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De principios y finales II
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De principios y finales II

Actualizado 15/07/2022 10:49
Manuel Rodríguez Fraile

El Libro Sagrado de los mayas, en ortografía quiché de Guatemala, es conocido como Popol Vuh (el Libro de la estela, que es el signo de autoridad), se trata de una recopilación de relatos de la tradición oral de 200 años a.C., que fue encontrado en el siglo XV.

En su primer capítulo habla de la creación del mundo: Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, y los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules.[…] ¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe el espacio, que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado[1]. Y comenzó la creación del hombre, una creación que no resultó fácil.

Primero los formaron de barro, pero con las frecuentes lluvias se deshacían. Luego los hicieron de madera, pero tenían poca sangre en las venas y además no rendían culto a los dioses, así que mandaron un inmenso diluvio y los eliminaron. Por fin… De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados. Sus nombres fueron Xiquiripat (Piedra voladora), Cuchumaquic (Sangre junta), y los hermanos Ahalpud y Ahalgamá (los que causan enfermedades)

Cuchumaquic, tuvo una hija llamada Ixquic (Sangre de mujer). Era tan curiosa que quiso ver aquel árbol del que todos hablan y del que contaban tenía unos asombrosos frutos. La joven fue hasta él y vio que los frutos eran pequeñas calaveras. Al tomar una de ella un jugo espeso cayó en sus manos y al poco se dio cuenta de que estaba embarazada. Cuando su padre lo supo, mando a sus fieros guerreros búhos para que la llevarán a la montaña, la mataran y, como prueba de ello, le trajeran su corazón, pero, una vez en la montaña, la joven Ixquic, le convenció para que entregaran a su padre un ‘corazón’ formado con los frutos del Árbol de la Sangre ¿les suena esto?. Ella escapó y así pudieron nacer los gemelos Hunahpú (El único dios) e Ixbalanqué (la Tigresa) que fueron los primeros hombres sembradores de maíz y, junto a los animales, vencieron a los Señores de la Muerte. Después crearon, también de maíz, a los primeros padres y las primeras madres.

Si nos desplazamos hacia el sur del continente (sur de Chile y Argentina) entramos en territorio de los mapuches[2], y sus mitos son muy diferentes. Dicen que hubo una vez un mundo Mapuche donde el Dios, Chau, y la Reina Azul, madre y esposa del dios, vivían en lo alto con sus hijos, reinando sobre el Cielo y la Tierra. Chau, creo el Cielo, las estrellas y la Tierra, también los ríos y los bosques, y con sus propios dedos creo a los animales, a los hombres y a los mapuches. El ánima de estos últimos está siempre en contacto con la Naturaleza porque antes que todo, ya existía el Pu-Am, el alma universal de la que una parte, el Am, reside en cada ser vivo y al que regresa tras la muerte.

Los mapuches son hoy un pueblo discriminado, pobre y excluido. Entre 1881 y 1927, sus tierras les fueron expropiadas y sufrieron una dura represión durante la dictadura de Pinochet (1973-1990). En la actualidad el reconocimiento de sus derechos continúa sin resolverse y es una importante asignatura social aún pendiente, aunque detrás de cada candidato a la presidencia del país, desde hace años, siempre se puede ver a una o varias mujeres ataviadas con el traje tradicional mapuche.

Para terminar creo que vienen al pelo dos citas de dos Premios Nobel de Literatura, uno mexicano y otro indio. El primero es Octavio Paz, dijo que El hombre contemporáneo ha racionalizado los mitos, pero no ha podido destruirlos. El segundo es Rabindranath Tagore que dejó escrito: No hay más que una historia: La Historia del hombre. Todas las historias nacionales no son más que capítulos.

[1] Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Editorial Piedra Santa. 1998.

[2] mapu 'tierra' y che 'gente'. Son los antecesores del todo el pueblo chileno y gran parte del sur de Argentina. Se les llamó araucanos, término que proviene de «Arauco», porque así llamaron los españoles tenía la tierra que habitaban

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