“Es fundamental acompañar a las personas y que sepan que no están solas, pero siempre respetando su espacio”
Sara Ruiz es psicóloga en Salud Mental Salamanca. Nos atiende en su despacho para conocer más en profundidad la salud mental. La última dinámica que se está tomando atiende a que lo correcto es calificarlo como problema de salud mental, porque “cuando hablamos de enfermedad mental, lleva una serie de connotaciones negativas ante la palabra que genera también una repercusión y un rechazo por parte de la sociedad”.
Los trastornos más comunes que tienen entre sus asociados son trastornos psicóticos, esquizofrenia y trastornos de la personalidad, todos ellos “van de la mano”. Sin embargo, a niveles más generales no está tan equiparado. Para ello, Salud Mental Salamanca cuenta con amplio equipo multidisciplinar que abarca las diferentes áreas de la persona. Cada vez hay más casos porque cada vez hay más diagnósticos.
¿Cada vez hay más casos o cada vez se visibiliza más?
Ambas cosas, aunque prima la visibilización. Las campañas de sensibilización, personas conocidas que dan su testimonio han ayudado. Cuando un miembro de la sociedad de cierta relevancia, por los motivos que sea, ofrece su testimonio de que es una realidad que nos acompaña a esta sociedad, la gente es más consciente. Podemos, más allá de verla, ahondar un poco en los motivos que hay, lo que sí que creo que hemos avanzado es en eso, en no ver a las personas y verlas cómo actúan, sino que detrás de esas actuaciones, de esos comportamientos hay un motivo, un argumento, hay una enfermedad, una vida.
¿Qué problemas de salud mental son más comunes?
Primordialmente el tema de los trastornos psicóticos y esquizofrénicos. También la esquizofrenia, aunque hay mucha variabilidad en la sintomatología. Diagnosticar a alguien de esquizofrenia es algo muy general, porque a veces se da una generalidad cuando hay muchos detalles personales y particulares de cada una de las personas que lo padecen.
¿Han aumentado con el pasos de los años o enlos últimos meses las personas que vienen aquí?
El los últimos 3 ó 4 años ha aumentado bastante el número de personas atendidas y el volumen que tenemos en cada uno de los programas. También la recepción de personas en el punto de información. La asociación ha ido adquiriendo peso y otros recursos derivan hasta nosotros. La coordinación entre todos y también conocer que hay entidades y que existe un sitio en Salamanca, es importante.
¿Cuál es el perfil de las personas atendidas?
En nuestros programas son generalmente personas de entre 40 a 60 años, aunque es verdad que hay una realidad que no la abordamos nosotros, y es la de infanto
juvenil, que vemos que está despuntando. Nuestros asociados vienen a centro de día y al resto de los programas.
¿Por qué hablar de estos problemas sigue siendo un estigma?
Es importante quitar ese estigma, esa etiqueta sobre la persona porque al final, si quitamos esa etiqueta, también podemos ver que hay una persona con muchísimas capacidades y con muchísimas otras virtudes, más allá de la problemática que puedan tener.
Cada vez está aumentando más el caso de las autolesiones, ¿por qué se puede llegar a ese extremo?
Lo que refieren las personas que tienen una conducta suicida es que están en una situación en la que tienen, padecen y están sufriendo dolor; un dolor que puede ser físico, pero que puede acompañar al dolor emocional. De hecho, enfermedades crónicas a nivel físico sí que es verdad que pueden conllevar ese dolor, ese sufrimiento mental. Todas están en una situación
en las que su sufrimiento es tal, que no es que quieran dejar de vivir ni mucho menos. No he escuchado a nadie que quiera dejar de vivir; lo que sí que he escuchado es personas que quieren dejar de sufrir y se ven incapaces. Por eso es importante darle a la persona esas herramientas, que sepa que hay profesionales y que no está sola.
La importancia de la familia, la sociedad… ¿por qué la persona no es capaz de verbalizarlo?
Muchas veces ese silencio que mantenemos las personas cuando estamos mal y no queremos decir la cosas no deja de ser paradójico, porque estamos gritando al mundo que necesitamos ayuda, pero quiero decir desde nuestro silencio y desde nuestra impasividad, eso es una de las de las señales que nos están diciendo que la persona no está bien.
¿Cómo podemos ayudar?
Es muy importante acompañar a las personas, que sepan que no están solas. También transmitirles que vemos que pueden necesitar ayuda. Preguntarles. Muchas veces ante esas preguntas va a haber silencio, no te van a contestar el teléfono… pero la persona sabe que estás ahí. Hay que intentar evitar que esa persona esté sola, no va a estar activa ni va a querer hacer nada, pero no debe estar sola. Sin embargo, también hay que respetar sus momentos. Todos necesitamos nuestro espacio.
¿Cómo podemos diferenciar que tenemos un problema a que es solo una “mala racha”?
Todos pasamos por momentos en los que descansamos peor, hay épocas del año, el calor, los exámenes, una condición en el trabajo, una condición familiar… cuando ese desajuste en el sueño, en la alimentación, se mantiene en el tiempo, ya no es algo puntual o algo que tenemos identificado con un hecho concreto. Surgirán preguntas para buscar motivos y soluciones y cuando hay un pensamiento que preocupa, que la persona nota que está más decaída de lo normal… se le añaden otros, y es cuando ya podemos hablar de que es un problema
de salud mental.
¿Cuál es el principal obstáculo para que la sociedad no termine de normalizar, por así decirlo, estas situaciones?
En ocasiones el acceso al sistema sanitario, porque no aborda todo lo que pudiera abordar. Más allá de eso, sí es verdad que ha habido una visibilidad y una conciencia de lo que es la salud mental, pero
también es verdad que a pesar de que hemos ganado mucho en visibilizar, no es total ni en lo que refiere a cómo vemos y percibimos a las personas que padecen esta realidad, ni sabemos qué recursos hay.
Por otro lado, también algunas personas que padecen algún problema de salud mental pueden tener miedo, tener reticencias, y hace que lo viva de una forma u otra. Ahí aparecen nuestras propias
inseguridades, nuestros propios miedos. Tenemos que saber que esto es algo que nos puede acompañar, que puede formar parte de nosotros, que podemos acudir aquí, o a otro lugar y vivir. Es importante por eso no juzgar a las personas. Es muy fácil opinar desde fuera, pero vivir las cosas desde dentro, no.