Martes, 14 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
La guía de Alba de Tormes del secretario municipal Tomás Rodríguez Rubio (1922)
X
ALBA DE TORMES

La guía de Alba de Tormes del secretario municipal Tomás Rodríguez Rubio (1922)

Actualizado 29/03/2022 13:23
Redacción

'Recuerdos y Bellezas de Alba de Tormes' no es una guía teresiana propiamente dicha, sino más bien una guía monumental de Alba de Tormes

Manuel Diego Sánchez, carmelita

Es mucha la bibliografía que se produce a lo largo del centenario teresiano de 1922, y que en su mayoría pudiéramos definir sobre todo como de crónica local, y esto no sólo en los periódicos o diarios salmantinos (Gaceta, Adelanto…), que suelen ser la fuente de información más directa que tenemos sobre el desarrollo de este evento, sino en otros lugares y por otros motivos, como en los boletines diocesanos de Ávila y Salamanca, la revista salmantina “La Basílica Teresiana”, o el boletín oficial del Centenario titulado “Tercer Centenario de la canonización de santa Teresa” (1921-1923), editado en Ávila.

En concreto en Salamanca se publica “El Album gráfico de santa Teresa” que es como un libro de recuerdo u homenaje al centenario y sus acontecimientos (de Ávila, Salamanca y Alba de Tormes), lleno de fotografías y de textos de autores señalados, del que publica el “Adelanto de Salamanca” (17-5-1922) una larga nota o recensión, luego reproducida en el “Boletín diocesano” de Salamanca (1922, pp. 165-167). Con parecida finalidad, también en 1922, se publican por encargo y para el turismo abulense, en tamaño postal (9 x 14,5 cm.), una serie de grabados teresianos del artista Antonio Veredas (1889-1962), con el título de “Recuerdo del III Centenario de la canonización de Santa Teresa”. Igualmente en Ávila, en este mismo año y en tamaño de lámina grande, se edita el “Árbol genealógico de santa Teresa de Jesús”, obra de Salvador García Dacarrete, comandante profesor de la Academia de Intendencia de esta ciudad, y que actualmente han vuelto a editar en facsímil las benedictinas de Alba de Tormes. Y no acabó ahí el esfuerzo editorial a favor de dicho centenario teresiano. Nos referimos sólo a libros de homenajes y reseñas de acontecimientos.

Un libro muy interesante acerca de Alba de Tormes

Nos parece relevante el destacar el único título que entonces se publicó a modo de libro del peregrino o guía para la villa teresiana de Alba de Tormes, aunque su pretensión va más allá de lo estrictamente teresiano y se mantiene dentro de cierto talante histórico y artístico sobre las glorias locales. Nos referimos al cuaderno apaisado y con abundante fotografía de Constantino Gómez Gutiérrez, publicado por el que fuera alcalde (1918-1921) y tantos años secretario del ayuntamiento de la villa, Tomás Rodríguez Rubio:

Recuerdos y bellezas de Alba de Tormes. Conmemoración del Tercer Centenario de la canonización de Santa Teresa de Jesús… Sevilla, viuda de L. Izquierdo, 1922, 50 + 28 p., 21 x 31 cm.

