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Charo García de Arriba, paseando por la historia de Tamames
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Un nuevo acierto editorial de la Diputación de Salamanca

Charo García de Arriba, paseando por la historia de Tamames

Actualizado 03/09/2022 12:58
Charo Alonso

El relato de la historia de Tamames a través de la voz de una de sus protagonistas

Guardan Los Dominicos y la calle del Rosario el recuerdo de los Godínez, de sus casas solariegas y el Hospital que rozaba la capilla del Rosario donde juegan, eternos, los ángeles de piedra custodiando a la Virgen que habita también el pueblo cuya historia vive y recorre Charo García de Arriba con voluntad de remediar el olvido. Empeño de humilde utensilio de barro que tan bien aguantaba el fuego de una autora que quiso que la historia se viviera en la voz de su pueblo, despertando el orgullo de los suyos que lo quisieron libro, uno de los muchos aciertos del Servicio de Publicaciones de la Diputación de Salamanca, depositarios del legado de nuestra tierra que debemos dejar de llamar vaciada, porque mientras se oiga la voz enamorada y sabia de gentes de a pie de campo como Charo, hay eco de esperanza, sabia transmisión oral de raíz y memoria, discurso nacido de la reflexión sensata, sosegada, sincera y valiente.

Charo Alonso: ¿Cómo iniciaste este trabajo?

Charo García de Arriba: Pues veréis, nunca fue nada pensado a priori. Como muchas personas que amamos nuestra tierra, uno tiene curiosidad por saber un poquito más. Y un día lees un libro, otro entras en un archivo y al siguiente, tiras de hemeroteca. El caso es que vas acumulando muchísimas cosas de la historia de tu pueblo. Unas conocidas, otras no tanto y otras que, simplemente, nadie las había ligado a la historia de Tamames estando ahí desde siempre.

Ch.A.: Y moviste a todo un pueblo…

Ch.G.A.: Siempre he admirado la capacidad innata de muchas personas mayores que, aún sin formación, te cautivan cuando cuentan historias vividas o que recibieron de sus antepasados. Así, empecé a pensar que tenía una historia que contar, desconocida por muchos de los vecinos, y un reto: cómo contarla. Así que, como me encanta pasear por los caminos, montañas y calles de Tamames, en 2017 empecé a caminar imaginando que contaba la historia venida desde un siglo anterior. Es un relato nacido de los paseos por nuestros caminos.

Ch.A.: ¿Por qué una teatralización y no primero un libro?

Ch.G.A.: A principios de 2018 tenía una historia, una forma de contarla y, lo más importante, el sueño de hacerla realidad. En principio pensé contarla yo sola, porque nunca creí que tanta gente fuera a unirse… Pero cuando en el carnaval empecé, con la boca pequeña, a preguntar a amigos, peñas y asociaciones si querían participar en un paseo contando nuestra historia, todo el mundo se unió. Tengo una gran deuda con la gente de mi pueblo, porque era mi sueño y aquella noche mágica del 3 de agosto de 2018 se hizo realidad. El libro no germinó hasta el 4 de agosto. Al día siguiente de nuestra ruta todos querían por escrito lo que habíamos contado.

Ch.A.: ¡Te pidieron el libro, literalmente!

Ch.G.A.: Creo firmemente en la transmisión de historias a través de la palabra, en la carga emocional de la voz y la mirada, en la capacidad de contar historias que antes tenía cualquier abuelo y que estamos perdiendo. Todo eso falta si lo pones por escrito, por eso yo inicialmente no quería hacerlo, era como desprenderme de algo muy mío. Poco a poco empecé a pensar que no estaba mal que quedara registrada, unida y ligada a la historia de Tamames toda la documentación deslavazada de la que me había servido para la ruta. Aun así, no es lo mismo leerlo que vivirlo

Ch.A.: Historia rigurosa pero atractiva en la voz de Doña Bárbara.

