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¿Arte?
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¿Arte?

Actualizado 28/01/2022 07:49
Manuel Rodríguez Fraile

Kooning, Gauguin, Cézanne, Rothko, Klimt, Picasso; son algunos de los pintores más cotizados en los últimos años. El valor de muchos de su cuadros supera los 200 millones de dólares (178 millones de euros), pero el primer puesto es, con diferencia, para Leonardo da Vinci. Su pintura 'Salvator Mundi’[1], (Salvador del mundo), datada en el año 1500, fue vendida en 2017 por la friolera de 450 millones de dólares, unos 356 millones de euros. Esta cantidad supera en casi 100 millones de euros la suma de los presupuesto del Ayuntamiento y la Diputación de Salamanca[2] para este año 2022. Cifras de vértigo cuya explicación resulta compleja.

Albert Einstein afirmaba que sería posible describir todo científicamente, pero no tendría sentido; carecería de significado el que usted describiera las sinfonías de Beethoven como una variación de la presión de las ondas auditivas. ¿Qué es entonces lo que da sentido al arte? ¿Qué es lo que hace de un cuadro, una escultura, una sinfonía; una obra de arte? Tal vez en otro tiempo fue más sencillo, pero hoy es complicado.

Antes los artistas imitaban, con la mayor perfección de la que eran capaces, a la Naturaleza, a los animales, al ser humano. La belleza era proporción, equilibrio, armonía; y eso era lo que definían las obras de arte clásicas. Los artistas eran artesanos, en ciertos casos de extraordinaria habilidad, cuyos nombres no eran importantes. Pero con la llegada de la Edad Moderna todo cambio. Los valores clásicos fueron desplazados por la fantasía y la imaginación de Romanticismo, que pasaron a ser las nuevas características estéticas del arte. Hizo entonces su aparición el ‘genio’ “No hay nada más difícil para un pintor verdaderamente creativo que pintar una rosa, porque antes debe olvidar todas las rosas que nunca fueron pintadas.” Palabras del pintor francés Henri Matisse. El arte dejo de ser imitación, copia, para transformarse en creación. Aprende las reglas como un profesional para poder romperlas como un artista, que decía Picasso.

Pero esa figura del genio, con su poquito de extravagancia y locura, con su pizquita de personaje subversivo, su buena dosis de egocentrismo y cierto desprecio por la vida mundana, aquel al que no importaba demasiado la opinión pública, el que afirmaba no buscar la fama, que defendía que ser artista es una necesidad vital, que practicaba el arte por el arte, estaba sobrevalorado y hoy ha desparecido.

Cuentan que Picasso, tras comer en un restaurante, pidió la cuenta y el propietario le dijo que le había reconocido y que estaba invitado sólo con que le hiciera uno de sus dibujos, a lo que el artista contestó: ¿Usted que quiere que le pague la comida o que el compre el local?

¿Cómo hacer en estos tiempos arte por el arte, si toda creación artística que destaca del resto termina por convertirse en material de consumo? ¿Cómo diferenciar lo genial de lo comercial, en una sociedad donde la apariencia que ha convertido en valor supremo? ¿Cómo distinguir entre aquellas obras que critican lo establecido y pretende salirse de la mediocridad dominante, y lo producido intencionadamente para su venta en este gran bazar que es el mundo del arte?

Y es que el capitalismo termina siempre por tragarse todo aquello que trata de escapar de las rígidas normas que impone, el jazz, el rock and roll, el movimiento happy, el impresionismo, el pop, surrealismo, los graffitis o la canción protesta. La economía capitalista es capaz de transformar todo ello en beneficios, de ponerle precio, incluso, a la presión de las ondas auditivas de Beethoven, de las que hablaba Einstein.

Aquel movimiento de rebeldía que en su momento fueron los Vanguardias de los años 60 con Degas, Renoir, Monet, Pizarro, Cezanne, Munch; aquel arte conceptual, el arte pop, las performer o el dadaísmo, todo forma parte ya del ‘mercado del arte’, con sus cotizaciones, sus especulaciones, sus transacciones, sus plusvalías…

Tal vez la obra de Andy Warhol, sea la más representativa de lo que quiero decir. Pretendió ser transgresor con las normas establecidas pero a pesar de su intento hoy formar parte de este ‘gran negocio del pop art’. Warhol decía que no hay verdades ocultas en el arte que sólo existe la superficie, por eso quiso transformar los objetos y las personas convirtiendo en meras apariencias, en figuras planas, en ‘fotocopias’, pero la maquinaría mercantil los convirtió en símbolos, en fetiches de su época. Sus obras, según decía el mismo, sólo son imágenes, imágenes sin intención, sólo imágenes sin posibles interpretaciones, sin mensajes ocultos: Lo que ves es lo que hay.

Y si hoy el arte transita por estos caminos la pregunta sigue siendo ¿qué es el arte? Yo me quedaría con la respuesta de Antoni Gaudi “Toda obra de arte debe ser seductora y si por ser demasiado original se pierde la cualidad de la seducción, ya no hay obra de arte.” Pero claro cada uno puede tener su opinión porque arte puede ser todo aquello capaz de seducirnos.

[1] Óleo sobre nogal y un tamaño de 45.4 × 65.6 cm

[2] Ayuntamiento: 166,3 millones. Diputación 133, 56 millones.

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