Lo curioso es que esta publicación (que a mi parecer se tendría que reproducir ahora, a los 100 años de su publicación, en edición facsímil) en cierta manera tiene una relación muy directa con el ayuntamiento de la villa, pues su autor, Tomás Rodríguez Rubio fue concejal (1917-1921) y alcalde de Alba por dos veces (1920-1921), cargo al que renuncia para presentarse a la vacante de secretario de la misma institución, por muerte de Fidel Sánchez y Sánchez (+7-8-1921), y que sí lograría obtener este puesto. De una forma u otra, este personaje siempre estuvo muy ligado a la vida municipal. Y por sus conocimientos de la bibliografía albense anterior, por la consulta reposada del archivo municipal al que ha tenido acceso y del que tiene una opinión muy positiva por aquel tiempo, se atrevió a emprender esta publicación en forma de cuaderno de viaje o libro de turismo; pensamos que sí debió cumplir esta función durante esas fechas y posteriormente, al menos como recuerdo de la visita de peregrinos o turistas a la villa teresiana. La novedad absoluta en el historial de las guías turísticas de Alba de Tormes, es que aquí, por vez primera, está presente la fotografía en la técnica llamada entonces del fotograbado, ofreciendo en más de una ocasión instantáneas de la villa que hoy ya, a un siglo de distancia, han desaparecido por completo de nuestra contemplación. Tales, como la visión del monasterio de san Jerónimo en ruinas, la iglesia de san Miguel y sus sepulcros, el interior de la iglesia de las Madres, el camarín alto del sepulcro en su disposición previa a la actual, el sepulcro de Vargas en la Iglesia de las Isabeles que hoy se encuentra en el Museo Marés de Barcelona, la disposición primitiva en san Juan del apostolado románico, etc. Nada hay en el libro de las ruinas de San Francisco, lo cual me resulta extraño. Estas fotografías se deben al amigo zamorano Constantino Gómez Gutiérrez que, con todo derecho, figura como coautor en la portada.

Tiempo y forma de composición

Nos resulta interesante que el libro quiera reproducir algo así como una peregrinación de ambos autores por toda la villa; pues lo dice: “alentados de tan buenos deseos y provistos de cámara, trípode y chasis con sus imprescindibles placas”; aunque es de suponer que mucho antes, el autor ya tendría primero redactado el texto, luego acomodado o completado según las fotografías a las que debía acompañar. Porque –parece- que quiere sea la ilustración fotográfica la clave de lectura del libro con el que se propone lograr estos propósitos (sin menoscabar la importancia de la Guía de Araujo del 1882). Lo dice así: “Descubriremos sitios, estilos y / épocas de las joyas de valor artístico que enaltecen a nuestra Alba, joyas que muchas pasan desapercibidas a la vista de una sociedad indiferente, víctimas de la destructora piqueta del progreso, cuyos restos vienen a aumentar el volumen de escombros sagrados de la misma procedencia” (pp. 5-6). Esto lo podía decir en Alba entonces respecto al castillo ducal, a San Jerónimo, y al convento de los franciscanos, los tres edificios más ruinosos ya desde la primera mitad del siglo XIX.

Y este hombre de vida pública y muy al tanto de los asuntos de la villa, confiesa que quiere “invitar al turista a visitar nuestras bellezas, que pasan desconocidas para la generalidad de los visitantes, que apenas terminan de ver las reliquias de santa Teresa, emprenden su viaje de regreso, ignorando que en Alba hay algo más que admirar” (p. 6). Ha sido como un profeta del problema turístico de Alba, también en nuestros días, y que, poco a poco, intentamos superar. Por eso, no es una guía teresiana propiamente dicha, sino más bien una guía monumental de Alba de Tormes.

Y además con paginación diversa, nos ofrecen dos apéndices muy importantes. El primero dedicado al convento, sepulcro y reliquias de santa Teresa, con la particularidad de que ambos autores han podido entrar con la cámara en la clausura conventual, cosa entonces muy difícil, y de ahí que a veces, por eso, dé noticias inéditas. Él mismo lo afirma: “Concedida por el Prelado de la diócesis y la comunidad la correspondiente licencia para poder penetrar en la clausura”. Hablan, por ejemplo, de la reliquia de una cuchara que perteneció a santa Teresa y había sido un regalo reciente de la marquesa de Castellanos (p.8); de la carta, o más bien texto autógrafo de santa Teresa (seguramente un fragmento de una cuenta de conciencia) que había sido restaurado artesanalmente por las manos delicadas de una monjita del convento (p. 9). Y cuanto dice de la Dolorosa de Pedro de Mena (la Soledad, p. 11) es absolutamente inexacto (afirma ser regalo del Gran Duque de Alba, y que la talla había venido de Italia...! ), ya que reproduce una leyenda interna del convento y que no tiene fundamento alguno histórico. Pero apenas son unas pecas que no desacreditan para nada la intención y el tono general de la obra en su totalidad.