Ch.G.A.: Tenía que tratar de dar rigor sin perder del todo la frescura de nuestro paseo teatralizado. Y también cierto temor a no hacer las cosas tan correctamente como se debería. Por último, traté de utilizar las notas al pie para explicar conceptos que yo misma no conocía hasta que empecé a preparar la historia y, sobre todo, aclarar las pocas ocasiones en las que, dentro del relato, tomé alguna licencia literaria explicando hasta qué punto la misma tenía base histórica.

Ch.A.: ¿Por qué Doña Bárbara como relatora de la historia de tu pueblo?

Ch.G.A.: Ese fue un tema complicado, yo soy y quiero ser pueblo llano y, cuando pensé en quien iba a contar la historia, mi primera intención, la del corazón, era que la contase una labradora o tabernera de Tamames. El problema es que necesitaba darle continuidad al relato desde don Rodrigo hasta el siglo XX y, claro, mal que nos pese, los labradores y taberneros son parte, como decía Unamuno, de la intrahistoria, pero la historia documentada durante generaciones de una misma familia la tiene sólo la nobleza. En el caso concreto de Tamames, los Godínez, descendientes de los portogaleses que, a la cabeza de Godino de Coímbra, habían repoblado la capital salmantina que según diversas leyendas, descendían de los reyes godos, lo que nos permitía unir la leyenda de don Rodrigo y su espada, con el retorno de los Godínez como señores de Tamames siglos después. Por eso cogí a Bárbara de Solís Godínez, por la fuerza del nombre y porque ella y sus hermanos vivieron en nuestra villa.

Ch.A.: ¡Esa leyenda de la espada de Don Rodrigo!

Ch.G.A.: Veréis, a pesar del tono legendario, este libro es más de historia que de leyendas, pero claro, estando en Tamames, hay que contarlas. La primera de ellas era la de Don Rodrigo según la cual, huyendo hacia Portugal tras ser vencido en la batalla de Segoyuela, lanzó su espada en una ya desaparecida laguna en la que, cada noche de San Juan, aparecía esperando a que algún descendiente la recuperase. Esa leyenda para mí era importante, primero por ser de las más contadas por nuestros mayores, pero, además, porque nos permitía “explicar” desde un punto de vista legendario el interés de los Godínez, presuntos descendientes de los Godos, por llegar a Tamames, algo en lo que nadie había reparado hasta ahora

Ch.A.: Está maravillosamente enlazada la fantasía y la historia.

Ch.G.A.: En toda esta leyenda que, a falta de más pruebas documentales así se debe tomar, hay un dato curioso y real. El primer señor de Tamames, Alfonso Godínez, fue el hombre más fuerte del reinado de Sancho IV y el primer privilegio de cuantos le otorgó fue, precisamente, el señorío de Tamames (el primer señorío jurisdiccional entregado en Salamanca, como recordaba Grande del Brío en su libro sobre nuestro pueblo) y, cuando se fueron deshaciendo de propiedades, siempre mantuvieron Tamames, hasta bien entrado el siglo XX. La otra leyenda, obviamente, es la de nuestra fuente Roldán, que asegura que manó agua gracias a la espada del sobrino de Carlomagno. Una leyenda que, muy probablemente, trajeron a nuestro pueblo aquellos franceses que repoblaron nuestra querida Sierra de Francia

Ch.A.: Los pueblos relacionados con la francesada se unen para convertirla en atractivo turístico. ¿Crees que la historia primero tiene que interesarle a las gentes de ese lugar y luego al resto?

