La pandemia del coronavirus ha dejado profundas huellas en la sociedad de este principio del siglo XXI. La huella de la gran cantidad de personas que se llevó por delante, las secuelas físicas en quienes estuvieron muy afectados, los arañazos de sentimientos producidos por el dolor y la angustia, los confinamientos de la población, la incertidumbre, el empeoramiento de la salud mental, la manera de relacionarnos, la forma de vida, el cambio de hábitos y los comportamientos, entre otras muchas huellas.
En todos los colectivos humanos la covid ha dejado algún tipo de huella, según la edad, territorio, circunstancias o en qué situación estuviera cada uno. El reciente Estudio Pasos de la Fundación Gasol pone de manifiesto que, tras la pandemia, los niños y adolescentes son menos felices, duermen menos, comen peor, hacen menos actividad física y están más tiempo frente a la pantalla. El bienestar emocional es uno de los factores donde más se nota la huella dejada por la pandemia. El 40,1% de las niñas españolas de entre 8 y 16 años dicen sentirse preocupadas, tristes o infelices, frente a un 23,9 % de los niños que padecen las mismas angustias. A ello ha contribuido, sin duda, el cambio de dinámicas sociales, relación y distanciamiento que impuso la pandemia.
Por otro lado, y aunque es un fenómeno que ya se venía dando, las clases virtuales y la teleenseñanza a la que obligó la pandemia, potenciaron el uso de aparatos de telecomunicación con pantalla (móviles, computadoras, televisión, tabletas) y el tiempo de estar frente a las mismas se disparó, llegando a las cinco horas en fin de semana y superando así, con mucho, la recomendación de dos horas al día. Efectos y huellas similares ha dejado la pandemia en otros colectivos humanos, cada uno con su especificidad.
Después de tres años, el virus continúa entre nosotros y la pandemia de la covid sigue constituyendo una emergencia de salud pública de importancia internacional. Así lo analizó el Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional (RSI 2005) en su decimocuarta reunión del 27 de enero de 2023 en Ginebra, Suiza, y lo plasmó en un informe del 30 de enero en el que recomienda tal observación. El Comité advierte que "se necesitan medidas de salud pública a largo plazo", porque se espera que el virus continúe siendo un patógeno establecido en el futuro inmediato.
El Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, reconoce que la pandemia se encuentra en un punto de transición en la que hay que ir con cuidado, para mitigar posibles consecuencias negativas. En ese sentido, el Comité de Emergencias emitió siete recomendaciones temporales a los Estados Miembros de la OMS, entre las que se encuentran el centrarse en la vacunación, medios de diagnóstico y terapéuticos, así como en prepararse para futuros brotes. Todo ello contando con que la emergencia, que no el virus, podría finalizar en los próximos meses.
El Gobierno de los Estado Unidos, país muy castigado por la pandemia, ha puesto el próximo 11 de mayo como fecha para el fin de la emergencia nacional de salud pública declarada por la covid, justo tres años después de que se reportara por primera vez el virus en aquel territorio. El objetivo de extenderlo hasta esa fecha es el de garantizar una transición ordenada, para evitar la incertidumbre en la ciudadanía y el caos en consultorios médicos, hospitales, residencias y otros servicios.
El fin de la emergencia del virus le sitúa en una consideración endémica, que puede ser seguida y tratada por los canales regulares, como si de una gripe se tratara. Situación que ya viene dándose en Europa. Con el cambio de consideración de pandemia a endemia, caen muchas de las ayudas que se establecieron al amparo de las normativas transitorias y caen también los símbolos de la pandemia: esa imagen del virus en forma esférica con tentáculos abocinados, el brazo de un paciente inoculándole la vacuna y la omnipresente mascarilla o tapabocas. Esta última, en el caso de España y desde el 8 de febrero, solo se mantiene obligatoria en los centros de salud, farmacias y residencias geriátricas.
A pesar de las trifulcas y la crispación entre la clase política, España ha mostrado un alto nivel de compromiso político y social frente al coronavirus y sus efectos. Pero eso no puede hacernos olvidar la triste huella de muerte y sufrimiento que ha dejado el episodio más trágico que hemos tenido desde la guerra civil. El tercer año de pandemia a fecha del 10 de febrero del 2023 había alcanzado la cifra de 13,7 millones de infectados y 119 mil muertes, aunque puede que ahí no estén contemplados todos los fallecidos por covid. Con todo, la huella más amarga la tenemos en las residencias de ancianos, donde se han dado más de 35.000 muertes, muchas de ellas en la más triste soledad. La conocida como covid persistente, esa secuela que ha dejado el virus en cerca del 13% de quienes recibieron el zarpazo de la infección es otra de las dolorosas huellas directas. La pandemia tensionó el sistema sanitario y se lo puso muy difícil a la economía y a la sociedad en su conjunto.
Hay otras muchas huellas negativas dejadas por la covid en las que no podemos entrar aquí por cuestión de espacio. La pandemia puso de manifiesto muchas dinámicas de la vida social y económica que solían ser o estar invisibles para el ciudadano de a pie. Entre ellas, la complejidad de la cadena global de suministros. Cuando los productos empezaron a escasear, nos dimos cuenta de la complicación del comercio internacional. La globalización contemporánea no volverá a ser lo que era.
Aunque menos visible, la pandemia también ha puesto de manifiesto cosas buenas e importantes para la sociedad, como el gran número de muertes que se han evitado gracias a la solidaridad y el comportamiento ciudadano, la respuesta política, la abnegación de los sanitarios y los recursos que se han dedicado a la lucha contra el coronavirus. La mayor evidencia de ello, que no la única, ha sido la localización y producción de la vacuna en tiempo record impensable. Mas, si algo ha puesto de manifiesto la pandemia como lección para el futuro, es la necesidad de reforzar el sistema público de salud en todos sus niveles, de lo que deberían tomar buena nota los políticos.
Escuchemos a Manuel Carrasco y su Prisión Esperanza:
https://www.youtube.com/watch?v=OVWGqlfTjJw
© Francisco Aguadero Fernández, 17 de febrero de 2023
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