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El amor es más fuerte que la guerra, la épica napoleónica de Luis García Jambrina
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ENTREVISTA

El amor es más fuerte que la guerra, la épica napoleónica de Luis García Jambrina

Actualizado 31/03/2023 12:57
Charo Alonso

El novelista deja el tiempo de Fernando de Rojas para reivindicar el papel de las mujeres en la Guerra de la Independencia

Regresa de los legajos y de los caminos Luis G. Jambrina, aureolado de amor, de romanticismo y de resignada lucidez con una nueva obra, según Miguel Ángel Martín Mas, experto en temas napoleónicos: “Muy bien documentada, magníficamente novelada”. Tiene el empeño de relatar esta Salamanca nuestra el profesor, novelista y ensayista que ha dejado a un lado el tiempo de su Fernando de Rojas para narrar la dramática retirada de los soldados británicos de la mano de un personaje inolvidable: la irlandesa Catherine Gallagher, una heroína de leyenda prendida no solo del corazón del lector, sino del apasionado autor de una particular versión de este episodio de mirada galdosiana, manuscrito de sangre sobre la nieve que se lee como un alegato contra la guerra y un reconocimiento a las mujeres olvidadas por la historia.

Charo Alonso: Título unamuniano, fruto litúrgico. ¿Tiene algo que ver con Cabrera Infante?

Luis García Jambrina: En principio, no, salvo el título, al que yo le doy la vuelta, basándome, en efecto, en esas fórmulas litúrgicas de la boda y en el título de la primera novela de Unamuno. Lo que yo quería era mostrar otras facetas de la guerra, el día a día de los soldados y de sus acompañantes y, sobre todo, la dureza de las retiradas, en este caso agravada por la climatología, el mal estado de los caminos y la pobreza de los pueblos por los que pasan los soldados. Si a esto añadimos que los franceses les pisaban los talones durante cuatrocientos kilómetros, el panorama es muy trágico y desolador. Pero la parte más terrible fue para las mujeres y niños que acompañaban a las tropas británicas. Murieron muchos de hambre, frío y fatiga. El título, pues, nos habla de la lealtad y fidelidad amorosa y de que para algunas personas, en la paz también hay violencia y en la guerra puede prosperar el amor.

Ch.A.: La época histórica de Rojas era tu zona de confort: ¿Qué te llevó al tiempo napoleónico?

L.G.J.: Me estaba documentando precisamente para “El manuscrito de barro”, que se sitúa en el Camino de Santiago en el siglo XVI y un historiador gallego, con el que estaba haciendo una ruta alternativa al Camino Francés me narró algunos sucesos y me mostró algunos de los escenarios y campos de batalla. Y a partir de ahí empecé a leer. Me parece, por lo demás, una época muy interesante, de decadencia pero también de romanticismo, de cobardías y heroicidades. Esta es sin duda mi novela más histórica y, a la vez, la más intensa y emotiva.

Ch.A.: Siempre Salamanca, Luis…

L.G.J.: La novela, en efecto, arranca de Salamanca con las primeras escaramuzas con los franceses y la retirada propiamente dicha, desde Sahagún hasta A Coruña, pasando por Benavente, Astorga, Bembibre, Cacabelos, Villafranca del Bierzo, Herrerías, As Nogais, Lugo y Betanzos. Me impresionan mucho el paisaje, los pueblos y la hospitalidad de la gente. Esta novela es también un homenaje a Galicia, la tierra de la que era mi pareja durante el tiempo de escritura de la novela. De modo que he puesto mucho amor en ella. Me interesaba mostrar la dureza de estos lugares en invierno, es una tierra dura, pero de una gran belleza que describe intensamente Catherine porque le recuerda Irlanda.

Ch.A.: Ella dice: “Bien mirado, la guerra lo único que hacía era agravar o empeorar un poco más las cosas”, es desolador.

L.G.J.: Para los pobres y desahuciados del mundo, la vida es siempre guerra; la guerra lo que hace es empeorar. La guerra de la Independencia española tiene muchas similitudes con la ucraniana, pues se trata de la invasión y ocupación de un país por una potencia muy superior. En ambas se están jugando muchas cosas que afectan no solo a Ucrania, sino al resto de Europa. Habrá esperanza si nos esforzamos por tenerla. Pero las cosas pintan muy mal, y no solo para los ucranianos. Por otro lado, hay una guerra mucho más terrible, que es la de casi todo el mundo contra el planeta Tierra, una guerra que a veces no se ve, pero que es muy destructora y sus efectos son irreversibles.

Ch.A.: Estas mujeres, como las soldaderas de Elena Poniatowska en la Revolución Mexicana, son las olvidadas de la historia.

L.G.J.: Es el triste destino de las mujeres en los ejércitos. Nadie se acuerda de ellas. Como si sus muertes fueran un mero efecto colateral. En el ejército británico, las obligaban a ir andando, pues los carros se reservaban para los heridos, los víveres y la impedimenta, a pesar de que las consideraban una parte del equipaje. Para comer, les daban solo media ración. Muchas de ellas y sus hijos se fueron quedando por el camino, bajo la nieve, con una manta raída como única sepultura. Otras fueron capturadas por las tropas francesas. Algunos de sus comportamientos fueron heroicos. Pero ellas no recibieron compensaciones ni medallas, ni siquiera se contabilizaron sus bajas.