Ch.G.A.: Creo que el turismo, como cualquier fuente de trabajo, es importante en una España que vaciaron y que, económicamente, parece agonizar, sin embargo, estoy de acuerdo contigo en que no sólo hay que poner en valor nuestra historia como atractivo turístico sino para que la conozcamos todos los que la habitamos. Uno no puede amar lo que no conoce y a veces el enfoque para uno u otro fin debe ser diferente. Creo que en pueblos como Tamames, sin atractivos turísticos arquitectónicos, las autoridades locales tienen la obligación para con sus vecinos de hacer justicia a nuestra memoria, al margen del turismo que eso pueda atraer o no. Es un tema más de educación y cultura que de turismo y economía. En ese sentido, ya que citas la Guerra de la Independencia, a mí me gusta hacer hincapié en el drama humano que la misma supuso para nuestros pueblos y sus habitantes. Resaltamos orgullosos nuestra victoria en la Batalla de Tamames que, sin duda, tuvo un gran valor por haber sido de las pocas conseguidas por tropas íntegramente españolas, pero nos paramos poco a pensar en que esa tarde el pueblo de Tamames, sus habitantes, estuvieron bajo los pies de dos elefantes. Aquella tarde del 18 de octubre de 1809 dio tanta gloria a España como dolor a los hijos de nuestro pueblo.

Carmen Borrego: Es cierto, lo olvidamos absolutamente.

Ch.G.A.: Además, nos enfocamos mucho en los ejércitos y poco en lo que los vecinos y ganaderos de nuestro campo, como los lanceros de Don Julián, aportaron a la guerra. Por ejemplo, en el libro cuento como frente a la muy conocida batalla de Tamames, hay un episodio determinante. El 3 de febrero de 1811 los hombres de El Charro, capitaneados por José Martín, apresaron en nuestra dehesa un convoy de más de 300 carros con 100.000 raciones de comida y 150 cabezas de ganado que los franceses transportaban para alimentar a su ejército en Portugal. Aquel asalto fue más determinante para el curso posterior de la guerra (mató literalmente de hambre al ejército francés) que nuestra batalla que fue muy inicial. Sin embargo, en busca del atractivo turístico, a veces olvidamos al pueblo en favor de la grandiosidad de los ejércitos.

Ch.A.: ¿Si fuésemos ingleses tendríamos libros y series que hablasen de tus personajes?

Ch.G.A.: Estoy totalmente de acuerdo. Hay dos personajes en el libro, el IV duque de Tamames, conocido en las altas esferas madrileñas como Pepe Tamames. Hombre afable, cercano a los reyes Alfonso XII y XIII, pero también imagen del caciquismo en nuestra provincia. Pero si hay una vida interesante en el libro es la de Inés de Alimógenes a la que a mí me gusta llamar Inés de Limoges. Esposa del segundo señor de Tamames y descendiente de los francos. Una mujer cuya influencia en la corte fue providencial para la importancia de Salamanca en su época. Amiga íntima de “la tres veces reina”, María de Molina, primera dama de su corte y a quien se le encargó la crianza del rey Alfonso XI en Salamanca que, por un episodio en el que estuvieron implicados precisamente los señores de Tamames, había quedado huérfano. Es importante no solo por haber traído a todo un rey a Salamanca, sino por su importancia para la Iglesia de San Esteban y el convento y enfermería de los dominicos.

Ch.A.: Yo no conocía la vinculación de Tamames con los dominicos.

Ch.G.A.: No suele mencionarse en las visitas turísticas, pero los señores de Tamames siempre estuvieron ligados a la Iglesia de San Esteban. Construyeron la primera románica que se llevó la riada de los difuntos de 1256, conocida como San Esteban de los Godínez. Estuvieron implicados en la construcción de la segunda (gótica) donde se enterraron los segundos señores de Tamames, y doña Inés les donó joyas y propiedades, como la hacienda Zorita.

Ch.A.: ¿Enseñamos a los niños la historia, el valor de la tradición, de la leyenda?