Mientras que el segundo apéndice es muy novedoso, porque nunca se había afrontado el tema de los escudos nobiliarios, por lo que ya dice en portada: “describiendo los escudos heráldicos que se hallan en los edificios de que trata este folleto”. Seguramente es el primer tratado que se ha escrito de “heráldica” albense.

Fue un atrevimiento (además de una inversión que de seguro no tuvo resarcimiento monetario ni ganancia alguna, porque lo debió editar a su costa) publicar en aquel momento ese cuaderno albense, porque vino en ayuda de las peregrinaciones que, aunque existían todavía ejemplares del “Libro del Peregrino” (Madrid 1882) de Vicente de la Fuente (y aún se ofrecían al público en este momento), sin embargo no tenían el encanto de la fotografía y de la síntesis o de la brevedad, como ésta. Cumplió su papel y, por eso, resulta tan novedoso que haya sido idea y obra del talento de este personaje tan ligado de por vida a la actividad y política municipales. Una nota bibliográfica o recensión de este libro apareció en El Adelanto (6-10-1922) p. 5.

Identidad del autor y escritor albense

Tengo para mí que este estudioso o erudito local, Tomás Rodríguez Rubio, tuvo su buena parte (aunque en la sombra) en el desarrollo y funcionamiento de este centenario teresiano en Alba de Tormes, y lo que es más interesante, con él se logra una aportación bibliográfica para este momento preciso, pero también para la posteridad, porque aún se podían conseguir ejemplares de esta obra en la década de los 60 del siglo XX.

Se trata de un personaje del que habrá que rehacer su biografía y trayectoria cultural y política. Sabemos era coetáneo de Sánchez Rojas, ambos amigos de infancia, y que había sido secretario de Rasueros (Ávila), Paradinas y Rágama.

Tomás Rodríguez Rubio era natural y vecino de Alba de Tormes (n. 1881), hijo de Agustín y Teresa, casado en segundas nupcias con Bibiana Yagüe Díaz, natural de Paradinas de San Juan, vivió en la calle Marqués de Esquilache y luego en la calle del Hospital nº 34. Murió en Alba a los 63 años de edad (+ 19-7-1944), según el Libro 5º de difuntos de la parroquia de San Pedro, fol. 425r. Hijos suyos serán el abogado José Rodríguez, y Tomás Rodríguez Yagüe (Topete). Por parte de la mujer debía estar emparentado con José Bruno Yagüe, miembro de la Adoración nocturna de Alba y secretario de la Hermandad de Santa Teresa, además de sacristán de las carmelitas descalzas. Ambos sujetos estaban dentro de la comisión local del centenario teresiano de 1922, muy compenetrados en la vida local.

Puede ser que la razón de la renuncia a la alcaldía se deba también a los problemas que tuvo en la regulación del suministro del pan al tener que tomar ciertas medidas muy impopulares (información recibida de Jesús María García).

Naturalmente ha sido el servicio largo y continuado al ayuntamiento lo más importante de resaltar en su personalidad. Pero debía ser un personaje de notable cultura, por lo que de vez en cuando ejerce de corresponsal albense en la prensa salmantina. En la crónica de Alba se registra el paso a la situación definitiva que ocupará la mayor parte de su vida: “Ha tomado posesión de la secretaría de este Ayuntamiento, para cuyo cargo ha sido elegido recientemente, nuestro buen amigo don Tomás Rodríguez Rubio, reiterándole por medio de estas líneas nuestra más cordial enhorabuena. Con tal motivo se ha hecho cargo de la Alcaldía el primer Teniente alcalde y querido amigo don Luís Cordero” (Gaceta regional, 29-29-1921, página 9).

Con lo dicho y recordando esta rareza bibliográfica, podemos concluir afirmando que aquel centenario teresiano de 1922, entre tantas cosas, dejó algo original en el plano cultural, pues con este título se incrementó la bibliografía albense.