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Empoderamiento femenino desde la historia textil de Béjar
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Béjar

Empoderamiento femenino desde la historia textil de Béjar

Actualizado 22/05/2023 08:21
David Sanchez

Un viaje por el pasado industrial de la ciudad al sur de la provincia para realzar la importancia de las mujeres en el auge, desarrollo y legado dentro del que fue su motor económico durante siglos.

No son pocas las ocasiones en que nos referimos a las mujeres como las grandes olvidadas de la historia. Desde aquellas cuya labor fue importante en diversos ámbitos de la ciencia y la investigación, pasando por autoras que debían firmar bajo un seudónimo masculino para publicar sus creaciones artísticas, hasta obreras que destacaron no sólo en el ámbito propio de la producción, sino también en la lucha por los derechos de las mujeres.

Béjar y la historia de su industria textil sirven como marco empírico donde comprobar la evolución del papel de la mujer en la sociedad, sin olvidar, que aún en este siglo XXI, queda un largo camino que recorrer para que las mujeres alcancen con plenitud, el lugar que les corresponde en todos los ámbitos de la vida actual.

Cuando viajamos a la memoria textil de esta ciudad, rápidamente acuden a nosotros imágenes de las grandes fábricas, de los imponentes edificios que dentro de ellos, daban trabajo a cientos de trabajadores y trabajadoras, de las erguidas chimeneas de carbón, encargadas de mantener el ritmo productivo cuando el río ‘Cuerpo de Hombre’ no era lo suficientemente caudaloso para mantener el ritmo que la maquinaria industrial bejarana marcaba, simulando por momentos, los latidos de la propia localidad. Aunque si seguimos extrapolando este símil al presente, ese enérgico palpitar está lejos del crepuscular pulso actual que, con el tiempo, ojalá retome pronto la candencia del resurgir.

Pero volvamos al pasado, como decíamos antes. Para encontrarnos con las mujeres que dieron vida a la villa que luego pasó a ciudad y más tarde se ganaría el apelativo de textil. Hablamos, primeramente, de aquellas que realizaban las labores de costuras en sus casas, que tejían para el autoconsumo, es decir, para realizar los ropajes que ellas y sus familias vestían. Ese fue el germen primigenio que dio vida a los primeros talleres, totalmente artesanales, donde las manos y el buen hacer de estas costureras permitía la producción a las incipientes industrias. “Hay una parte muy importante del proceso textil que se hacía en las casas en ese momento de la Edad Moderna, donde aún no existía la electricidad ni mecanización y el trabajo se hacía de forma manual” cuenta la historiadora bejarana, Carmen Cascón “tareas como el hilado, el escogido de la lana o el acabado se hacía exclusivamente por mujeres. Luego, cargaban sus cestos y traían esa parte de su trabajo, de su productividad, a Béjar, de manera diaria”. Una actividad que no sólo atañaba a las que residían en la ciudad, no hay que olvidar a mujeres de municipios de la comarca que formaban parte de esta curiosa cadena laboral.

Esta industria textil fue la ‘joya’ de la corona para los Duques de Béjar, artífices de grandes avances en la industria y en el crecimiento de esta rama económica. Pero no se dejen llevar por la etimología masculina de la palabra, porque en esta historia, también ellas, las duquesas, acometieron avances en el papel que la mujer jugaba en esta industria. En el siglo XVII, la bonanza económica europea y el auge de la reivindicativa burguesía, precipitaron a la Duquesa de Béjar, Mª Alberta de Castro Portugal y Borja, a intervenir en la conversión de las hilaturas de lana, como detalla Javier Ramón Sánchez, experto en la historia y patrimonio textil bejarano: “Junto a su suegra, Teresa de Sarmiento, tuvo una idea muy emprendedora, supieron ver que había otras formas de hacer tejidos que cómo se estaban haciendo en ese momento”. Sin embargo, no caigamos en la inocencia de pensar que las Duquesas se movían por el altruismo, sino más bien, lo hacían por la ‘alcabala’, un impuesto que cobraban estos nobles “basado en la producción. Entonces si esa proto industria textil funcionaba bien, ellas más recaudaban y se producía una simbiosis interesante que posibilitó un salto de gigante del textil en Béjar con la apuesta por los paños finos” explica Javier Ramón.

No es por tanto, extraño encontrar nombres de mujeres dentro de las plantillas de las fábricas bejaranas, como tampoco era ver esos nombre femeninos en las propias cabeceras de las industrias, aunque fuera en menor medida. Alcanzaban ese estatus al heredar las empresas tras la muerte de sus esposos, que mantenían su nombre, incluso después de su fallecimiento. Ponemos como ejemplo el caso de la viuda de Higinio Cascón Torrico, María Martínez Soto, que tuvo que tomar los designios de la fábrica sin dejar de lado a la familia y a la casa, tal y como establecía la sociedad de la época, a comienzos del siglo XX, donde el papel de la mujer quedaba relegado en muchas ocasiones al hogar.

El rol de las mujeres en el textil fue cambiando poco a poco, con presencia en casi todos los puestos, aunque algunos eran predominantemente femeninos como las urdidoras o las zurcidoras, aunque tenían en común las desigualdades con respecto a sus compañeros masculinos: Su sueldo semanal era inferior, a pesar de que trabajaban de sol a sol. E incluso, las mujeres fueron parte activa en las reivindicaciones obreras de la gran huelga del textil en Béjar, entre 1913 y 1914, tomando parte en los paros, en las manifestaciones, sufriendo detenciones y hasta mediando ante el consejo de ministros para tratar de buscar una solución al conflicto obrero.

En 1937, en las fabricas de la ciudad e Béjar trabajaban 1300 hombres y 1160 mujeres. Las mujeres bejaranas fueron pioneras en aspectos como la emigración, donde no fueron pocas las que acabaron desempeñando su labor profesional en Alemania, mientras que otras alcanzaron relevancia en puestos de administración y gerencia. Sin embargo, algunas, una vez que contrajeron matrimonio, tuvieron que dejar su sitio en las cadenas productivas ante una sociedad franquista y machista que minimizaba su papel.

Actualmente, las mujeres son más importantes que nunca para mantener viva la industria textil y para, en algunos casos, rescatar del olvido, las vivencias que hemos contado en esta larga historia. Ahí entra en juego la comunicadora Carmen Comadrán, natural de la ciudad textil y que con su proyecto audiovisual “anudando vivencias textiles”, mantiene viva la llama de todas las mujeres que jugaron sus cartas por alcanzar el lugar que todos les debemos y que no deben perder nunca más.