Ch.G.A.: Cuando presentamos el libro en Tamames, yo decía que la generación actual de padres va a pasar a la historia por ser el eslabón perdido de la cadena de la tradición, de la transmisión de la memoria a través de la palabra. Creo que hoy estamos demasiado enfocados en una carrera hacia el futuro que no concede tiempo ni valor a nuestra historia pasada salvo que, como tú planteabas anteriormente, la misma pueda ser explotada económicamente. Sin embargo, el cariño por la tierra y la individualidad nacen del conocimiento de lo que allí pasó y de las gentes que la recorrieron. Pero al capitalismo actual eso no le interesa, porque no sería capaz de rentabilizar la historia de cada uno de los personajes singulares de nuestros pueblos. Le conviene más que, internacionalmente, todos celebremos las mismas fiestas y bailemos al mismo son.

Ch.A.: Trabajas en Salamanca, vives prácticamente en Tamames, ¿cómo invertimos la España vaciada?

Ch.G.A.: Si fuera tan fácil no estaríamos como estamos. Sin embargo, hay un aspecto al que creo que se le presta poca atención cuando se habla de soluciones: mientras los que amamos nuestra tierra no nos quitemos el mantra con el que nos criaron de “esta tierra está muerta”, “aquí no hay futuro” o “esta ciudad/pueblo se quedan pequeños”, poco podremos hacer. Hay que invertir la profecía autocumplida que esas invocaciones están provocando. Asimismo y relacionado con lo anterior creo que en el origen del problema hay un tema filosófico, el del concepto de una vida “buena” que nos han vendido y hemos adoptado. La primera pregunta que debemos hacernos cada uno de los que queremos nuestra ciudad o nuestro pueblo es: si estuviera al final de mi vida, ¿consideraría yo que ha sido una vida realmente buena? Si la respuesta es que la buena vida habría sido la vivida aquí, porque esa es la vida en el lugar en que tienes raíces y lazos sentimentales, más cerca de la naturaleza, con menos contaminación, con menos pérdidas de tiempo en trayectos, entonces sí hay futuro para esta tierra y la igualdad de oportunidades y servicios será posible. Si la respuesta es que apenas hay personas que piensen así y que han logrado convencernos de que, al final de la vida, solo habrá merecido la pena vivirla en una gran urbe, en una carrera sin fin tras un futuro mejor que nunca llega… entonces, la historia cambia.

Ch.A.: Creo que todos deberíamos hacernos esta pregunta.

Ch.G.A.: En mi humilde opinión, necesitamos personas que prefieran vivir aquí y no solo como un deseo irrealizable, sino con una disposición real a cumplirlo si llega la oportunidad. A partir de ahí, tenemos dos actores adicionales implicados en la solución. Uno, el político, que a veces identifica el desarrollo de nuestra tierra con la creación de servicios sin demanda, cuando realmente debería enfocarse en la creación de oportunidades que permitan a las personas trabajar en su tierra. Por ejemplo, la administración de la Seguridad Social en la que trabajo ha iniciado proyectos como la deslocalización de expedientes que pueden permitir crear más puestos de trabajo en las provincias donde haya más demanda de los mismos y no sólo en las de mayor dimensión. El otro actor implicado en la solución es el sector empresarial, y ese es más complicado, porque a las grandes empresas en gran parte les interesa tenernos a todos juntos y uniformados, las grandes inversiones en terrenos despoblados son difíciles de lograr.

Ch.A.: ¿Crees que hay esperanzas?

Ch.G.A.: Creo que con voluntad política y convencimiento individual en la oportunidad de vida en esta tierra, todo es posible. Opciones como el teletrabajo son una gran oportunidad para quienes desean vivir en lugares no masificados, son varias las personas que, trabajando para el sector privado, ya teletrabajan, al menos parcialmente, desde nuestro pueblo y todo ello genera economía y demanda de servicios. Todo ello, además, va muy en consonancia con la lucha contra el cambio climático, el ahorro energético y en que las proclamas políticas actuales no queden en meras declaraciones de intenciones.

Ch.A.: Es la voluntad de la gente de irse a vivir de otra manera lo que necesitamos, no la proclama política.