Ch.A.: Tu protagonista, una voz femenina, está tan logrado que vas a decir eso de Flaubert “Catherine c´est moi”…

L.G.J.: Ojalá sea así. Yo la he creado con mucho cariño y mucha dedicación. Y os cuento un secreto. A mí me gusta definir esta novela como una novela de amor en tiempos de guerra y debo confesar que la escribí estando muy enamorado, como no lo había estado nunca. De modo que le transferí todo ese amor que yo sentía en ese momento a este personaje, que entre otras cosas se caracteriza por un inmenso amor por su marido, al que salva de morir y al que está dispuesta a querer de forma absoluta en cualquier circunstancia. Creo que si no hubiera estado tan enamorado no la habría escrito así y Catherine habría sido muy distinta, si bien está inspirada en muchas de esas mujeres anónimas de las campañas del ejército británico en España. Es una historia de amor romántico en el sentido originario y fuerte del término; no en vano acontece en el periodo romántico, a comienzos del siglo XIX. También la sensibilidad que tiene hacia el paisaje es muy romántica.

Ch.A.: Un paisaje y unos hechos que pinta Bradford y relatan muchos.

L.G.J.: Sobre esta retirada hay muchas crónicas, memorias, cartas, diarios de oficiales y soldados. Son todos ellos impresionantes. William Bradford fue un reverendo anglicano y un buen dibujante que dejó testimonio gráfico de su paso por España en un conocido libro de estampas. Son magníficas, pero sorprende que una persona que participó en la retirada de John Moore se dedicara a pintar escenas idílicas y costumbristas, en lugar de mostrar la realidad y los desastres de la guerra, como Goya.

Ch.A: Niall, el marido, cree que la guerra tiene reglas, bendita inocencia.

L.G.J.: Como tantos jóvenes irlandeses, se alistó en el ejército porque no quería seguir trabajando en el campo con su padre, ni pasar más hambre. Pero también porque tenía una idea de la guerra un tanto romántica. Pero enseguida descubre que, además de las muertes en los campos de batalla, están los crímenes de guerra, las violaciones, la destrucción gratuita y el pillaje. Como en Ucrania, donde se cometen todo tipo de atrocidades. Niall es un personaje muy desvalido e ingenuo. Sin Catherine, no habría sobrevivido.

Ch.A.: Días de ruido y furia, pasado que nos enseña el presente.

L.G.J.: Escribí la novela durante la guerra de Ucrania y pude comprobar día a día cómo algunas cosas no cambian, como una guerra es siempre una guerra, independientemente del armamento. Yo siempre he dicho que para conocer el presente lo mejor es interesarse por el pasado y eso es lo que he intentado hacer en mis novelas, sobre todo en esta. En ellas siempre hay un contrapunto entre el pasado y el presente. Yo quería que los lectores y las lectoras empatizaran con Catherine y vieran las cosas a través de sus ojos, quería mostrarla no como una heroína, que a veces lo es, sino como un personaje ejemplar, que logró no solo sobrevivir en las circunstancias más difíciles, sino seguir amando y seguir siendo una persona honesta, sensible y generosa.

Ch.A.: ¿Podía haber narrado esta historia un hombre?

L.G.J.: Habría sido una historia muy distinta y tal vez más convencional. Las mujeres ofrecen una mirada nueva y distinta sobre realidades que ya han sido muy tratadas por los hombres. Y en este caso estamos hablando de un acontecimiento histórico y de una tragedia humana. Su mirada se fija sobre todo en otras cosas, imperceptibles para los ojos de un varón, y que tienen que ver con el mundo de lo cotidiano, de las emociones. La mirada de un oficial o un soldado habría sido una mirada histórica; la mirada de Catherine Gallagher es una mirada intrahistórica, como diría Unamuno. Y eso es lo que quería mostrar: lo intrahistórico, sin olvidarme de lo histórico. Lo emocional, sin olvidarme de lo racional; lo cotidiano, sin olvidarme de lo extraordinario. También el mundo de las pequeñas cosas, como, por ejemplo, mostrar lo duro que era ir todo el día con la ropa mojada y llena de barro.

Ch.A.: ¿Has disfrutado de tu rigurosa tarea de documentación?

L.G.J.: Mucho, porque siempre escribo sobre temas que me interesan. En este caso, comencé leyendo todas esas cartas, memorias, diarios, crónicas, y luego buscando todo tipo de estudios y testimonios sobre las mujeres en el ejército británico en esa época: su origen, el por qué acompañaban a sus maridos, las labores que hacían, cómo era su día a día en el campamento y en la retirada. En la novela, he querido dosificar bien todo eso, para no romper la coherencia del personaje. En cuanto a los escenarios, ya los conocía; de modo que solo tuve que documentarme sobre lo relativo a esa época en concreto.

Ch.A.: Catherine ama la lectura y dice una cosa bellísima, nunca estamos solos si tenemos un libro…

LG.J.: Me interesaba mucho esa perspectiva: una mujer de origen humilde, que por circunstancias terribles de la vida aprende a leer y a escribir, y eso la hace distinta de las otras mujeres de su entorno, le da una mayor conciencia y sensibilidad. Y enseguida tiene la oportunidad de darles voz a sus compañeras y mostrarle al mundo lo que ha ocurrido. Al igual que en otras novelas mías, aquí también hay un homenaje a los libros, a la literatura, que sirve para hacer el mundo más habitable.

TEXTO: CHARO ALONSO Y CARMEN BORREGO

FOTOS: CARMEN BORREGO