queda sin la hermosa sede donde se exhibía en este Palacio de los Águila. Herencia de destino incierto que nos hace replantearnos de nuevo dónde está la respuesta a nuestra propia desmemoria… al deseo de llenar la tierra vaciada y sin embargo tan llena. Historia viva y silenciada.

FOTOGRAFÍAS: CARMEN BORRERO