Lo suyo en estos días sería comentar algo sobre las próximas elecciones municipales y autonómicas porque estamos en campaña. Pero bueno, sólo se trata de la campaña oficial, el resto de tiempo seguiremos en eterna campaña extraoficial y la verdad es que ya cansa, así que a otra cosa.
Seguro que en más de una ocasión han escuchado a alguien finalizar la afirmación de algo diciendo: Esto está científicamente demostrado. Es la coletilla que muchos añaden para darles un carácter de verdad indiscutible, de certeza absoluta, a algún tema aunque, quizás, lo hacen sin pararse a pensar que no existen las verdades eternas ni las certezas absolutas en nada, y menos en la ciencia.
La certeza científica de que la Tierra era el centro y los planetas giraban a su alrededor, dejo paso a la certeza científica de que el sol era el que ocupa el centro y la Tierra la que giraba, que a su vez dejó paso a la certeza de nuestro sistema solar es sólo un pequeño punto en el inmenso universo.
Más tarde, la certeza científica de que la Tierra era plana dejó paso a la certeza científica de que era redonda o algo achatada, aunque algunos se sigan resistiendo a creerlo. La certeza científica de que las sangrías curaban ciertos males dejo paso a la certeza absoluta de que los antibióticos eran la cura para todo; y la certeza de una persona estaba poseída por el ‘mal de los dioses’ se convirtió en certeza científica de que sufría esquizofrenia... y podríamos alargar la lista muchísimo más, pero creo que no es necesario.
La ciencia no avanza encontrando certezas sino corrigiendo errores, así que todo aquello que hoy parece estar científicamente demostrado en un tiempo puede ser que corregido al topar los científicos con algo que, científicamente, se oponga a lo anterior y donde dije ‘digo’, pues digo ‘diego’.
Confiamos demasiados en la ciencia. Creemos que es el refugio de las verdades, de las seguridades, de la objetividad; que es todopoderosa, pero no es así. Avanza, sí, pero entre tinieblas, probando hipótesis nuevas, fracasando, volviendo a intentarlo, ese es el método de las ciencias, de todo aquello que es ciencia, porque cosas como el creacionismo, la astrología, la homeopatía, y algunas ‘patías’ tienen muy poco de científico.
Ningún científico o investigador serio y que se precie se atrevería a decir que algún descubrimiento es absolutamente cierto. Los honestos y profesionales son más humildes y saben que todas las verdades son provisionales. Buena prueba de ello es que lo ‘científicamente demostrado’ ha ido variando constantemente a lo largo de la Historia, afortunadamente para todos. Un ejemplo singular.
En el siglo IV a.C., en la Grecia clásica, un grupo de científicos, entre ellos Demócrito, afirmo que "Nada sabemos de cierto, pues la verdad está en lo profundo". Pero eso no le impidió que, sin ningún tipo de tecnología, sólo usando su razón, desarrollara la «teoría atómica del universo», es decir se aventuró a afirmar que toda materia estaba compuesta por minúsculas partículas indivisibles (átomos, en griego). Poco caso se le hizo. Lo curioso es que a principios de siglo XIX, el británico John Dalton demostró que aquella suposición que el griego hizo ¡casi 2.500 años antes! era cierta y definió el modelo atómico.
Los avances de la ciencia unas veces confirman teorías y otras las corrigen o las contradicen. Las leyes y teoría no son pedestales de la verdad sagrada, ni nos dan la seguridad de la certeza. Son útiles para mejorar nuestras vidas (¿o tal vez no?), pero nuestras vidas deben ir más allá, porque no podemos dejar todo en manos de los científicos, ellos son sólo una parte necesaria de la Humanidad. Aunque desgraciadamente hoy la ciencia no puede escapar, como casi nada, de los interese económicos.
Isaac Newton decía ‘Ningún gran descubrimiento se ha conseguido sin haber hecho antes una audaz suposición’. Y es que la ciencia, al contrario de lo que se suele pensar, es riesgo y no seguridad. Para Carl Sagan, astrónomo y astrofísico: En la Ciencia la única verdad sagrada, es que no hay verdades sagradas. Y de manera parecida pensaba Julio Verne: La ciencia, muchacho, está hecha de errores, pero de errores útiles de cometer, pues poco a poco, conducen a la verdad. Una verdad a la que aún no hemos llegado.
Si grandes pensadores y científicos han sido humildes a la hora de hablar de la ciencia ¿por qué nosotros nos empeñamos en dar marchamo de certeza, verdad y seguridad a algo añadiendo que está ‘científicamente demostrado’?
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