Ch.G.A.: Creo, en definitiva, que la solución parte de un cambio de filosofía y de una demanda conjunta de la sociedad. Mientras muchas personas consideren que es mejor hacer 100 o 200 km al día e invertir en ello 2 o 3 horas con tal de dormir en una capital, o gente convencida de que, por mucho que quieras el pueblo, cuando llega el 1 de octubre lo lógico y natural es marcharse después de haber agotado un gran porcentaje del presupuesto municipal en una semana de fiesta, tendremos problemas para que nuestros pueblos dejen de ser lugares de fiesta ocasional y parques de fin de semana y empiecen a ser lugares para vivir.

Ch.A.: ¿La apuesta por la cultura de la Diputación de Salamanca, es una forma de recuperar ese espacio no vaciado, pero sí olvidado?

Ch.G.A.: En la presentación del libro yo dije que yo quería que el libro lo publicara la Diputación por un lado porque, como he dicho, el libro no sólo trata de Tamames, sino que aborda personajes de la historia de Salamanca, pero el otro motivo era porque el libro es, en parte, hijo de la Diputación Provincial. Buscando información de la historia de Tamames me di cuenta de que las diputaciones justifican su existencia, aunque sólo sea por una razón cultural. En un pueblo como Tamames, en que apenas tenemos documentación escrita a la que acudir, el hilo del que tirar muchas veces nacía de una mención a nuestro pueblo en un libro o artículo publicado por ellos.

Ch.A.: Charo, ¿sigue habiendo alfares en Tamames?

Ch.G.A.: A los vecinos de Tamames se nos conoce como “puchereros”. Nuestros pucheros tuvieron fama por lo bien que aguantaban las brasas del fuego pero, al contrario de los de Alba de Tormes, por ejemplo, nunca tuvieron especial carácter ornamental (excepto nuestra típica hoja de parra), por ello, una vez dejaron de utilizarse para el fuego, desapareció su demanda y las personas dedicadas al oficio. Es una pena porque fue una industria de gran auge durante muchos siglos, ligada en gran parte a judíos conversos. Por ejemplo, el apellido materno de mi padre es “de Santiago” (típico de judíos conversos que se pusieron por apellido el del más español de los apóstoles, para demostrar su verdadera conversión), su abuelo, Antonio de Santiago “Furnis” fue de los más conocidos y reputados puchereros junto con los últimos que ejercieron el oficio, “los Orejas”. También en este sentido me gustaría destacar, por justicia histórica, el papel de las mujeres en la alfarería. Normalmente el hombre se encargó del torno pero, por ejemplo, mi padre cuenta cómo su abuela siempre preparaba el barro para dejarlo a punto, tanto es así que, cuando ella falleció, mi abuelo dejó de hacer pucheros.

Ch.A.: ¿Se mantendrá la tradición, Charo?

Ch.G.A.: La tradición alfarera está perdida y si no fuera por algún taller impulsado por la Diputación, no tendríamos actualmente ninguna referencia. Pero sí podemos hacer muchas cosas por mantener la memoria de nuestros orígenes alfareros. Como antes decía, son temas de justicia con cada uno de los vecinos del pueblo, muy lejos de la visión turística que se le pueda dar y que, por supuesto, siempre es bienvenida.

Ch.A.: Lo oído, lo vivido y lo estudiado, ¡todo es este libro!

Ch.G.A.: Efectivamente, este es un libro que trata de ser un compendio de lo que he visto, leído y escuchado sobre Tamames, por eso la dedicatoria inicial va a todos los que alguna vez se dignaron a juntar las letras que componen el nombre de mi pueblo para que yo pudiera encontrarlo. Mi deuda con ellos es impagable. Humildemente espero haber aportado un granito de arena a que la memoria de esta tierra no se pierda y pueda ser conocida por el que en un futuro, como yo hice, desee buscar la palabra “TAMAMES”.

C.B.: Charo, tú no coges el libro en las manos, lo abrazas.

Ch.G.A.: Carmen, ¡cómo me gusta lo que me dices!